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Varias noches después del funeral, preparé una implantación de sueño para Adolf. Un ángel le dijo que sus crueldades con Edmund aún serían justificadas. ¿Por qué? Porque la vida de Adolf había sido preservada en la infancia. Había un designio especial para su futuro. Lo único que debía hacer era obedecer todas las órdenes que recibiera de arriba. De esta manera escaparía de toda clase de muertes ordinarias. Habría de convertirse en la dádiva de Dios al pueblo, feroz como el fuego, fuerte como el acero.
Fue un sueño meticulosamente elaborado, pero hube de preguntarme si implantar esta convicción no habría sido un poco prematuro. Sugería que viviría eternamente. Lo cual, por supuesto, no es en absoluto imposible de creer. Es una buena explicación de que a un ser humano le resulte difícil representarse su propia muerte: yo indicaría que el alma espera ser inmortal. Hasta cierto punto, puede que sea cierto. Muchos humanos, en definitiva, han vuelto a nacer. No quisiera insinuar que se reencarnan gracias a la imposición, cuando están sumergidos en el agua, de la mano de un cura o un reverendo. El Maestro nos ha dicho que forma parte de un plan conceptual desarrollado por el D. K.
—Se considera el divino artista. Por supuesto, también mete la pata: muchísimas creaciones suyas son una chapuza. No pocas son desastres que luego reinvierte en la cadena alimenticia. Es la única forma de impedir que su innumerable prole, que es mediocre y que a menudo carece de sentido, asfixie la existencia del resto. Pero reconoceré que es obstinado. Sigue empeñado en mejorar sus creaciones anteriores.
Tal como el Maestro lo describe, el Dummkopf está condenado a tratar de mejorar incluso a los humanos de más insatisfactorio desarrollo. Y por eso pocos hombres y mujeres creen de verdad que dejarán de existir. Lo dirían en voz alta si no temieran hacer el ridículo. De hecho, su auténtica inquietud es que la nueva vida, debido a como malgastaron la última, les acercase más al calor de la cólera del Dummkopf, sí, les acercara más que en la vida anterior. La nueva situación de alguien en la vida podría reflejar lo mal que vivió la última vida. Por tanto, el renacimiento podría constituir un puro ejemplo de infierno viviente. Aunque el Maestro no nos imparte estas enseñanzas, estoy convencido de que hay una región en el inconsciente de todos los seres humanos donde existe la creencia de que son inmortales.
Esta convicción de la inmortalidad personal puede causarnos notables dificultades. Muchos de nuestros hombres y mujeres, sobre todo en la última parte de la vida, llegan a la conclusión de que si expían sus pecados volverán a nacer. Esto produce estragos en clientes hasta entonces fiables. Al fin y al cabo, esta certeza no es completamente errónea. Por abominables y contumaces que sean unos pocos de los humanos elegidos para renacer, probablemente Dios piensa que hay algo excepcional en ellos que quizás no hubiera llegado a su pleno desarrollo la vez anterior.
En este punto empecé a preguntarme si el Maestro ejercería alguna influencia encubierta en los concilios del D. K. Como es obvio, la cuestión me sobrepasa, pero el Maestro parece saber qué clientes nuestros han sido escogidos para volver a nacer. No obstante, para hablar de esto con mayor autoridad, yo tendría que saber cómo contempla el Dummkopf el futuro de Su Creación. ¿Es comparable a la crueldad del Maestro? En realidad, ¿es la falta de misericordia una pasión necesaria entre estas fuerzas divinas?