Siglos XX y XXI

ELENA RUSSO murió dos días después. Con la ayuda de un notario amigo y del médico Carlo Milano, Giacomo de Mola adoptó a su hijo, dejándolo al cuidado de sor Camilla. Seis meses después la mujer renunció al velo, y obtuvo rápidamente el diploma de enfermera. Los tiempos anunciaban que su profesión sería de las más apreciadas. Ella y Giacomo se fueron a vivir juntos a Fiésole. Todas las ayudas de carácter económico que le llegaron las reservó para cuando el pequeño Giacomo cumpliera la mayoría de edad. Toda la vida la llamó tía.

WILHEILM ZUGEL encontró un pasaje en Portugal para los Estados Unidos de América. Durante el viaje cambió de nombre y adoptó el de Walter Pace, de supuesto origen judío. En el puesto de aduanas de Ellis Island, frente a Nueva York, no le dejaron pasar. A los pocos días se encontró un cadáver flotando con una maleta vacía aún atada a un brazo. Algunos testigos reconocieron al tal Walter Pace, que quería pasar la aduana a toda costa. El cadáver se enterró con ese nombre, pero el nombre de Wilheilm Zugel volvió a aparecer muchos años después durante un estudio sobre una misteriosa organización llamada Organisation der Ehemaligen SS-Angehörigen, o más sencillamente Odessa, especializada en ayudar a criminales nazis que habían encontrado refugio en Suramérica.

GIANNI ZARDO, conocido como Colmillo, fue detenido tras la guerra junto a otros dos facinerosos mientras estaban dándole una paliza a un soldado estadounidense negro completamente borracho. En su posesión encontraron un diario con la lista de sus actos delictivos. Un partisano que había combatido en los Apeninos toscanos entre los pañuelos blancos y que colaboraba con la policía estadounidense recordó aquella melena rubia y los dos cadáveres que había encontrado en una casona abandonada. Los había enterrado sin un nombre, pero siempre los había relacionado con aquel hombre. El soldado americano murió por las lesiones, y el gobierno provisional del CLN decretó la pena de muerte por fusilamiento. La sentencia se ejecutó el día antes de Navidad de 1945. El cuerpo de Giovanni Volpe nunca tuvo un nombre.

GIOVANNI PICO, CONDE DELLA MIRANDOLA no puede descansar en paz. El 26 de julio de 2007 abrieron su lápida, con la excusa de examinar sus huesos, ante la perplejidad de los dominicos que custodian la iglesia de San Marco. Estaban presentes también los carabinieri del RIS, y no comprendo del todo el motivo. ¿Por un delito cometido hace cinco siglos? ¿O para intervenir en caso de que saliera a la luz un documento que conviene que quede oculto para siempre? Algo ha ido madurando estos últimos años, alguna noticia, algún rastro quizá se ha filtrado en libros, artículos o documentos. El 17 de enero de 2004, Juan Pablo II, durante el Concierto para la Reconciliación, habló de la necesidad de unificar en uno solo el Dios de los cristianos, de los judíos y de los musulmanes. Dijo que: «… Tenemos que encontrar en nosotros la valentía de la paz. Tenemos que implorar de lo Alto el don de la paz. Y esta paz se extenderá como el aceite, si recorremos sin descanso el camino de la reconciliación. Entonces el desierto se convertirá en un jardín en el que reinará la justicia, y el efecto de la justicia será la paz». Aquél era el primer objetivo de Pico, de sus Novecientas Tesis. Pero antes que él, Juan Pablo I había ido más allá, diciendo explícitamente, durante el Ángelus del 10 de septiembre de 1978, que «Dios es Madre», que hay que pensar en él como en una madre. Aquél fue el origen de las Noventa y Nueve Tesis, junto a otras revelaciones sobre la esencia del hombre, sobre su origen, sobre su propia divinidad. Secretos que el genio de Mirandola descubrió, que en aquel tiempo se le impidieron revelar, y que aún hoy en día representan un peligro mortal para la supervivencia de países e instituciones. ¿Será ése el motivo de que el papa Albino Luciani sólo durara treinta y tres días?

Quienquiera que haya encargado la reciente intervención en San Marco habrá quedado decepcionado, y quizás en parte aliviado por el éxito de la búsqueda. No sabe que el sueño de Pico está aquí, vivo y presente entre nosotros, y que yo soy su Último Guardián.