Capítulo

31

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Se fueron directo al hotel.

Durante el trayecto Ariadna tenía la típica cara de tonta de una mujer enamorada que hace castillos en las nubes. Su sonrisa era más que obvia y su mente sólo en él, la delataba.

Frank la notó y en el fondo esa expresión no le gustó nada, como hombre sabía lo que le pasaba a Ariadna, el hecho de dejar solas las maletas y seguir el rastro de alguien que había captado su atención solo significaba una cosa; que la persona que ella había visto era el tipo de hombre del que estaba enamorada. Tensó la mandíbula y apretó los puños disimuladamente, ni siquiera con su ex le había conocido esa expresión. Se preguntaba quién sería ya que ella no quiso decirle nada inventando otras excusas que la obligaron a dejar su puesto de vigía con el equipaje, pero él no se engañaba y comenzaba a quebrase la cabeza pensando con quien tenía que lidiar ahora. Sus planes de tener a la chica se le estaban escapando de nuevo.

Llegaron al hotel cerca del museo donde estaban los demás miembros de la comitiva y se registraron, tenían el tiempo justo para instalarse en las habitaciones y bajar a desayunar con los demás. Cuando aparecieron en el restaurante y Jean la miró sintió que la vida volvió a él, se apresuró a encontrarla sin importarle para nada la presencia de Frank.

—Me alegra tanto verte y saberte aquí —le dijo el chico a la vez que sin dudar sujetaba su mano y le robaba un beso en la mejilla, Ariadna sonrió.

—A mí también me da gusto haber llegado bien, el vuelo fue tranquilo y muy cómodo.

Frank lo miró seriamente y tragando en seco hizo a un lado su obsesión y se adelantó para saludar a los demás, Jean caminó al paso lento de la chica y al llegar a la mesa le sujetó la silla para que ella se sentara, luego regresó a su lugar donde no disimulaba verla a distancia, pero en Ariadna su mente estaba en su sueño andante de la mañana.

La fachada exterior del museo era imponente, se trata de una antigua abadía que según datos expone 8.000  antigüedades y 2.500 cuadros en 70 salas, pinturas, porcelanas, esculturas todo le era fascinante a Ariadna que parecía haber dejado atrás su mala experiencia, el recorrido para la delegación americana fue muy agradable y más cuando entre el encierro de los muros conocieron el precioso jardín que alberga en su interior protegiendo a los visitantes del bullicio exterior, lo estaban decorando para la presentación de gala que habría por la noche y mientras tanto, las autoridades del museo ya tenían una reservación en uno de los más prestigiosos restaurantes de la ciudad para invitar a almorzar a la delegación americana que los acompañaban, iban a hacer sentir a sus anfitriones en las nubes para hacer de su estadía en Lyon de las más placenteras.

Después del almuerzo tuvieron un tiempo con los guías para conocer la ciudad, de nuevo y debido a la gala formal por la noche tuvieron que hacer las compras correspondientes, pero esta vez Ariadna escogió mejor su atuendo, buscó un vestido negro de escote en el busto pero que tallaba su figura, el diseño de seda tipo sirena era largo hasta los tobillos, al verse en el espejo se miró bien y sólo esperaba poder caminar con él pero si a ella le parecía un poco incómodo a un hombre mucho más y esta vez no iba a permitir que ninguno se propasara con ella, con ese diseño era imposible meter mano así que se decidió por él y por un bolso tipo concha marina de color negro también, los zapatos que aún conservaba le quedarían muy bien así que sin dudarlo se decidió por él, sólo esperaba que su rodilla le permitiera soportar la noche y que la misma terminara de manera tranquila.

Justo cuando se dirigía a cancelar sus compras su móvil sonó, era Diana.

—Hola Di, me alegra saber de ti —le dijo Ariadna muy feliz.

—Ari ¿Cómo estás? Discúlpame por no haberte llamado antes, entre la academia y la universidad apenas y respiro, casualmente me estoy preparando para irme pero Aurora me dijo lo que te pasó y antes quise llamarte, ¿Cómo sigues? ¿Ya encarcelaron a ese perro? ¿Y tu malestar de la rodilla? —la chica sonaba molesta pero a la vez feliz de hablar con su hermana mientras se vestía.

—Ya me siento mejor Di. —Ariadna se distraía mirando otras cosas dentro de la tienda—. Desgraciadamente no sé nada sobre el cerdo ese ni quien pudo haber sido y la verdad no creo que la policía pueda dar con él, fue algo tan repentino que yo no puedo dar tantos detalles del tipo porque en realidad nunca le vi la cara, no creo que se logre saber quien fue, gracias a Dios sólo fue el susto y mi rodilla pues... si hago mucho esfuerzo me duele, las pastillas me ayudan un poco con el dolor, intento reposar cuando puedo.

