LA VIOLENCIA EN EL FÚTBOL Y LA CLASE OBRERA BAJA: «SEGMENTACIÓN ORDENADA» Y FORMACIÓN DE ALIANZAS ENTRE LOS GRUPOS DE AFICIONADOS
La información sobre los orígenes sociales de los aficionados que pelean en los partidos de fútbol es actualmente bastante escasa, pero los datos sobre quienes han sido acusados de delitos relacionados con el fútbol coinciden con los que nosotros hemos obtenido de nuestra labor como observadores y apuntan a que el fenómeno se concentra casi exclusivamente en el ámbito de la clase obrera baja. El Informe Harrington, por ejemplo, concluía en 1968 que «las pruebas hasta el momento indican que… [los aficionados violentos y fanáticos del fútbol] proceden principalmente de la clase trabajadora, con los problemas concretos característicos de las grandes ciudades y puertos industriales, donde se sabe de la existencia de subculturas violentas y delictivas[246]». Más de un decenio después, Trivizas llegó a una conclusión similar, la de que 80% de las personas procesadas por delitos relacionados con el fútbol eran obreros manuales o desempleados[247]. Según el estudio de Harrison de 1974, los «gamberros redomados[248]» de la ciudad de Cardiff procedían de «Canton y de Grangetown, unas urbanizaciones formadas por hileras de casas idénticas y adosadas, con pocos espacios abiertos, y de Llanrumney, un fraccionamiento enorme, de viviendas nuevas y subsidiadas por las autoridades municipales, con un apabullante índice de vandalismo[249]». Por otra parte, aunque como señalábamos antes, Marsh y sus colaboradores no se ocuparon directamente del tema de la extracción de clase en el estudio que realizaron en Oxford, algunos de sus informantes hicieron comentarios valiosos. Uno de ellos, por ejemplo, dijo:
Si vives en Leys [barrio de casas construidas y subsidiadas por la junta local], tienes que pelear. De lo contrario, la gente te menosprecia o cree que eres marica o algo así[250].
De hecho, más de la mitad del gran contingente de hinchas de Oxford que fueron detenidos durante los graves disturbios a raíz del partido de Copa entre el equipo de la ciudad de Coventry y el Oxford United, en enero de 1981, procedían del barrio en cuestión[251]. Las pruebas obtenidas en Leicester corroboran este cuadro general, ya que de un fraccionamiento como los referidos, de población perteneciente a la clase obrera, salió alrededor de la quinta parte de los aficionados de la ciudad detenidos en el estadio Filbert Street entre enero de 1976 y abril de 1980. Esto pone sobre el tapete la pregunta de ¿qué hay en la estructura de tales comunidades y en la posición que ocupan en la sociedad en general que genera y mantiene la pauta de masculinidad agresiva de la cual hacen gala algunos de sus miembros en el contexto futbolístico e igualmente en otros?
Como sugeríamos antes, una guía útil en este terreno la proporciona la obra de Gerald Suttles. Su investigación, realizada en Chicago, se concentró en comunidades con una estructura global en la que, según palabras del propio autor, «las unidades de edad, sexo, raza y territorio casan perfectamente unas con otras, como los bloques de cemento que se utilizan en la construcción, para crear una estructura mayor[252]». Suttles acuñó el término «segmentación ordenada» para englobar dos rasgos interconectados del patrón de vida en estas comunidades; en primer lugar, el hecho de que, mientras los segmentos que conforman las vecindades de gran tamaño son relativamente independientes entre sí, los miembros de estos segmentos, sin embargo, presentan regularmente la tendencia a combinarse en los casos de oposición y de conflicto, y lo hacen sin ninguna coordinación central; en segundo lugar, el hecho de que estas alineaciones de grupos tienden a aglomerarse según una secuencia definida[253]. Esta pauta es similar en ciertos aspectos a lo que sucede en los «sistemas de linaje segmentario» analizados por antropólogos tales como Evans-Pritchard[254]. Robins y Cohen afirman haber observado un modelo como este en un barrio pobre de clase obrera del norte de Londres[255] y, lo que es más importante para nuestro objetivo, Harrison habla de lo que él llama «el síndrome del beduino» en el actual contexto del fútbol[256], es decir, de un patrón en el que se advierte la tendencia a construir alianzas ad hoc de acuerdo con los siguientes principios: el amigo de un amigo es un amigo; el enemigo de un enemigo es un amigo; el amigo de un enemigo es un enemigo; el enemigo de un amigo es un enemigo[257].
Nuestras propias observaciones aportan algunas pruebas para afirmar la existencia de un patrón como el aludido tanto en los vecindarios de clase obrera como en el contexto del fútbol. En Leicester, los conflictos intravecinales en los que se ven implicados grupos de muchachos adolescentes dan paso regularmente a la necesidad de defender el «buen nombre» de la vecindad en su conjunto contra «bandas» rivales que representan a los barrios vecinos. Sin embargo, los muchachos de estos vecindarios y de otros de Leicester y del área metropolitana se aglutinan codo a codo en las gradas del Filbert Street y fuera del estadio para expresar su solidaridad «de grupo» en contra de los aficionados visitantes. Si el reto es senado en términos regionales, entonces una vez más los enemigos pueden unir sus fuerzas. Por ejemplo, los aficionados procedentes del norte que visitan Londres se quejan a menudo de los choques con «grupos de ataque» combinados pertenecientes a diversos clubes metropolitanos. La estación de Euston solía ser escenario preferido para esta clase de confrontaciones. David Robins habla incluso de alianzas entre los aficionados de clubes de Londres más pequeños y vecinos unos de otros, como el QRP y el Chelsea, el Orient y el West Ham, con el fin de enfrentarse conjuntamente a los hinchas de sus clubes rivales metropolitanos y de mayor tamaño[258]. También los aficionados del sur y de la región central que visitan el norte, sobre todo las ciudades más grandes del norte, expresan este tipo de quejas por los ataques de que son objeto por parte de los grupos aliados norteños. Finalmente, en el nivel internacional, las rivalidades entre los distintos clubes y regiones tienden a subordinarse ante los intereses del prestigio nacional. En todos estos niveles, además, y en cada uno por separado, particularmente si los grupos opositores no están presentes en cantidades suficientes, o si el reto que plantean no es, o no se percibe como suficiente para unir a aficionados de otro modo rivales en una oposición común, pueden resurgir a veces rivalidades de más bajo nivel. Habiendo asentado cómo opera la estructura de «segmentación ordenada» en el contexto del fútbol, pasaremos a explorarla con mayor detalle.