Las leyes del Universo están contra nosotros
«Si algo puede ir mal, irá mal». Establecida de modo empírico a finales de la década de 1940 por un ingeniero de la US Air Forcé que le dio su nombre, la ley de Murphy o ley del máximo gafe posee divertidas extensiones, la más célebre de las cuales es, sin duda alguna, la ley de la tostada con mantequilla, que se enuncia así: «La tostada cae siempre del lado de la mantequilla». Algunos explican instintivamente el fenómeno diciendo que la capa de materia grasa provoca una disimetría del momento de inercia de la tostada o de su aerodinámica. En realidad, en un estudio tan lleno de ciencia como de humor británico, publicado en 1995 por el European Journal of Physics, Robert Matthews demostró que la mantequilla, tan determinante para el sabor, era una cantidad desdeñable en esa historia: si la tostada aterriza del lado malo es, simplemente, como prueba este artículo, porque las leyes de la naturaleza están en nuestra contra. El examen de la caída de la tostada con mantequilla evidencia el carácter profundamente maléfico del Universo. Lo sospechábamos al ver el telediario, pero una prueba científica vale más que cualquier suputación.
Robert Matthews somete a criba la dinámica de la tostada cayendo de una mesa: deslizamiento, fricción, rotación, todo está ahí. La primera conclusión es que la rebanada de pan (sea de barra o de hogaza, se estudian ambas) no suele tener tiempo de dar una vuelta completa. Habríamos podido detenernos ahí y pasar al corolario de la ley, a saber: «La probabilidad de que la tostada caiga del lado de la mantequilla es directamente proporcional al precio de la alfombra». Pero Robert Matthews se interesa por la física y no por la economía y, está claro, le gusta llegar al fondo de los problemas.
Como podemos advertir al leer las fórmulas que salpican su artículo, el elemento principal que provoca el drama de la tostada, si dejamos a un lado su torpeza o el hecho de que no debería usted haber soplado tanto vodka ayer por la noche, es la altura de la mesa. Ahora bien, ésta está directamente determinada por la estatura del ser humano medio, que a su vez es el resultado de la evolución. La bipedia que nuestros lejanos antepasados adquirieron hace millones de años es un factor que limita nuestra altura por razones de seguridad. Si el hombre anduviese a cuatro patas no se arriesgaría, ni siquiera midiendo más de tres metros, a romperse el cráneo al menor batacazo. La altura de la mesa depende, pues, de la resistencia de nuestros huesos a la caída, por lo tanto de la estructura de la materia, por lo tanto de la masa del protón y del electrón, así como de la constante de la estructura fina que rige la fuerza electromagnética que asegura la coherencia de los átomos. También están implicadas la velocidad de la luz (para el cálculo de la energía) y las leyes de la gravitación. Al final, todos los organismos humanos están destinados a experimentar a sus expensas la ley de Murphy aplicada a la tostada, y todo ello a causa de las constantes fundamentales del Universo que se fijaron en el Big Bang.
Para confirmar su estudio, en 2001, Robert Matthews quiso llevar a cabo una inmensa prueba reclutando alumnos en todo el Reino Unido. De varios miles de tostadas caídas al suelo, el 62% aterrizaron del lado de la mantequilla, un porcentaje significativamente más elevado de lo que permitiría la pura casualidad. Y hay una explicación para el 38% que acabaron del derecho: se había untado el lado equivocado.