Capítulo

14

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El jueves y el viernes Ariadna los tuvo muy ocupados, ya las clases finalizaban y debía prepararse para partir hacia el viejo mundo, cada vez que sentía el momento más cerca se ponía más nerviosa, el museo se había encargado de hacerle más llevadero los trámites con una agilidad sorprendente debido al caso, el jueves por la tarde ambos maestros hicieron el examen final de idiomas y para el viernes en la mañana entregarían el certificado con notas y los diplomas correspondientes, todo sumado a una reunión con bocadillos y refrescos para despedir el curso y compensar a los alumnos. Antes de salir de clases ese jueves por la tarde y mientras seguía conectada chequeó los horarios de cartelera por la red, ya había quedado con Jackie y sus hermanas, estaba demasiado ansiosa por ir al cine y su excitación iba un poco más allá, casi una semana sin sexo la tenía con las hormonas disparadas, sólo miraba al actor y sentía tener un orgasmo, Ariadna intentaba controlarse y lo logró cuando en su email miró la respuesta de Alonso, con toda su semana ocupada lo había olvidado, pero prefirió contestarle llegando a su casa. Esa noche antes de dormir volvió a mirar el email y no sabía que sentir, Alonso le parecía realmente lindo pero en el fondo tenía la espinita de que era primo de su ex y nada le impedía pensar que muy interiormente podían ser iguales, el mensaje decía lo siguiente:

 

De: Alonso Quintana F.

Para: Ariadna Warren

Asunto: Re. Hola.

Fecha: Junio 11 2013 10:25 a.m.

 

Hola.

Cómo conseguí tu email prefiero reservármelo, simplemente quise escribirte y saber de ti, así que busqué la manera de hacerlo, como también agradecería que me proveyeras de un número móvil para poder llamarte si no te molesta. Me alegra mucho saber de ti y más que nada que estés muy bien, no eres “cara dura” como dices, sino que eres fuerte y luchadora que es diferente, demuestras más madurez para afrontar las cosas y por eso te admiro, eres mucha mujer para cualquier hombre y vales mucho más de lo que crees, no permitas que nadie te diga lo contrario. Es una lástima que tengas la semana ocupada, me encantaría poder enseñarte francés si deseas aprender idiomas, entiendo que es parte de tu oficio y más que nada por el motivo de tu viaje. Quedaré a la espera de tu mensaje para poder buscar la manera de vernos antes de que te vayas. Le di tus saludos a Silvia y a mis viejos, igual ellos te mandan los suyos y se alegran de saberte bien. Espero tu respuesta ansioso.

 

Abrazos.

Alonso Quintana F.

 

Ariadna volvió a suspirar, Alonso le parecía adorable así que no quiso ser grosera y le contestó:

 

De: Ariadna Warren

Para: Alonso Quintana F.

Asunto: Re. Hola.

Fecha: Junio 13 2013 21:35 p.m.

 

Gracias por tus palabras Alonso eres muy lindo y considerado, voy a respetar tu silencio en cuanto a cómo conseguiste mi email, agradezco tu interés, de verdad me haces sentir muy bien, disculpa que te conteste hasta hoy, he estado bastante ocupada y apenas he dormido, me gustará practicar el francés contigo es uno de los idiomas que estoy llevando, acabo de comprarme otro móvil así que voy a confiar en ti y dártelo pero por favor no se lo des a él, no quiero volver a saber de él, ni hablar con él, ¿entendido? A continuación te lo doy…

Mañana por la mañana recibo mis diplomas y tengo un refrigerio con mis maestros y compañeros, luego tengo una cita toda la tarde con mi estilista para luego ir al cine por la noche, así que no sé cómo podríamos vernos. De verdad me gustaría pero no sé cómo podríamos acomodar nuestra agenda, cualquier cosa ya tienes mi número y estaremos en contacto, saluda a todos de mi parte y les agradezco sus buenos deseos, feliz noche, saludos.

 

Ariadna Warren

Supervisora asistente en jefe del Dpto. de escultura, pintura y conservación.

Museum of History and Art.

Ontario, California.

 

No quiso esperar respuesta, apagó la máquina y apagando también su móvil se metió a la cama, tenía sueño y necesitaba descansar.

Para el viernes por la mañana Ariadna se sintió como en la facultad cuando le entregaron su diploma, la hizo sentir feliz y ese pequeño logro lo había alcanzado en parte por Steve que la ayudó a estudiar y la adiestró en la pronunciación. Esa mañana se tomaron muchas fotografías que obvio él las guardaría con más esmero que ella.

—¿Feliz? —preguntó él con melancolía.

—En parte —contestó ella, él bajó la cabeza—. Steve quiero agradecerte toda la ayuda que me has brindado esta semana, realmente me gustó conocerte, gracias por… haber venido de manera “casual” a las clases, reconozco que sin ti, esto no hubiera sido lo mismo.

—Para mí ha sido un verdadero placer —sonrió intentando fingir que estaba bien—. Ha sido de las mejores decisiones que he tomado.

