LA VIOLENCIA Y LA TRANSFORMACIÓN DE LOS LAZOS SOCIALES

Si bien Elias no lo expresa con estos términos, considero justo decir que un aspecto central del proceso civilizador —el alargamiento de las cadenas de interdependencia— llevó aparejado un cambio en el patrón de lazos sociales comparable al descrito por Durkheim como transición de la solidaridad «mecánica» a la solidaridad «orgánica». Con el fin de alejar del análisis las connotaciones de valor implícitas en la terminología de Durkheim, y para transmitir la idea de que ambos conceptos aluden a formas de interdependencia, propongo describir este aspecto del proceso como aquel en el curso del cual los lazos «segmentarios» fueron sustituidos cada vez más por lazos «funcionales». En el centro de esta transformación tuvo lugar un proceso en el que poco a poco disminuyó la importancia de los lazos de adscripción a la familia y al lugar de residencia mientras aumentaba la de los lazos adquiridos determinados por la división del trabajo.

La diferencia entre estas dos clases de lazos sociales puede expresarse, provisional y formalmente, mediante los modelos opuestos presentados en el cuadro VIII.1, los cuales tratan de mostrar no sólo los dos tipos contrapuestos de lazo social sino también las diferentes clases de figuración social global dentro de la que, respectivamente, los lazos segmentarios y funcionales son (o fueron) generados y los que, recíprocamente, contribuyen (o contribuyeron) a mantener.

Estos dos modelos constituyen un intento bastante tosco de expresar algunas diferencias estructurales de primera importancia entre las sociedades de la Europa medieval y las de la época moderna. Son sin embargo muy generales y por esa razón, dejan en la oscuridad ciertas diferencias como las que existen entre las clases sociales. Desconocen asimismo los traslapes que en la práctica se dan entre ambos tipos y, en la medida en que se basa en la extrapolación de las tendencias observables, el modelo de lazos funcionales exagera, por ejemplo, el grado de igualdad entre los sexos alcanzado hasta ahora en las sociedades que se aproximan a ese tipo.

Tampoco es mi intención sugerir con este análisis que la tendencia hacia el predominio cada vez mayor de los lazos funcionales haya sido un proceso simple ni unilineal, o que tenga necesariamente que continuar en el futuro. Diversas precondiciones interrelacionadas facilitaron ese desarrollo en el pasado, entre las cuales destacan el crecimiento económico continuado, la habilidad del Estado para retener el monopolio del uso de la fuerza y, pese a la tenaz oposición mostrada a menudo por los grupos gobernantes, su anuencia a largo plazo para establecer compromisos y otorgar concesiones a medida que aumentaba el poder de los grupos subordinados. Pero, para los propósitos que aquí perseguimos, tales complejidades son menos pertinentes que el modo en que estas clases de lazos sociales y sus equivalentes estructurales más amplios producen, por una parte, la tendencia hacia una violencia con alto contenido emocional o afectivo y, por la otra, un elevado control individual y social sobre la violencia junto con la propensión a utilizar una violencia más racional. De este tema, breve y esquemáticamente, paso a ocuparme enseguida.

Deporte y ocio en el proceso de la civilización
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