—Gracias a Dios que no te hizo nada y me alegra que estés mejor de tu malestar. —Diana se dejó caer en su cama por un momento después de cepillar su cabello—. Ten más cuidado Ari, abre bien los ojos y conoce muy bien a las personas que te rodean. ¿Dónde estás ahora?

—Por la mañana llegamos a Lyon y casualmente estoy en una tienda comprando algo, tenemos una cena de gala por la noche en el museo de bellas artes de la ciudad que espero sea tranquila y no me cause otra desagradable sorpresa.

—Tranquila hermana, confía en Dios pero mantén los ojos bien abiertos aún así, ¿Cuándo sales para Italia?

—Mañana por la tarde, ya mañana creo que dormiré bajo el cielo de Florencia, un nuevo país, nuevos aires, espero que Italia sea mucho más agradable.

—Ya verás que sí, trata de disfrutar tu viaje y distráete todo lo posible, ¿Ya hablaste con Mina?

—Sí ya me llamó, me alegra saberla feliz en Miami, está disfrutando su romance, hablé también con Rick, la verdad me parece un hombre encantador.

—Y guapísimo además, tanto Aurora como tú hablan bien de él, además tuvo la gentileza de regalarme los peces y si Mina está feliz pues debe de ser alguien muy especial, una maravilla de hombre seguramente y en cuanto lo vea y lo conozca personalmente, lo voy a abrazar tan fuerte que me voy a colgar de él y no lo voy a soltar.

—Tranquila no abuses, tendrás que pedirle permiso a Mina, se ve que está muy enamorada de él.

—Enamorada es piropo —la chica se calzaba y arreglaba su bolso—. Si hubieras visto como actuó cuando él vino y luego supo que se iba… parecía el correcaminos de las caricaturas, de allá para acá, o más bien el coyote siguiendo al correcaminos, bueno, el asunto es que mi bicho fue a dar hasta Los Ángeles siguiéndolo, pero me alegra, es otra persona, ese hombre ha cambiado su vida.

—A vaya, ese episodio no lo conozco, Aurora sólo me dijo que la había ido a dejar a L.A. pero nada más, tendrán que decirme todo con lujo de detalles.

—Es que por tu viaje te has perdido de muchas cosas supongo que Aurora no te dijo del veterinario que conoció el miércoles por la tarde.

—No, no me dijo y eso que hablé con ella pero como estaba muy mal por lo que me pasó, seguramente lo olvidó, ¿Quién es? ¿Cómo se llama?

—Pues no me vayas echar de cabeza ¿ok? —la chica rodó en su cama placenteramente acostándose de nuevo—. No lo tengo muy claro, ella sólo comentó un percance que había tenido en un local que están remodelando cerca de la agencia, yo no estuve para verlo pero dice que llegó a la casa con la ropa mojada por el cubetazo de agua que él mismo le había lanzado sin querer.

Ariadna no pudo aguantarse al imaginar la escena y se rió a carcajadas, Aurora tan seria y tan formal siendo bañada de esa manera la hacía carcajearse con ganas, no se estaba burlando pero al imaginar la cara de su hermana ante eso la hacía que no parara de reír.

—Lo siento Di, no le digas a Aurora que me reí por eso —la chica intentaba reponerse.

—No le digas tú que yo te dije —se reía también—. Obvio Aurora no le da importancia aunque se enojó mucho al momento, aún con las disculpas del doctor, en su orgullo mal fingido al hablar de él me dijo que casi no… según ella que casi no se fijó en él, sólo me dijo que era alto, de piel blanca, un cuerpo muy, muy atlético, cabello negro y ojos azules, que era un hombre joven para ser médico y que al parecer se llama Maximiliano.

—A vaya. —Ariadna se reía de nuevo—. Vale más que casi no se fijó en él, voy a tener que darle más cuerda a mi doble si quiere disfrutar un cuero como ese, Di querida, ya tenemos la excusa perfecta para poder conocerlo sin problemas.

—¿Ah sí? ¿Cuál?

—Tus peces, puedes inventar lo que sea, que no nadan bien, que se la pasan encerrados su castillito apareándose, que no quieren comer, que seguramente la pecera no es la adecuada, que te indique que accesorios comprar, que vitaminas darle, en fin… oye la dueña de Romeo y Julieta eres tú, yo no sé nada de animales pero tú inventa lo que sea, con ellos está la excusa perfecta para ir a la consulta con el doc, ¿No te parece?

