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Islas Bahamas, 13 de mayo de 1915
Desde aquel ángulo los objetivos parecían claros, pensó el general Buendía. Sería muy fácil eliminar al hombre y la mujer y después ocuparse del negro. Había sido una suerte atracar en aquel puerto después de la penosa travesía y la avería del barco. Ahora tenían enfrente a sus perseguidores. Dejó el rifle en cubierta y encendió un puro. Tenía ganas de llegar a México.
Aspiró el aroma del puro, cerró los ojos e intentó no pensar en nada. Tenían el códice, ahora encontrar Aztlán sería fácil. Muchos lo habían intentado antes y habían fracasado, pero ellos eran los hombres j aguar. Los herederos de los aztecas, los que devolverían a su orgulloso pueblo el honor perdido.
Miró de nuevo por el objetivo del rifle y vio como el hombre y la mujer se detenían a contemplar el mar. Apoyó el dedo en el gatillo, sintió su leve resistencia y comenzó a tirar de él suavemente.