LOS LAZOS SEGMENTARIOS Y LA SOCIOGÉNESIS DE LA VIOLENCIA AFECTIVA

Toda sociedad en cuya estructura predominan los lazos segmentarios tiende a generar violencia física en las relaciones humanas de diversas maneras que se refuerzan unas a otras. Expresado con una analogía de la cibernética, podría decirse que los elementos de tal estructura social forman un ciclo de retroalimentación positiva que aumenta de forma exorbitante la tendencia a emplear la violencia en todos los niveles y en todas las esferas de las relaciones sociales. La debilidad del Estado, por ejemplo, implica que la sociedad en cuestión puede ser presa de ataques externos. Esto privilegia los papeles del ejército y ello, a su vez, conduce a la consolidación de una clase gobernante predominantemente guerrera, una clase entrenada para combatir y cuyos miembros, debido a su socialización, obtienen de ello una satisfacción positiva.

Cuadro VIII.1. Lazos segmentarios y funcionales y sus equivalentes estructurales

Lazos segmentarios Lazos funcionales
1. Comunidades localmente autosuficientes, sólo escasamente ligadas a un marco protonacional más amplio; pobreza relativa. Comunidades integradas nacionalmente, ligadas unas a otras por largas cadenas de interdependencia; afluencia relativa.
2. Presión intermitente «desde arriba» por parte de un Estado central débil; clase gobernante relativamente autónoma dividida entre los sectores guerrero y eclesiástico; equilibrio de poder fuertemente inclinado a favor de las figuras de autoridad/gobemantes tanto dentro como entre los grupos; escasa presión generada estructuralmente «desde abajo»; poder de los gobernantes debilitado simultáneamente, por ejemplo, por un aparato estatal rudimentario y por unos medios pobres de transporte y de comunicación. Presión continua «desde arriba» por parte de un Estado central fuerte; clase gobernante relativamente dependiente en la que dominan los sectores laicos y civiles; tendencia a la igualdad de poder mediante la creación de controles multipolares dentro y entre los grupos; intensa presión generada estructuralmente «desde abajo»; poder de los gobernantes reforzado simultáneamente, por ejemplo, por un aparato estatal relativamente eficaz y por unos medios de transporte y comunicación relativamente eficientes.
3. Estrecha identificación con grupos circunscritos dentro de límites reducidos, unidos principalmente por lazos de adscripción familiar o local. Identificación con grupos unidos principalmente por lazos adquiridos de interdependencia funcional.
4. Estrecho rango de ocupaciones; homogeneidad de la experiencia laboral tanto dentro como entre los grupos ocupacionales. Alto índice de movilidad social y geográfica; amplios horizontes para las experiencias nuevas.
5. Bajo índice de movilidad social y geográfica; estrechos horizontes para las experiencias nuevas. Amplio rango de ocupaciones; heterogeneidad de la experiencia laboral tanto dentro como entre los grupos ocupacionales.
6. Escasa presión social para actuar con autocontrol sobre la violencia física o para postergar la gratificación en sentido general; poca previsión o planeación a largo plazo. Presión social grande para actuar con autocontrol sobre la violencia física y para postergar la gratificación en sentido general; mucha previsión y planeación a largo plazo.
7. Bajo control emocional; búsqueda de emociones inmediatas; tendencia a los cambios de ánimo repentinos y violentos; alto umbral de rechazo en lo relativo a la violencia y el dolor; placer al infligir directamente daño a otros y ver a otros sufrir; violencia abiertamente expresada en la vida diaria; leve sentimiento de culpa tras cometer actos violentos. Alto control emocional; búsqueda de emociones en formas más silenciosas; temperamento relativamente estable; bajo umbral de rechazo en lo relativo a la violencia y el dolor; placer vicario al observar casos de violencia «mimética», pero no de violencia «real»; violencia relegada «tras bambalinas»; intenso sentimiento de culpa tras cometer actos violentos; recurso racional a la violencia en situaciones en que no se advierte su presencia.
8. Alto grado de segregación en los papeles conyugales; familias matriarcales; padre autoritario con escasa intervención en la familia; alto grado de separación entre las vidas de hombres y mujeres; gran número de hijos. Bajo grado de segregación en los papeles conyugales; familias articuladas conjuntamente en tomo a los dos progenitores, «simétricas» o «igualitarias»; padre con alta intervención en la familia; bajo grado de separación entre las vidas de hombres y mujeres; número reducido de hijos.
9. Alto índice de violencia física en la interrelación de los sexos; dominio del varón.

Bajo índice de violencia física en la interrelación de los sexos; igualdad sexual.

