EXPLICACIONES OFICIALES DE LA AFICIÓN VIOLENTA Y DESMEDIDA AL FÚTBOL

Dos son las principales explicaciones oficiales de este fenómeno que se han propuesto y que parecen gozar de amplia aceptación: que es provocado por la bebida y/o por la violencia en el campo de juego. Pero ambas tienen serias limitaciones y, en la medida en que contienen elementos parcialmente válidos, hay que insertarlas en un marco explicativo más amplio. La bebida, por ejemplo, no puede decirse que sea una causa significativa o «profunda» de la violencia de los hinchas al fútbol, por la simple razón de que no todos los que beben, ni siquiera abundantemente y de forma constante, participan en estas acciones violentas. Y tampoco todos los hinchas desaforados y violentos beben, si bien es cierto que en las normas de masculinidad expresadas con su conducta un componente integral es el énfasis puesto no sólo en pelear, sino también en el mucho beber. De hecho, tales hinchas tienden a ser relativamente agresivos aun cuando no beban. De modo similar, la violencia durante el partido no va invariablemente seguida de acciones propias de estos grupos. Y tampoco todos los incidentes provocados por los hinchas fanáticos van precedidos de la violencia en el campo de juego —que es obviamente lo que sucede, por ejemplo, cuando surgen enfrentamientos antes de los partidos—. Ahora bien, decir esto no es negar el hecho de que el alcohol y la violencia sobre la cancha sean a veces el origen de la serie de acontecimientos que tienen que ver de manera característica con las luchas entre los aficionados. Para averiguar cómo sucede esto hay que pensar en una jerarquía de causas y, en este sentido, puede decirse que, a nivel de superficie, la violencia en el campo y el alcohol participan de manera causal en la generación de la conducta agresiva de los aficionados al fútbol. Se trata de un tema complicado y no contamos con el espacio suficiente para ocupamos de él en detalle. Debe bastar con decir que el consumo de alcohol es una de todo un conjunto de condiciones que pueden facilitar la violencia de los hinchas, y que lo es por ser un agente que resta fuerza a las inhibiciones. En el caso de los aficionados violentos, contribuye a generar un sentimiento de camaradería en el grupo y los ayuda asimismo a combatir, por un lado, el miedo a resultar heridos en la lucha y, por el otro, el miedo a ser detenidos por la policía. La última probabilidad es auténtica ya que, si bien la violencia masiva en los partidos de fútbol no constituye un delito per se, la conducía de los hinchas incumple a menudo unas leyes específicas y tiene lugar en lugares públicos en los que generalmente hay una abundante presencia de policías con el explícito fin de impedirla. De hecho, la escaramuza con las autoridades —las de diversos niveles dentro del mundo del fútbol y no sólo la policía— puede ser una fuente importante de la emoción generada en los enfrentamientos entre los hinchas de dos equipos contrarios. La ocasión proporciona además a los implicados la posibilidad de poner en escena las hostilidades con la policía ratificadas en otro contexto no futbolístico y les brinda un escenario público en el que expresar su desdén por los valores «respetables[236]».

De modo parecido, la violencia en el terreno de juego puede disparar la de los aficionados, pero igualmente puede hacerlo toda una serie de contingencias tales como una pesada e irracional acción de la policía, el deseo de vengarse por la derrota en la lucha durante un partido anterior, o el de un grupo de aficionados por derribar a otro del pedestal en el que los medios de comunicación lo han colocado. Nos referimos a la notoriedad que los medios dieron al «Doc’s Red Army», es decir, a los seguidores del Manchester United en los años setenta, y a los hinchas del Chelsea y del Leeds United hoy. De hecho, los medios de comunicación han contribuido a crear una jerarquía de puestos entre los hinchas del fútbol de todo el país y a fomentar la lucha por obtener posiciones entre los «extremos» de los diferentes clubes de aficionados. En otras palabras, hay actualmente dos divisiones de Liga en lo que respecta a estos: una es oficial, la otra no y ha sido creada, en parte, por los medios de comunicación de masas. La primera tiene que ver con los partidos ganados o perdidos y con los puntos obtenidos en el campeonato de Liga. La segunda se ocupa de quién corrió, a dónde y desde dónde, y de quiénes están calificados actualmente por la oficialidad y por los medios como los hinchas más «malos» y «destructivos» de todo el país. En resumen, tratamos de decir que, aunque las explicaciones oficiales popularmente aceptadas, basadas en el consumo de alcohol y en la violencia sobre la cancha de juego, aluden a factores no descartables en tanto que elementos determinantes de la conducta de los aficionados violentos, no consiguen penetrar en profundidad en la jerarquía de las causas, es decir, en las raíces causales del fenómeno. Para ser más exactos, no dicen nada sobre cómo se genera entre los aficionados el placer en la lucha y la insistencia en la habilidad para «cuidarse a sí mismos», sobre las normas y pautas que rigen su conducta ni sobre las razones por las que el fútbol ha llegado a convertirse en uno de sus canales de expresión más constantes. Esto mismo podría ser cierto para la mayoría de las explicaciones académicas propuestas hasta el momento. A continuación, nos ocuparemos de algunas de estas explicaciones académicas más notables a que nos hemos referido.

Deporte y ocio en el proceso de la civilización
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