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Washington, 19 de mayo de 1915
El capitán Ulises Brul entró en el despacho del secretario de Guerra y se quitó el sombrero. Garrison lo miró a través de sus anteojos redondos, hizo un gesto para que se sentara en la silla y continuó examinando unos papeles. Después comenzó a hablar.
—No me iré por las ramas, capitán. Usted y un grupo de hombres que ya están dispuestos en la ciudad de El Paso tendrán que encontrar y eliminar a Pancho Villa. En esta carpeta tiene toda la información que necesita, tendrá que memorizarla y destruirla. La mayor parte de sus hombres son de origen mexicano, es conveniente que no levanten sospechas. Usted fue elegido por su carácter mestizo. Afortunadamente para esta misión, ha sacado los rasgos de su madre mexicana.
—Sí, señor secretario.
—Espero que no fallen en la misión. En la entrada tiene dispuesto un vehículo para que le lleve a un barco que saldrá esta misma tarde. El barco le llevará hasta Galveston, desde donde saldrá inmediatamente para El Paso. No podrá detenerse hasta llegar a la ciudad. Tememos que Pancho Villa esté a punto de llegar a un acuerdo con los alemanes, tenemos que eliminarle antes de que se rearme.
—A sus órdenes.
—Puede retirarse.
Ulises Brul dejó el despacho y bajó las escaleras de mármol hasta el coche. La última cosa que quería hacer era regresar a México, le había costado años conseguir que lo aceptaran como norteamericano, para que ahora tuviera que volver a ser mexicano. Aunque, sin duda, aquélla era una oportunidad única para ascender. Decidió dejarse bigote desde aquel día; convertirse en mexicano por unas semanas era el sacrificio que tenía que pagar a la diosa libertad. Pues lo pagaría con gusto, pensó mientras divisaba el barco que le llevaría a Texas.