Capítulo

39

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“Última parada, Roma” —se dijo la chica en voz alta cuando se preparaba para salir de la clínica, aprovechando la ausencia de Frank y del doctor se vistió y se arregló un poco con la ayuda de la enfermera, el resto de la mañana se había sentido bien y afortunadamente la fiebre no había regresado, el médico ya había firmado el alta y para sorpresa de Frank cuando quiso cancelar todo alguien más había corrido con los gastos de la chica, cosa que no le hizo gracia.

Saliendo de la clínica se dirigieron al hotel, tenían el tiempo justo para arreglarse y salir al aeropuerto para abordar el “Alitalia” que los llevaría a la capital italiana, el museo de Roma, la galería Borghese, los museos capitolinos y los del vaticano, incluyendo la capilla Sixtina aún esperaban por la delegación americana.

Afortunadamente uno de los eventos había sido cancelado esa noche por lo que al menos pudieron descansar llegando a Roma, Ariadna se mantenía soñolienta debido al medicamento y agradeció el tiempo libre que tenían, igual ya Frank y ella se habían disculpado por no poder asistir —ella para reposar el malestar y él por el cansancio y el desvelo— así que lo mejor que pudieron hacer fue quedarse en el hotel y meterse a la cama para desconectarse un poco de los deberes, que en parte lo necesitaban.

Una llamada la despertó a las cuatro de la mañana, Ariadna se asustó y al ver el número de su hermana Aurora no dudó en contestar.

—¿Aurora?

—Ari disculpa que te despierte, ¿Cómo estás?

—Por ahora dormida, pasé la noche en un hospital de Milán.

—¿Hospital? ¿Qué te pasó?

—Síntomas de una faringitis severa, afortunadamente me atendieron a tiempo y ya me siento mejor, pero las pastillas que controlan la fiebre y el dolor me tienen con sueño.

—Eso explica el porqué Jackie no obtuvo respuesta de los mensajes que te envió desde ayer.

—¿Mensajes? —La chica se sentó en la cama y encendió la lámpara, estaba transpirando un poco—. La tarde de ayer tuve mi móvil a mano, bueno excepto que lo apagué durante el vuelo a Roma, pero lo revisé y no he visto mensajes de ella. ¿Qué sucede?

—Ari, lamento ser yo la que te de esta mala noticia pero es un asunto que ya no puede posponerse y es inevitable ocultarte algo así.

—Aurora me estás asustando, si no fuera tan malo no me habrías despertado. —La chica preparó otra pastilla para tomársela— ¿Le pasa algo a Mina? ¿A Di?

—No, no, afortunadamente ellas están bien, Mina llegó de su luna de miel que se le acabó pero va a sobrevivir, a pesar de la melancolía sigue estando enamorada y feliz y eso me agrada y Diana pues… la verdad no sé qué pensar, de repente ya no sabe quién es Harry porque sólo piensa en el pianista que ha llegado de visita a la academia el cual dice que es mucho mejor que un príncipe de cuento, para colmo es el que los va a acompañar en una presentación y bueno… ahora poco le falta dormir en la academia también, pero ya después veremos que va de ese asunto que espero le pase rápido.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Ningún príncipe a la vista?

—Ari…

—Aurora, es el colmo contigo ¿A quién esperas?

—Ari… ¿De casualidad conoces a un… Alonso Quintana Farrell?

Ariadna casi se atraganta al beberse la pastilla, no esperaba esa pregunta.

—¿Lo conoces? —respondió la chica con otra pregunta— ¿cómo?

—De casualidad, fue la semana pasada que despedía a Minerva cuando se iba con Rick y bueno, con tanta cosa la verdad no lo determiné ni te lo comenté pero me confundió contigo y por eso nos conocimos, él se iba para Toronto pero luego de algunas cosas que han sucedido… me ha llamado y hemos estado en contacto.

—A ver, a ver… —la chica se sujetó la cabeza y se acostó de nuevo—. Antes de que la cabeza me vaya a dar vueltas de nuevo sólo te diré que Alonso es primo de… él y pues al parecer se sintió atraído por mí, quiso que le diera una oportunidad pero obvio por ser un Farrell no puedo, nos vimos en el cine y fue con él que salí a tomar un café cuando tú y Diana llevaron a su hermana Silvia a la residencia de los Farrell, ¿lo recuerdas?

—Oh sí, ya lo recuerdo, bueno a la chica a él no.

—Sí, a él no lo presenté, pero no entiendo ¿quiere contigo ahora?

—Mira no lo sé es muy persistente y no sé qué pensar pero no es por él que te llamo.

—¿Entonces?

—Ariadna ha sucedido algo que… no sé cómo lo vayas a tomar, sólo te pido que seas fuerte y que lo tomes con calma, tal vez tu supervisor pueda ayudarte y no sé si deberán volver a Ontario.

—Aurora me asustas, ¿Qué pasa?

—Es en relación al asesinato de la hija de tu jefa.