10. Control escaso e intermitente de los padres sobre los hijos; papel central de la violencia en las primeras etapas de socialización; violencia afectiva, espontánea, de los padres con los hijos. Control íntimo y permanente de los padres sobre los hijos; socialización principalmente por medios no violentos, pero recurso planeado, limitado, a la violencia racional/instrumental.
11. Tendencia estructuralmente generada a que se formen «bandas» en tomo a los límites de la segmentación social y a que estas luchen con otras bandas locales; papel destacado de la «masculinidad agresiva»; aptitud para luchar por la llave del poder y el status dentro de la banda y en la comunidad local. Tendencia estructuralmente generada a entablar relaciones por elección y no simplemente sobre una base local; estilo masculino «civilizado», expresado, por ejemplo, en el deporte formal; mayores oportunidades de poder y status fuera de la comunidad local; status determinado por la ocupación, la educación, las aptitudes artísticas y deportivas.
12. Formas populares tradicionales de depone, básicamente una prolongación ritualizada de la lucha entre las bandas locales; nivel relativamente alto de violencia abierta. Formas modernas de deporte, es decir, de luchas concebidas como juego, ritualizadas y basadas en una violencia controlada, pero fuerte presión social para utilizar la violencia en sus formas racionales/instrumentales.

En ese mismo sentido funcionan las relaciones internas de tal sociedad. La lucha, con o sin armas, es endémica, debido en gran parte a que los grupos «nosotros» están definidos con unos límites estrechos y, por tanto, incluso grupos ostensiblemente similares pertenecientes a la misma localidad son definidos como grupos de «extraños» o «extranjeros». Tan fuertes son los sentimientos de orgullo y de pertenencia al grupo generados en segmentos concretos de la familia y la comunidad local que el conflicto y la rivalidad son virtualmente inevitables cada vez que se ven los miembros de dos o más de ellos. Y sus normas de agresión, aunadas a la ausencia de presión social para actuar con autocontrol, hacen que el conflicto entre ellos desemboque en lucha con facilidad. Así es; luchar, tanto dentro como entre tales grupos, es necesario para conseguir y mantener una buena reputación acorde con sus normas de masculinidad agresiva. Los mejores luchadores suelen destacar como líderes, y todos los miembros de esos grupos han de pelear para sentir y para demostrar a otros que ellos son «hombres».

Las normas de lucha de los grupos unidos por lazos segmentarios son análogas a los sistemas de venganza, a las vendettas aún practicadas en numerosos países mediterráneos en el sentido de que el individuo que sea desafiado o se sienta menospreciado por uno o más miembros de otro grupo, cree que es el honor de todo su grupo, no solamente el suyo personal, el que está en juego. Consiguientemente, tiende a vengarse, no sólo de aquellos miembros que lo ofendieron sino de cualquier miembro perteneciente al mismo grupo. Además, en ambos lados se da la tendencia a que otros acudan a apoyar a los iniciadores del conflicto. De este modo, las luchas entre los individuos tienden a crecer hasta convertirse en una enconada enemistad entre los grupos, casi siempre muy prolongada en el tiempo, lo cual, en tales circunstancias sociales, indica claramente el enorme grado de identificación de los individuos con los grupos a que pertenecen.

La violencia endémica característica de este tipo de sociedades, aunada al hecho de que su estructura consolida el poder de una clase gobernante de guerreros y que resalta la agresividad y la fuerza masculinas, conduce al dominio generalizado de los hombres sobre las mujeres. A su vez, el predominio del macho lleva a un alto grado de separación en las vidas de los dos sexos y, con ella, a que se creen familias matriarcales. La ausencia relativa del padre con respecto a la familia, junto con el gran tamaño de esta que es típico en tal tipo de sociedades, significa que los hijos no están sometidos a la supervisión estricta, continua o eficaz de los adultos. Esto produce a su vez dos consecuencias fundamentales. Primera: debido a la relevancia otorgada a la fuerza física en las relaciones entre los niños que no están sometidos a un control eficaz por parte de los adultos, aumenta la violencia característica de tales comunidades. En comunidades unidas por lazos segmentarios, la tendencia de los niños a recurrir a la violencia física como medio de socialización se ve reforzada asimismo por el empleo que de ella hacen sus padres y por los modelos del papel de adultos que la sociedad en general les presenta. Segunda: la ausencia relativa de supervisión directa de los niños por los adultos es conducente a la formación de bandas que perduran hasta los inicios de la vida adulta y que, a causa de las alianzas de grupo tan rígidamente definidas características de los lazos segmentarios, entran sin cesar en conflicto con otras bandas locales. Los deportes de estas comunidades —los antecedentes populares del rugby moderno, por ejemplo— son expresiones ritualizadas de la «guerra entre las bandas» típicas en tales condiciones, una puesta a prueba, institucionalizada, de las fuerzas relativas de determinadas comunidades que tiene su origen y que coexiste lado a lado con las luchas constantes y más serias entre grupos locales.

El ciclo de retroalimentación positiva por medio del cual se generan niveles altos de violencia en una sociedad caracterizada por lazos segmentarios se ilustra de forma esquemática en la gráfica VIII.1.

Gráfica 8.1. Dinámica social de generación de la violencia en condiciones en que predominan los lazos segmentarios. Las flechas señalan las principales direcciones de influencia en el ciclo de retroalimentación positiva.

Deporte y ocio en el proceso de la civilización
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