3

Esa noche, Rosen y yo fuimos al restaurante Harvey's. Si bien el ir a comer juntos después de cada Jueves se había convertido en un hábito, no se debía, por cierto, a que sintiésemos el uno por el otro un afecto creciente. Sin embargo, había llegado a la sombría conclusión de que Rosen era, cuanto menos, tan inteligente como yo, y sabía mucho más acerca de lo que sucedía en la Compañía. No sólo se las había ingeniado para entablar amistad con un buen número de expertos y relacionarse con varios departamentos, sino que además mantenía correspondencia con todos los que conocía en el campo. Paradójicamente, uno de sus héroes era Ernest Hemingway (digo paradójicamente pues, ¿qué clase de bienvenida habría recibido Arnie si Hemingway ni siquiera simpatizaba con Robert Cohn?). Aun así, Rosen conocía los dichos de Papá Hemingway y creía que un oficial de Inteligencia, igual que un novelista, debía tener amigos de todo oficio y profesión: investigadores científicos, bármanes, entrenadores de fútbol, contables, granjeros, camareros, médicos, etcétera. Por lo tanto, Rosen conocía a todo el mundo en la cafetería de la Compañía. La mitad de lo que yo sabía de los secretos de la Agencia, sus fiascos, guardados con absoluta reserva, o las luchas internas de poder entre nuestros líderes, provenía de él. Observé que hasta Hugh Montague lo invitaba a comer una vez al mes. «Es como examinar el contenido de una aspiradora —comentó Harlot en una ocasión—. Hay mucha pelusa, pero no se puede ignorar la posibilidad de encontrar un gemelo de camisa.»

Era un comentario cruel, pero el cotilleo de Rosen me resultaba interesante. Por ejemplo, me ponía al tanto de lo que ocurría en Berlín. Dix Butler le había escrito, y me enteré de cosas acerca de Bill Harvey, quien al parecer en esa época apenas si dormía tres horas al día. Eran palabras de Dix. Mientras contemplaba el empapelado rojo de Harvey's, no pude por menos que admirar la serie de casualidades que unían ese lugar con Berlín. Estábamos comiendo en un establecimiento fundado hacía un siglo por un hombre cuyo nombre era igual al del jefe de base de Berlín; de pronto, en el otro extremo del salón vi a J. Edgar Hoover, quien se dirigía a ocupar una mesa junto con Clyde Toisón. Pude observar que el director del FBI avanzaba con la pesada gracia de un transatlántico. Después de oír de boca de C. G. la historia acerca de la inhumanidad del señor Hoover, pude comparar su actitud vanidosa con el andar sencillo de Allen Dulles, caracterizado por una ligera cojera causada por su gota.

—¿Sabías que Hoover y Toisón son amantes? —me preguntó Rosen al oído.

Interpreté mal lo que me decía.

—¿Quieres decir que se les van los ojos tras las mujeres?

—¡No! Son amantes. Entre ellos.

Me escandalicé. Después de Berlín, el tema me turbaba.

—Lo que dices es sencillamente horroroso —dije.

Rosen volvió a Harvey. ¿Quería oír más acerca de él? Dije que sí.

—Una broma que circula —dijo Rosen— es que todo el mundo le hace chistes con respecto a su hija adoptiva. Sus amigos le dicen que debería someterla a un examen médico. El KGB puede haberle implantado un fisgón bajo la piel antes de depositarla en el umbral donde la encontraron. Harvey se pone tan tieso como un palo. La posibilidad lo corroe. Sin duda es poco probable, pero Harvey está soportando demasiadas presiones estos días.

—¿Te has enterado de esto por Dix?

—Por supuesto.

—¿Está bien?

—Me ha dicho que te diga que Berlín está triste ahora que ya no hay túnel.

Durante el Alto Jueves siguiente, Hugh también hablaría de CATÉTER. Ese día sus invitados eran los más importantes de todos los que nos habían visitado hasta entonces. Además del señor Dulles, vinieron Frank Wisner, Desmond FitzGerald, Tracy Barnes, Lawrence Houston, Richard Bissell, Dick Helms, Miles Copeland, y cuatro o cinco que no conocía pero que indudablemente eran magnates de la Agencia. La postura de los hombros y el peso descomunal, hablaban de lo elevado de su rango. Rosen me dijo en un susurro que esta encumbrada pandilla asistiría después a una comida que Allen Dulles ofrecía en su casa, en honor de Harlot.

En esta ocasión, estaba tan enterado como él. Esa mañana había llegado un visitante inesperado al Departamento Argentina-Uruguay: el futuro jefe de estación de Montevideo, quien se detuvo unos instantes a charlar. Había sido transferido desde Tokyo en julio, y una mañana en que yo estaba ausente fue al despacho, se presentó y se marchó en seguida.

—No volverás a verlo hasta Navidad —dijo Crosby, mi jefe de sección.

