En busca del síndrome de María Antonieta
Es el hombre invisible de la dermatología y la cosmetología reunidas. ¿Existe el síndrome de María Antonieta? Según la leyenda, la cabellera de la última reina de Francia se volvió blanca la noche anterior a su subida al cadalso, el 16 de octubre de 1793. Por su parte, Sainte-Beuve, en sus Charlas del lunes, asegura que la transformación se produjo dos años antes, el 21 de junio de 1791, cuando la familia real fue arrestada en Varennes tras su intento de huir de Francia: «Cuando la señora Campan volvió a verla tras su regreso de Varennes, la reina se quitó el gorro y le dijo que mirara el efecto que el dolor le había producido en los cabellos: “En una sola noche, se habían vuelto blancos como los de una mujer de setenta años”. Tenía treinta y seis».
Aunque lleve el nombre de María Antonieta, esta súbita y espectacular metamorfosis aparece en la literatura mucho antes. Se cuenta que los bigotes del futuro Enrique IV encanecieron en una sola noche. El fenómeno del blanqueo piloso no se limita a Francia ni a las cabezas coronadas. Se dice, por ejemplo, que la barba y el pelo del filósofo británico Tomás Moro se volvieron blancos la noche anterior a su ejecución en 1535. También al otro lado del canal de la Mancha, Shakespeare pone en boca de uno de los personajes de su obra Enrique IV: «Todas estas noticias han hecho que la barba de tu padre se vuelva blanca». Más tarde, Walter Scott, en su poema «Marmion», precisa las circunstancias en las que se produce el cambio: «El terror puede adelantar los años y blanquearnos los cabellos en una noche».
La ciencia no podía sino interesarse por unos acontecimientos tan extraordinarios como improbables, durante los cuales el cabello y el vello, a causa de un intenso estrés que sufre su portador, pierden su pigmentación. Así, en una carta dirigida al Boston Medical and Surgical Journal en 1851, un tal E. R. Smilie menciona varios casos y, especialmente, el de un minero enfermo que, habiéndose dormido tras sufrir una sangría, tuvo el espanto de su vida cuando descubrió, al despertarse, un oso pardo a los pies de su litera lamiendo la sangre que emanaba de su vendaje. Al día siguiente, el hombre tenía el pelo de un blanco inmaculado.
A medida que pasan los decenios y la ciencia se vuelve más precisa, parece que los investigadores cada vez creen menos en todas esas historias cogidas por los pelos, pero no hasta el punto de renunciar al síndrome de María Antonieta. Así, en 1972, un profesor de dermatología estadounidense publicó una recensión muy completa de los principales casos históricos, con el título: «Súbito blanqueo del cabello». En el año 2008, en el Journal of the Royal Society of Medicine, un equipo británico retoma el mismo enfoque y casi el mismo título, añadiendo una pequeña dosis de escepticismo: «Blanqueamiento repentino del cabello: ¿una ficción histórica?». Con el transcurso de los siglos, se ha pasado de la simple constatación a la búsqueda de la causa. Partiendo del principio de que el fenómeno es real, las dos hipótesis consideradas son las siguientes: o las María Antonietas y los Tomás Moro, una vez encarcelados, ya no podían aplicarse tinte y se veían obligados a lucir su verdadero color de pelo, o una alopecia selectiva había hecho caer de pronto todos sus cabellos pigmentados, dejando solo los blancos sobre la cabeza. Que a su vez iba también a caer muy pronto.