—Sí… —la chica sonrió pícaramente—. Oye y ya que te gustan los caballos porqué no te compras uno y así entre las dos tenemos doble excusa ¿eh?

—Oh si claro y será que lo voy a tener en el patio de la casa ¿verdad? Oye una cosa es que me encante montar y otra poder mantener un caballo, suficiente tengo con la membresía del club ecuestre.

—Bueno pues vamos a tener que enamorar a Mina para que se consiga un perro.

Ambas se rieron a carcajadas, si algo tenían en común las chicas Warren era que cuando algo se les metía en la cabeza nada las hacía desistir de lo contrario.

—Y hablando de excusas, ni te imaginas a quien miré hoy aquí —insistió Ariadna cambiando de tema—. Estuve tan cerca que bien hubiera podido acercarme.

—Pues no me imagino, ¿A quién? —Diana se preparaba para bajar a desayunar.

—Adivina…

—Ari sabes que soy pésimas para las adivinanzas, anda dime, ¿a quién viste?

—A mi amorcito.

—¿Cuál amorcito?

—¿Cómo que cuál? Pues al único que tengo niña.

—¿Te refieres a Cavill?

—Siiiii!!!!!!!! —la chica quería brincar de la emoción, pero su rodilla se lo impedía.

—Eso es imposible.

—Pues es la verdad ¿Y qué crees? Hubo un momento cuando se giró que como si hubiera sentido mi mirada él que también me miró, ¿Me escuchaste bien? ¡Él me miró!

—¿Ariadna estás segura?

—Y no sólo eso, ¡me sonrió también! Awwww!!!!!! Si lo hubieras visto te mueres.

—Ari, no creo que haya sido Cavill, recuerda que su peli está de recién estreno, debe de tener compromisos, no puede estar en Francia.

—Pues seguramente viene a promocionarla.

—De ser así estaría en París ¿o no?

—Bueno pues… debe de venir unos días de vacaciones a Lyon, sólo tengo que averiguar en qué hotel está.

—Ari creo que tu obsesión te está trastornando.

—¡Oye! no seas aguafiestas.

—Sorry, pero es que no puedo creer que sea él y mucho menos que tú hayas estado tan cerca de él sin hacer nada, conociéndote te hubiera valido y capaz y lo violas frente a medio aeropuerto.

—¡Diana! —Ariadna se rió a carcajadas de nuevo, imaginarse eso le hizo entrar en calor—. Oye no soy tan perve… tampoco es para tanto, si quiero hacerlo pero no lo haría teniendo público, además no hubiera podido acercarme más, el cuarteto de gorilas con los que andaba me lo hubieran impedido.

—Bueno pues ya que lo tienes tan cerca ve a buscarlo y le pides un autógrafo para mí ¿Si?

—De que lo encuentro lo encuentro, aunque sólo tengo medio día para hacerlo, no es justo tan cerca y tan lejos a la vez… bueno Di, te dejo, ya casi me corren de la tienda porque aún no cancelo mis compras y debo prepararme para el evento de la noche, salúdame a Aurora, ya veré si cuando hable con ella me cuenta sobre su doctor que espero la moje también en otro sentido.

—¡Ariadna! —Diana se rió a carcajadas al entender lo que decía su hermana—. Eres única, no cambias, me alegra que ya te haya regresado el sentido del humor.

—Gracias a ustedes hermanita, no sé qué haría yo sin ustedes, te quiero mucho, seguimos en contacto.

—Yo también te quiero mucho, cuídate y disfruta lo que te resta de Francia —la chica salía de su habitación.

—Sí, sí lo intentaré, te mandaré a tu francés por correo, bye Di, besitos.

—Está bien, lo voy a esperar, al menos que me sirva de consolación.

—¿Consolación?

—Sí Ari, luego te cuento, hace unos días llegó un pianista a la academia que me ha cautivado, lo reconozco, creo que me enamoré de él.

—¿Enamorarte? Oye no inventes ¿y tu novio?

—Bueno ¿y no eras tú la que me iba a enviar al francés aún así?

—Pero una cosa es bromear y otra…

—Lo sé Ari y ese es el problema, creí estar enamorada de Harry pero él es… él… ah… por primera vez siento que caminé en las nubes cuando lo vi, ni siquiera puedo describirlo.

—Mira, ese asunto me lo vas barajar más despacio ¿ok? Luego hablamos seriamente, por ahora ya tengo que irme.

—Está bien Ari, cuídate, besitos, bye.

—Hasta pronto.

“Corregida y aumentada” —pensaba Ariadna con respecto a su hermana menor cuando cancelaba sus compras—. “Tranquila Di, puedes meterte en un buen lío”