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Cerca de las costas de Irlanda, 7 de mayo de 1915
El capitán intentó subir a cubierta, pero el barco estaba casi en posición vertical, como si la proa se hubiera clavado en el fondo del mar. Se aferró a la baranda del pasillo y logró salir a la superficie.
Cuando miró hacia fuera, su mirada de pánico apenas pudo reflejar la angustia de su corazón. El barco se deslizó hacia abajo tragado por el océano. Cuando el capitán sintió el agua helada del Atlántico supo que aquél era su último viaje. Ahora tendría que cruzar un mar desconocido, el que separaba a los vivos de los muertos.