La mujer en celo se mide en dólares
¿La mujer ha perdido el estro? Mientras que las hembras de las demás especies de mamíferos tienen lo que suele llamarse «el celo», que indica que están dispuestas a ser fecundadas, se considera que este período de atractivo sexual ha desaparecido en el Homo sapiens a lo largo de su evolución. O que esa parte de bestialidad que convierte a las damas en emisoras de señales y a los caballeros en receptores de dichas señales está muy escondida en lo más profundo de nosotros.
En lo que se ha convertido en un pequeño monumento a la ciencia improbable, término que engloba los estudios en apariencia excéntricos pero que hacen pensar una vez que ha pasado el momento de la carcajada, tres investigadores estadounidenses de la Universidad de Nuevo México fueron a buscar el estro donde más oportunidades había de encontrarlo, es decir, en los clubes para hombres donde unas azafatas casi desnudas practican el lap dance. Para ponerlo de relieve, a esos científicos se les ocurrió relacionar las ganancias de las bailarinas con su ciclo menstrual. En Estados Unidos la mujer en celo se mide forzosamente en dólares.
El experimento apareció descrito en 2007 en la revista Evolution and Human Behavior en términos muy sabrosos a veces.
Como preámbulo, los autores escribieron lo siguiente: «Dado que las universitarias pueden no estar familiarizadas con la subcultura de los clubes masculinos, serán bienvenidos, sin duda, algunos elementos de contexto para comprender por qué se trata de un marco ideal para investigar los efectos del atractivo del estro femenino en el mundo real», es decir, fuera de cualquier laboratorio. Los investigadores añaden, evocando las señales enviadas a los clientes de los clubes, que las azafatas «se perfuman muy poco pero a menudo llevan implantes mamarios, se tiñen el pelo, se recortan el vello púbico, se depilan las piernas y las axilas y adoptan “nombres artísticos” distintos a los reales». Y otros tantos detalles que raramente se encuentran en los informes de una investigación.
La propina se recibe con una lap dance, es decir, una ‘danza de contacto’, durante la cual la mujer, con los pechos desnudos, se sienta y se agita, de cara o de espaldas, sobre los muslos y el bajo vientre de su cliente, que no tiene derecho a tocarla. Las dieciocho voluntarias del experimento proporcionaron, en total, información sobre 296 sesiones de trabajo (es decir, aproximadamente 5300 danzas de contacto), extendidas a lo largo de dos ciclos menstruales. Según los investigadores, los resultados muestran que el estro no ha desaparecido. En ciclos medios de veintiocho días, se registra un flagrante aumento de propinas en los días que preceden a la ovulación, durante los cuales las bailarinas cobran por término medio 354 dólares por cada sesión de cinco horas (bastante para que a ciertas investigadoras se les ocurra reconvertirse). Es decir, 170 dólares más que durante la regla y 90 dólares más que durante la fase lútea, que sigue a la ovulación. Por otra parte, los investigadores constataron que si las bailarinas tomaban la píldora (que evita la ovulación), presentaban una curva de remuneración más estable… y una clara disminución de las ganancias.
Para ellos, se trata de la primera prueba por medio de la economía de que el estro sigue presente en la especie humana. Nos queda por saber cómo se manifiesta. Otros estudios de psicología sugieren que algunos cambios en la silueta, el olor corporal, el atractivo del rostro, la creatividad verbal y la volubilidad revelan esa fase de «celo».