Ariadna abrió los ojos y se asustó, sentía miedo de saber.

—Te escucho.

—Hasta ahora sólo habían hipótesis y no se sabía nada del supuesto asesino pero… la policía hizo presión y una de las amigas de la chica como testigo protegido dijo por fin lo que sabía.

—¿Y?

—El primer sospechoso es Lucas.

Ariadna se sentó de un sólo golpe en la cama haciendo que un intenso dolor de cabeza le sobreviniera, la sujetó, encogió las piernas y enterró la cabeza en las mismas.

—¿Ariadna? —Aurora se asustó.

—Aquí estoy, estoy bien, continúa —la chica intentaba fingir que no le importaba.

—Al parecer la familia Farrell se había mantenido hermética hasta el momento, el mismo Andrew vino a verme la semana pasada cuando todo esto fue noticia y quería saber de ti, pero yo no le di información como también le dije que te iba a ocultar esto hasta donde pudiera porque estabas muy bien en Europa y no iba a empañar tu viaje.

Ariadna se sentía en shock y no podía procesar lo que su hermana le decía, le era imposible creerlo pero escuchaba con atención.

—¿Está detenido? —preguntó con miedo.

—Desde ayer, los abogados de la familia están intentando un acuerdo con alguna fianza que condicione su libertad.

—Aurora ¿cómo fue todo eso? ¿Cómo se supone que Lucas mató a esa chica? —la mano de Ariadna temblaba al sostener su móvil.

—Desde el 10 de Junio Lucas dejó Ontario para viajar a Santa Ana, pero el muy idiota pasó de lejos en su obligación y se fue directo a Long Beach, según la amiga de la chica esa noche se conocieron y comenzaron un idilio pero el jueves de esa semana Lucas regresó a Santa Ana por órdenes de Andrew, el asunto es que la chica lo esperaba en Long Beach y él, en vez de obedecer a su padre y regresar a Ontario prefirió irse de nuevo para Long Beach en donde pasó el fin de semana con ella, hasta que la chica fue encontrada muerta al amanecer del domingo 16.

Ariadna se sujetaba la cabeza y sin poder evitar las lágrimas lloró, no recordaba que él le había mencionado un viaje suyo a Long Beach pero constató lo que su ex era, le dolió saberlo infiel aunque ya todo entre ellos había terminado, pero conocerlo como un asesino eso no lo podía asimilar.

—¿Y qué pruebas hay de que él…? —Ariadna no podía hablar, tenía un nudo en su garganta.

—Al parecer Lucas ya fue interrogado y dice no saber nada, dice que no recuerda nada, desde la semana pasada ha estado encerrado en su casa fingiendo un resfriado que lo tuvo con fiebres pero al parecer su encierro se debía al miedo de saberse descubierto, él lo único que ha dicho es que la chica se drogaba y lo último que recuerda es estar bebiendo con ella en la playa, reconoce que mantuvieron relaciones sexuales varias veces desde que se conocieron pero de la última no tiene conocimiento, sabe que bebió de más pero insiste en que la misma chica debió echarle algo más a la bebida porque ni siquiera recuerda haber estado con ella, lo último que recuerda es haber bebido, haberla besado, estado en la playa y luego despertó desorientado en su habitación del hotel, solo, no sabe nada más.

Ariadna exhaló y limpió sus lágrimas, se acostó de nuevo y suspiró.

—Ari lo siento pero tenías que saberlo, ya no tenía caso ocultarlo y preferí ser yo la que te lo dijera.

—No te preocupes Aurora, es un golpe fuerte pero estoy bien, es sólo que… debo de pensar qué hacer.

—Me extraña que tu supervisor no te dijera nada, supongo que debe de saberlo, hasta la semana pasada Lucas era sólo un sospechoso y no habían pruebas que lo incriminaran pero al hablar la amiga de la chica al parecer todo encaja, el problema será probar todo eso, los abogados de la familia están peleando con uñas y dientes para que el nombre de su cliente salga limpio pero también el abogado de tu jefa está haciendo lo suyo para encontrarle las pruebas y que lo condenen a una pena máxima, de ser culpable la familia de tu jefa exige todo el peso de la ley en el asunto.

—Aurora tengo miedo —le dijo Ariadna sin evitar derrumbarse—. ¿Y si lo condenan a… morir? —la chica se llevó una mano a la boca, estaba aterrada.

—Tranquila Ari, esperemos que no, esperemos que si se le condena que sean sólo a unos cuantos años nada más.