En ese momento se vieron interrumpidos por la maestra Giulia.

—Señorita Warren déjeme felicitarla, ha sido de las mejores y más aplicadas alumnas, sin duda su jefe va a estar muy complacido, le deseo un feliz viaje y una feliz estadía en la tierra de mi padre, le recomendaría comer muchas cositas deliciosas pero veo que cuida usted muy bien su escultural figura. Espero que lo aprendido le sirva mucho y disfrute de su viaje de trabajo que a la vez será de placer.

—Grazie insegnante Giulia, sono molto felice e 'un piacere per me.

—Molto bene, aprendió muy bien y rápido, puede hablar como italiana.

—Gracias a Steve, él me ayudó mucho.

—Sí, este chico se quiso pasar de listo —lo sujetó del brazo y lo abrazó—. A quien quiso engañar ¿eh? Habla tan bien el italiano como yo, pero nunca está demás volver a repasar lo aprendido, los dejo chicos, espero que nos volvamos a ver, les deseo un feliz día.

Poco a poco todos los alumnos fueron desalojando el salón y después de despedirse del maestro de francés Ariadna y Steve hicieron lo mismo, el chico la acompañó hasta su camioneta, no deseaba despedirse.

—¿Nos volveremos a ver? —preguntó él sintiendo un nudo en la garganta, Ariadna lo miró después de meter su bolso al asiento trasero.

—Claro, ¿por qué no?

—Siento que ya no hay una excusa.

—Steve… —Ariadna sujetó la cara del chico entre sus manos para darle ánimos—. No necesitas excusas para verme.

—¿De verdad? —la miró con devoción.

—Somos amigos, podemos vernos y hablar cuando quieras, bueno y también cuando yo tenga el tiempo.

—Me gustaría invitarte hoy…

—Hoy no puedo ya, por motivos de mi viaje tengo el resto de la tarde y noche ocupados, lo siento.

—Me refería al cine, pero entiendo lo del tiempo.

“No, al cine no” —pensó la chica intentando sonreírle—. “A mi hombre de acero lo quiero ver solita”

Bueno… no sé… si tuviera el tiempo, tal vez… —la chica no sabía que decir.

—Creo que Jackie irá, será un buen momento.

—¿Es para ver al hombre de acero?

Steve hizo un puchero, recordó la plática de la chica.

—Sí, Jackie también quiere verlo.

Ariadna sabía que no tenía excusa.

—Bueno, si podemos quedar de alguna manera y para el mismo horario, está bien.

—Y si no… ¿Puedo ir mañana al aeropuerto?

—Claro, me gustará verte allá, el vuelo sale a las doce para Los Ángeles.

El chico sonrió pero a la vez tensó la mandíbula, sujetó la mano de Ariadna y besó su dorso con suavidad a la vez que cerraba sus ojos y suspiraba, Ariadna sintió un nudo en la garganta ante su caballerosidad que la abrumaba y adoraba a la vez, no quería lastimarlo, no se lo merecía, su cariño hacia él era como amigo no como nada más. Sintió ternura ante su gesto.

—Bien, entonces así quedamos —dijo con valor a la vez que mordía sus labios.

Ariadna se acercó a él y besó intensamente su mejilla.

—Hasta pronto —se despidió entrando a su camioneta.

Cuando salía del parqueo del instituto el corazón del chico se encogía a la vez que la miraba alejarse, para él Ariadna era una estrella inalcanzable, algo hermoso, delicado y brillante que estaba lejos de su alcance, en la inmensidad de su universo su lucero llamado Ariadna Warren estaba en el punto más alto, en un punto que él jamás alcanzaría y que solo tenía como opción admirar.

Justo cuando iba camino a su casa le cayó un mensaje a su móvil, redujo un poco la velocidad y con cuidado lo sacó de su bolso, lo leyó curiosa al saber el número desconocido:

“Muchas gracias por el número, prometo no dárselo ni a mi sombra, me picaban los dedos por escribirte. ¿Almorzamos juntos?”

Alonso Q.

Ariadna sonrió a la vez que negaba con la cabeza, Alonso la hacía sentir bien pero no quiso contestar con mensaje ya que estaba manejando, así que usó el “manos libres” y le marcó al mismo número, prefería hablar con él.

—Hola preciosa ¿Cómo estás? Me alegra que me llames —contestó muy emocionado.

—Hola Alonso, estoy manejando a mi casa y por eso preferí llamarte, no entiendo lo del almuerzo ¿estás en Ontario?

—Si estoy en la ciudad, llegué por la mañana.

—Y supongo que estás en casa de él.

—Bueno, vine a saludar a mis tíos, ando con Silvia.

—Me halaga que quieras que almorcemos pero como te dije en el email tengo la tarde ocupada, apenas y llegue a mi casa me ducho, me cambio y luego salgo a mi cita en la estética.

—Ariadna no permitas que se te pase el tiempo de la comida, no es bueno.

—Comí algunos bocadillos en el instituto, además de un pedazo de pastel que mi conciencia me está martillando, me siento llena de verdad, pero si te quedas podemos vernos en el cine si quieres.

