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Durante un buen rato, Clara tuvo que concentrarse exclusivamente en mantenerse de pie. Queenie la arrastraba por un brazo y no le importaba retorcérselo cada vez que Clara tropezaba o ralentizaba el paso, ni que fuera durante un segundo.

Las chicas de Guilty Jen avanzaban rápidamente y en silencio. Las tenía bien entrenadas. Todas tenían clara la orden (seguir a Jen) y no necesitaban ningún tipo de supervisión. Clara se estremeció al pensar lo que serían capaces de hacer si lograban huir de la prisión. Ella era policía, más o menos, y sabía que la peor pesadilla de un policía no era ni un asesino en serie suelto ni un loco drogado con una metralleta, sino un grupo de criminales bien organizados con un líder inteligente que supiera moverse al margen de la ley y salirse con la suya. Un asesino suelto podía hacer mucho daño durante una noche, antes de que, inevitablemente, lo pescaran, pero una banda bien organizada podía provocar daños enormes durante años antes de que detuvieran a sus integrantes.

Cuando finalmente logró ajustar su paso al de Queenie, supo qué era lo que debía hacer a continuación.

—Estás cometiendo un error —le dijo a Guilty Jen, consciente de que se estaba buscando un problema. Pero tenía que hacer algo, necesitaba salir en defensa de Laura, por inútil que fuera—. Estás dejando que la directora te manipule. ¿En serio crees que le interesa lo que sea mejor para ti? Matar a Caxton no te va a servir de nada. No va a permitirte salir de aquí antes de…

Guilty Jen se detuvo ante una puerta y el grupo hizo lo propio. La psicópata se volvió lentamente y le dirigió a Clara una mirada gélida.

—Ahora mismo, si sigues viva es gracias a mí —le dijo—. Sería mucho más fácil y seguro matarte. A ver si lo vas pillando… Estoy convencida en un noventa y ocho por ciento de hacerlo con mis propias manos, ahora mismo, y si no estoy segura al cien por cien es porque aún es posible que en los próximos minutos me resultes más útil con vida. Lo que pasa es que importa poco que estés viva y puedas caminar o tan sólo que estés viva. Sé exactamente dónde debo golpearte para partirte la columna vertebral. ¿Me crees?

Clara asintió con la cabeza. En aquel preciso instante, no podría haber hablado aunque su vida hubiera dependido de ello. Por suerte, estaba bastante segura de que su vida dependía de que fuera capaz de no hablar.

—Puedo dejarte en una silla de ruedas para el resto de tu vida. Tardaría tan sólo diez segundos en hacerlo. Queenie, Featherwood y Maricona podrían cargar contigo, no creo que peses mucho. Caxton te querría aunque fueras una inválida inútil. Sin embargo, tengo la sensación de que iremos un poco más rápido si puedes hacerlo por tu propio pie y por eso te daré otra oportunidad. Eso sí: como vuelvas a abrir la boca, haremos una parada técnica de diez segundos, ¿de acuerdo?

Clara asintió con la cabeza.

—Bien. Y ahora andando.

Guilty Jen abrió la puerta que tenía ante ella y salieron al exterior. Clara se sorprendió al constatar lo oscuro que era ya. El sol no se había puesto aún, pero hacía rato que se había escondido tras el muro de la prisión, de modo que unas largas sombras sumían el patio de la prisión en la penumbra.

Avanzaron por el lateral de un edificio bajo. A juzgar por las cañerías que corrían por sus muros, debía de tratarse del centro de control del suministro de agua de la prisión. Featherwood se acercó a la esquina, echó un vistazo a lo que se encontrarían al doblarla y les hizo una señal a los demás para indicarles que el camino estaba despejado.

Aquél no podía ser el camino más rápido a la torre central, pensó Clara. Recordaba la ruta que Guilty Jen había seguido anteriormente. Era evidente que ahora estaban dando un rodeo. Sin embargo, no le sorprendía: Guilty Jen era lo bastante lista para saber que la directora podía haberles tendido una trampa y había decidido tomar una ruta alternativa para dar esquinazo a quienquiera que pudiera estar esperándolas.

Ya no faltaba demasiado para llegar al hub. Dejaron atrás un campo de béisbol y enfilaron la pasarela cubierta que conducía a la torre central. Mucho antes de llegar, Clara empezó a oír un sonido repetitivo, metálico. Sonaba como si alguien lanzara piedras contra algo de latón desde una posición elevada. No fue la única que lo oyó.

—Suena como si tuvieran artillería ahí dentro —dijo Queenie—. Automática, de gran calibre.

Guilty Jen asintió con la cabeza.

—Es posible que sea Caxton. A lo mejor ha logrado colarse en la guarida de los guardias.

—Pero nosotras no tenemos pistolas —señaló Maricona—. No estoy segura de que…

Una mirada de Jen bastó para hacerla callar.

—Vamos a entrar —dijo Guilty Jen—. Ya sabéis lo que tenéis que hacer.