Como otros hombres confinados en un despacho durante mucho tiempo, el noventa por ciento de lo que sabía revelaba un gran pesimismo. De modo que me enteré de bastantes cosas acerca de mi nuevo jefe antes de conocerlo. Se llamaba Hunt, E. Howard Hunt, y durante el tiempo que pasara en Washington visitaría al director Dulles, al general Cabell, a Frank Wisner y Tracy Barnes.

—Quizás es lo que debe hacer —dije— como nuevo jefe de estación.

—Eso es —dijo Crosby—. Jefe de estación, y ni siquiera tiene cuarenta años. Probablemente aspira a convertirse en director de la Agencia algún día.

Hunt me gustó desde el momento mismo en que lo conocí. De estatura mediana, buena complexión física y aspecto atildado, parecía casi un militar. Su larga nariz tenía una leve depresión justo encima de la punta, lo cual denotaba seguridad de propósito. Por cierto, fue al grano.

—Me alegra conocerte, Hubbard —me dijo—. Tenemos mucho de qué hablar en nuestra próxima gira. De hecho, ahora quiero hablar con algunos de los magnates de la Compañía para persuadirlos de que agranden la estación. Todos gritarán: «¡Viene Howard Hunt, esconded el dinero!». Pero es la verdad, Hubbard. En Inteligencia, el secreto para ser efectivo es tener D-I-N-E-R-O.

—Sí, señor.

Consultó el reloj con un gesto grácil, articulado, con tantos movimientos como un saludo oportuno.

—Bien, amigo —dijo—, ya tendremos oportunidad de conocernos mejor, pero por el momento necesito un favor.

—Lo que quiera.

—Bien. Consígueme una invitación para la fiesta de Hugh Montague esta tarde.

—Sí, señor.

No estaba seguro de poder satisfacer su petición. Percibió mi leve vacilación.

—Si no puedes hacerlo —agregó—, siempre me queda acudir a la cumbre. No miento cuando digo que el director Dulles y Dickie Helms son mis amigos, y sé que estarán presentes.

—Ésa es la manera más segura de obtener una invitación —confesé.

—Sí, pero prefiero deberte un favor a ti y no al señor Dulles.

—Comprendo —dije.

—Consígueme una invitación para la comida también —añadió. Cuando se marchó llamé a Margareth Pugh, la secretaria de Harlot.

—No sé si queremos invitar al señor Hunt —dijo—. Trata de hacerse conocer para obtener cosas.

—¿No podrías hacerlo como un favor personal?

—Lo sé.

Suspiró. El sonido me dijo mucho. Tenía sesenta años y era profesionalmente mezquina. Sin embargo, siempre que hablaba con ella me esforzaba por parecer agradable, y era una persona que tenía en cuenta eso.

—Quisiera escuchar un buen chiste —dijo—. Cuéntame uno.

Crosby nos había proporcionado uno esa mañana, pero yo no estaba seguro de que le pareciera bueno.

—¿Por qué los bautistas no hacen el amor de pie? —pregunté.

—¿Por qué?

—Porque la gente podría creer que están bailando.

—Qué perverso eres. Ay, ay. —Le había gustado—. Bien, lo haré. Permitiré que Howard Hunt departa con sus superiores. Cuando Hugh consulte la lista (algo que según él nunca hace) le diré que fue idea mía, para que tengas un buen comienzo en América del Sur. Harry, no le digas que fuiste tú quien me lo pidió. Bajo ninguna circunstancia. Hugh cree que soy insobornable. Y hablo en serio —dijo, como si pudiera ver que yo estaba sonriendo.

—Lo juro.

—No le gusta que la gente se valga de mí para llegar hasta él.

—Lo juro.

—Ah, no sabes cuánto te haría pagar por esto.

El fantasma de Harlot
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
Section0126.xhtml
Section0127.xhtml
Section0128.xhtml
Section0129.xhtml
Section0130.xhtml
Section0131.xhtml
Section0132.xhtml
Section0133.xhtml
Section0134.xhtml
Section0135.xhtml
Section0136.xhtml
Section0137.xhtml
Section0138.xhtml
Section0139.xhtml
Section0140.xhtml
Section0141.xhtml
Section0142.xhtml
Section0143.xhtml
Section0144.xhtml
Section0145.xhtml
Section0146.xhtml
Section0147.xhtml
Section0148.xhtml
Section0149.xhtml
Section0150.xhtml
Section0151.xhtml
Section0152.xhtml
Section0153.xhtml
Section0154.xhtml
Section0155.xhtml
Section0156.xhtml
Section0157.xhtml
Section0158.xhtml
Section0159.xhtml
Section0160.xhtml
Section0161.xhtml
Section0162.xhtml
Section0163.xhtml
Section0164.xhtml
Section0165.xhtml
Section0166.xhtml
Section0167.xhtml
Section0168.xhtml
Section0169.xhtml
Section0170.xhtml
Section0171.xhtml
Section0172.xhtml
Section0173.xhtml
Section0174.xhtml
Section0175.xhtml
Section0176.xhtml
Section0177.xhtml
Section0178.xhtml
Section0179.xhtml
Section0180.xhtml
Section0181.xhtml
Section0182.xhtml
Section0183.xhtml