AGRADECIMIENTOS
QUISIERA APROVECHAR la ocasión para dejar constancia de mi deuda con Norbert Elias, Sin el estímulo y el aliento que he recibido de su parte —primero cuando estudiaba la licenciatura, luego como alumno de postgrado y profesor ayudante, dudo que hubiese obtenido el modesto éxito alcanzado en mi carrera de sociólogo. Es más, de no ser por mi encuentro fortuito con él cuando yo comenzaba a estudiar economía en la entonces facultad universitaria de Leicester, en 1956 nunca había oído hablar de la sociología antes de embarcarme en los estudios universitarios y no sabía nada de Elias ni de que era profesor en Leicester, dudo que hubiese seguido la carrera de sociología en absoluto. Entonces estaba esta materia en un punto muerto y bastante improductivo dominada en la teoría por estáticas variantes del funcionalismo y, en la práctica, por un empirismo igualmente estático y árido. No me hubiera interesado desde luego más que la economía, la cual pronto descubrí que no era de mi gusto. Sin embargo, las clases que Elias impartía y su supervisión como tutor, con su enfoque desarrollista orientado a la realidad, y con su insistencia en la interdependencia de la teoría y la observación, la sociología y la psicología, me fascinaron desde el primer momento. Tuve la suerte de que el azar me llevara a estudiar con uno de los sociólogos más grandes de nuestro tiempo y considero un privilegio haber podido trabajar con él en los ensayos publicados en el presente volumen. Sólo espero que mi participación personal en este trabajo, con ser pequeña, contribuya a reorientar la sociología hacia el camino por el que Elias ha tratado de llevarla durante tanto tiempo, una reorientación que, entre otras cosas, convertirá el estudio del deporte y del ocio en una cuestión sociológica más importante de lo que ha sido hasta ahora.
Quisiera asimismo dar las gracias a mis colaboradores actuales, en particular a Pat Murphy. John Williams, Ivan Waddington y Tim Newburn. Es un honor trabajar con sociólogos de tanto talento y dedicación, y quiero creer que entre todos estamos dando continuidad y desarrollo a «la tradición leicesteriana» de educación e investigación sociológica, cuyas bases fueron establecidas por Elias en los años cincuenta y sesenta.
Por último, mi agradecimiento a Eve Burns y Val Pheby por su simpatía e inquebrantable buen humor en la laboriosa tarea de mecanografiar el presente manuscrito.