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Londres, 8 de mayo de 1915
—¡Sherlock Holmes y el doctor Watson! —exclamó Lincoln a la salida de Scotland Yard.
La pareja de detectives saludó a Hércules y Lincoln, pero fue el doctor Watson el que se detuvo frente a ellos.
—Caballeros —dijo quitándose el sombrero.
Hércules y Holmes se lanzaron una mirada desafiante, pero al final se dieron la mano.
—Imagino que la policía les ha pedido que colaboren en el caso del robo —dijo el doctor Watson.
—Eso es lo que creíamos, pero… —comenzó a decir Lincoln.
Hércules le hizo un gesto y su compañero se calló sin terminar la frase.
—Es evidente que no investigarán el caso del robo —dijo Holmes.
Los tres hombres le miraron intrigados.
—La policía de Londres no es muy propicia a pedir la colaboración a personas ajenas a Scotland Yard, además ha sucedido algo mucho más grave e imagino que ésa es la causa de su visita.
Lincoln se quedó sorprendido por la sagacidad del detective.
—Me temo que las adivinanzas no me gustan —contestó Hércules con el ceño fruncido.
—¿Adivinanzas? Yo hago ciencia, querido Hércules. Imagino que su viaje por Europa y su persecución del manuscrito de Vasco de Gama no fueron fruto de la casualidad —dijo Holmes.
—¿Conoce nuestros viajes por Europa? —preguntó Lincoln extrañado.
—Hace un año que sus libros han sido traducidos al inglés. ¿No lo sabía? —preguntó Watson.
—No —contestó Lincoln sorprendido.
—Todo el mundo conoce sus andanzas por Cuba, Estados Unidos y Alemania —dijo Watson.
—Me gustaría invitarles a un té —dijo Lincoln—. ¿Serían tan amables de venir esta tarde a nuestra casa?
Holmes arqueó la ceja y miró el rostro impasible de Hércules; después, con una sonrisa forzada, afirmó con la cabeza.
—Estaremos allí a las cinco si les parece bien.
—Estupendo —dijo Lincoln.
Los detectives entraron en el edificio, mientras Hércules y Lincoln abandonaban las escaleras.
—¿Por qué les ha invitado? —preguntó Hércules malhumorado.
—Son los detectives más famosos del mundo. Será muy interesante charlar con ellos.
—Ese Holmes es un sabiondo, no creo que pueda ayudarnos mucho en la investigación.
—Ya veremos, Hércules. Además, seguro que a Alicia le gustaría conocerles más a fondo.
Los dos hombres caminaron en silencio el resto del trayecto. Aquella aventura apenas estaba comenzando, pero oscuras fuerzas se movían en la sombra. Fuerzas que tendrían que detener antes de que consiguieran su objetivo.