Epílogo

Fort Riley, Kansas, 30 de junio de 1915

El capitán Ulises Brul se bajó del caballo sudando a mares, se acercó a su granja y en cuanto llegó a la puerta se desplomó. Su esposa lo metió en casa, le quitó la ropa e intentó bajarle la fiebre. Aquella misma noche, el doctor se acercó a la casa y visitó al enfermo.

—Emma, me temo que lo que tiene tu marido es una gripe. Muy fuerte, muy virulenta, pero una gripe. En unos días se curará.

—¿Una gripe? —preguntó la mujer.

—Eso parece —dijo el doctor dirigiéndose a la puerta.

El carromato abandonó la propiedad de los Brul y se internó en el bosque. El doctor sintió un escalofrío. Dio un respingo y se echó encima la capa. Aquella noche era muy calurosa, pero se sentía destemplado.

—Maldita gripe[2] —dijo el doctor mientras se alejaba bajo el estrellado cielo de Kansas.

Algunas aclaraciones históricas. Esta novela trata sobre una época convulsa, una revolución inacabada y un misterio. Las tres cosas se alimentan de ficción y realidad.

Los aztecas o mexicas llegaron al Valle de México entre los siglos XII y XIV, los textos sobre su origen y procedencia citados en esta novela son reales.

Bernardino de Sahagún escribió numerosas obras sobre los mexicas. Intentó recuperar la cultura de los habitantes del Valle de México, pero no escribió el códice mencionando en la novela. Sus libros y escritos fueron ocultados por la Inquisición durante siglos.

Hernán Cortes no descubrió Aztlán, pero sí organizó varias expediciones para encontrarla.

La orden de los hombres jaguar existió. Formaba parte de la élite del ejército mexica y fue uno de los grupos que más se resistió a la invasión española.

Se cree que Aztlán existió. Nunca se ha logrado localizar su ubicación, aunque la hipótesis de que se encuentra en las zonas pantanosas de Nayarit es la que hemos considerado más plausible.

El hundimiento del Lusitania supuso un acicate en la política no intervencionista de los Estados Unidos de América. Nunca se supo quién dio la orden de retirar la escolta militar al barco.

La Revolución mexicana se prolongó durante casi diez años. El presidente Carranza y la lucha de Pancho Villa y Emiliano Zapata contra los federales son reales.

Alemania trabajó activamente en México para conseguir ventajosos contratos petrolíferos, también procuró instigar a los mexicanos a una guerra contra los Estados Unidos, aunque fracasó en ambos casos.

Diego Rivera, reconocido pintor mexicano, vivió en Madrid y París, pero nunca ayudó a la causa revolucionaria como espía.

El general Huerta fue uno de los dictadores más crueles de su tiempo, murió en el exilio.

Los dirigibles fueron el gran invento de la primera mitad del siglo XX, y se utilizaron en la Primera Guerra Mundial, pero el desarrollo de la aviación los condenó a la desaparición.

La famosa «Gripe Española» comenzó en Kansas entre los años 1917 y 1918, todavía se desconocen las causas de su rápida propagación, aunque siempre se ha apuntado a las aves migratorias como transmisoras de la enfermedad.

Fin

La profecía de Aztlán
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