—¿Cine?

—Si claro, te lo dije en el email ¿recuerdas?

—Hmmmm…

—Ok entiendo que los hombres envidien a Superman.

—Oye yo no lo envidio —sonrió—. Se supone que es perfecto porque no es terrícola.

—Oh sí, que buena observación. —Ariadna fingió reír cuando llegaba a su casa—. En ese caso con gusto me voy del planeta, con un extraterrestre así que me rapte con mucho gusto.

—Ya en serio ¿De verdad prefieres perder el tiempo en el cine? ¿No te gustaría ir a cenar y luego a la disco?

—No, no, recuerda que mañana me voy de viaje y no quiero desvelarme demasiado. —Se estacionaba frente al pórtico y apagaba motores—. Y no me voy a ir sin ver a mi hombre de acero, así que lo siento, si no hay otra solución ni modo, no nos veremos entonces.

—Caramba Ariadna siento que me es más fácil ver al presidente que a ti —sonreía el chico.

—Bueno pues le das mis saludos —la chica sonrió también.

—Está bien, tú ganas, además Silvia querrá ir con seguridad también, ¿A dónde piensas ir?

—Compré las entradas para el AMC Ontario Mills 30.

—Bueno voy a chequear a ver si encuentro y nos vemos allá, cualquier cosa nos hablamos ¿te parece?

—Está bien, saluda a todos de mi parte y nos vemos en la noche.

—Con gusto, hasta pronto.

—Bye.

Entro a su casa y subió rápidamente a su habitación, se dio una rápida ducha, se vistió deportivamente y salió disparada para el salón de belleza, iba a ponerse en manos de Flavio su estilista profesional para lucir radiante en el viejo mundo. Esa tarde por un momento Ariadna se sintió libre, no tenía que ir ni pensar en el museo, en la clínica estética se sentiría como pez en el agua y eso la tenía feliz.

—Ariadna mi musa, mi reina no sabes el gusto que me da verte cariño. —Flavio la recibió muy feliz al verla entrar a su recinto sagrado.

—Flavio mi amor, vengo a ponerme en tus manos, haz conmigo lo que quieras. —Ariadna lo abrazó con fuerza y ambos giraron en el salón como dos enamorados.

—Ay mi vida no me tientes, tú eres un fruto prohibido, al menos para mí, qué lástima. —Sonreía el hombre muy feliz a la vez que hacía unos peculiares gestos con sus manos.

Flavio era de origen español y orgullosamente gay a pesar de ser muy atractivo físicamente, su cabello largo a los hombros y oscuro lo mantenía siempre alisado, su piel nácar era más suave que la misma seda, sus cejas y labios perfectamente delineados con maquillaje permanente y su bien cuidado manicure sumado a su estilizada figura de bailarín de flamenco, más sus ojos grises-zafiro, lo hacían parecer el más precioso maniquí de escaparate de las más prestigiosas tiendas de Beverly Hills.

—Flavio amor, tengo un viaje mañana hacia el viejo mundo y quiero ir despampanante. —Le decía la chica a la vez que se sentaba en uno de los sillones de cuero en la entrada del salón.

—En ese caso mi reina, viniste con tu hombre… con la persona adecuada —sonrió después de hacer una pausa—. Dime, ¿Qué deseas?

—Quiero todo, quiero acentuar el color de mi cabello, quiero un pequeño corte y tu magnífico alisado, manicure, pedicure, si se puede un pequeño masaje porque me duele todo mi hermoso cuerpo y por supuesto una depilación total que mantenga mi piel como la de un bebé, necesito estar completamente protegida al menos más de un mes.

—Wow mi reina que bien traes la agenda, no soy el genio de Aladino pero tus deseos son órdenes, en ese caso voy a secuestrarte toda la tarde, ¿Estás lista?

—Por supuesto, quiero ir radiante al cine para ver a mi hombre de acero esta noche.

—¡Oh por Dios! Es cierto. —El hombre gritó emocionado—. ¡Nuestro papucho llega hoy! Veré si salgo con todo lo pendiente para ir, ese estreno no me lo pierdo. ¿Quieres que vayamos juntos?

—Por supuesto, me encantaría, Aurora nos va a acompañar, compré la entrada de Diana no sé si podrá pero podemos quedar y estar todas juntas.

—¡Awwww qué emoción! —Flavio gritó aplaudiendo y poniéndose de pie—. Bendito yo rodeado del poder y glamur de las chicas Warren.

—Pues ya rugiste. —Ariadna se paró también cuando él le extendió la mano.

—Ya rugiste tú mi reina eres una fiera, grrrrr. —Flavio besó su mano y sonrió, Ariadna se contagió de la risa, su amigo le ayudaba mucho cuando su estado de ánimo estaba decaído—. A ver chicas —aplaudió el hombre llamando a su staff—. Mi chica Warren es un diosa total así que la tarde es suya, preparen todo para complacerla y consentirla en todo lo que pida, hoy saldrá de aquí más hermosa que una actriz de Hollywood.