Después de prometerle Ariadna a su hermana que estaría bien y seguirían en contacto llamó a Jackie quien le confirmo todo lo dicho por Aurora, había estado llamándola desde la madrugada del lunes horario europeo y al no tener respuesta le dejó varios mensajes para que se comunicara con ella pero al decirle Ariadna que había pasado la noche en una clínica comenzaron a atar cabos, Frank se quedó con ella y con sus cosas, pudo haberse dado cuenta de las llamadas y borrarlas junto con los mensajes, era obvio que no le convenía que Ariadna se diera cuenta porque su viaje por Europa se habría terminado. Después de hablar con su amiga, muy molesta Ariadna se vistió con la bata de su pijama y salió rumbo a la habitación de Frank, tocó tan fuerte la puerta que amenazó con botarla. El hombre asustado la abrió y la chica sin más entró furiosa y decidida a encararlo.

—Ariadna ¿qué te pasa? ¿por qué tocas así? Ni siquiera son las cinco de la mañana ¿Qué sucede? —le preguntó Frank adormitado y desconcertado al verla.

—Eso mismo te pregunto —le dijo la chica seriamente—. ¿Qué ganas con engañarme? ¿Qué ganas con mentirme?

—Ariadna no entiendo, ¿De qué hablas? —El hombre se frotaba los ojos al cerrar la puerta.

—Jackie me estuvo llamando y me dejó varios mensajes ¿Por qué no me lo dijiste?

—¿Qué?

—La noche de ayer, tú te quedaste con mis cosas y en mi móvil no hay registro de llamadas.

—Ariadna yo no entiendo. —El hombre se encogía de hombros.

—Claro que lo entiendes y deja de tratarme como una tonta, todo gira en torno a Lucas ¿verdad?

Frank por fin pudo enfocar su mirada en la chica y tragó en seco, Ariadna pudo constatar que no se equivocaba.

—Yo… no sé de lo que hablas —le dijo intentando disimular.

—Si lo sabes y deja de hacerte el tonto.

—Ariadna no me faltes el respeto —le dijo seriamente.

—Y tú no me faltes al mío, no tienes derecho a ocultarme nada y más si son asuntos que indirectamente me conciernen.

—Vuelvo a repetirte que no sé de qué estás hablando. —Se sentó en uno de los sillones de la habitación y se sujetó la cabeza.

—¿Qué es lo que te han dicho del museo?

—¿Qué?

—¿Quién te habla del museo? No es Sharon, sé que ella no está en condición ¿Qué otro motivo hay para volver?

Frank la miró y resopló, se llevó las manos a la cara, pasó las mismas por su cabello y se reclinó en el sillón observando a la chica.

—Me pidieron volver para suplantarla, eso es todo, como dices ella no está en condición y alguien debe de estar al frente en su ausencia.

—¿Y qué más?

—Nada más.

—No mientas.

—Ariadna ¿a dónde quieres llegar? —preguntó con fastidio.

—A la verdadera razón y al motivo que me ocultas.

—No lo hay.

Ariadna lo miró queriendo traspasarlo, estaba furiosa.

—Regreso a Ontario Frank, ya sé lo que pasó con Lucas. —La chica se dirigió a la puerta.

Frank se levantó del sillón la sujetó del brazo.

—No vamos a volver ahora —sentenció.

—¡Suéltame!

—Ese idiota no merece ni siquiera que pienses en él, déjalo que se pudra en la cárcel.

Ariadna lo miró fijamente, al fin había confesado.

—Lo sabías.

Frank exhaló resignado.

—Nada puedes hacer volviendo a Ontario, es el principal sospechoso del asesinato de la hija de Sharon, tu presencia sólo va a empeorar las cosas ¿Vas a perdonarlo después de lo que te hizo? Es un poco hombre que no le importó hacerte daño, que te olvidó fácilmente y sin dudarlo corrió a buscar consuelo, es justo que pagué las consecuencias de sus actos y si él la mató todo el peso de la ley va a caer sobre él sin que tú puedas hacer algo, de nada sirve volver, dije en el museo que regresamos en tres días cuando nuestro deber termine aquí en Roma, así que si tienes un poco de dignidad y te valoras como mujer vas a dejar este asunto de lado y vamos a continuar con nuestra agenda, ¿Está claro? Ese tipo no es nada tuyo, demuéstrale que tampoco vale nada para ti.

Ariadna se soltó y se quedó pensativa ante las palabras de Frank, una lágrima rodó por su mejilla y tragó en seco, no sabía si el hombre tenía o no la razón, no podía pensar, se sentía mal.

—A las diez de la mañana tenemos la primera presentación en el museo de Roma —le dijo el hombre seriamente—. Vamos a desayunar con el grupo a las 07:30 a.m.

—Yo no iré, no tengo ánimos de nada, discúlpame con todos. —La chica salió de la habitación.

—No intentes viajar sola Ariadna —le dijo Frank mirándola fijamente—. No te atrevas a dejarme con todo el trabajo aquí en Roma, recuerda que aún debemos trabajar en todos los informes finales, si regresas sin mi autorización será un desacato y puede costarte tu trabajo, al menos has que todo este viaje valga la pena en tu aprendizaje y deja que el niño inmaduro con el que ibas a casarte reciba una lección.

Ariadna cerró los ojos, apretó los puños y se metió molesta a su habitación.