CAPÍTULO 67

−¿ESTÁS LISTA, Anne?

−Pues claro. La cuestión, ¿lo estás , Jacob?

−Llevo prácticamente toda mi vida soñando con un día como este.

Nos encontramos en una pequeña habitación junto a una enorme sala de conferencias de Wooster Street, en el SoHo. Anne y yo estamos a punto de dar −no puedo creer lo afortunado que soy al poder decirlouna rueda de prensa.

La noticia se ha difundido: la Tienda ha publicado una versión totalmente falseada de 2020. La versión auténtica −un libro valiente, incendiario y escandaloso− estará disponible a partir de mañana.

En el amplio espacio de Wooster Street se ha reunido un ruidoso grupo de blogueros y de periodistas de formato papel y digital. Gente del Wall Street Journal, de Vulture.com, BuzzFeed, YouTube, Salon, Slate y de casi todos los sitios web y canales de cable de todo el país.

El único medio que no se ha presentado a la convocatoria es, obviamente, la Tienda.

Un relaciones públicas mantiene abierta la puerta de nuestra sala de espera. «Damas y caballeros, prepárense para alucinar en colores».

Nos colocamos frente a las cámaras. La multitud se acerca al estrado, donde posamos ante un montón de micrófonos.

Tras esperar unos minutos a que la prensa se calme, empiezo a hablar. Para mi sorpresa, estoy tranquilo. Mi tono de voz es firme y seguro.

−Buenos días. Soy Jacob Brandeis.

Hago una pausa. No hay aplausos. Soy idiota. Estoy ante la prensa, no ante el público. Sigo hablando.

−Sabemos por qué estamos aquí. Vosotros sabéis por qué estamos aquí…

¿Por qué sigo interrumpiéndome? Evidentemente, esta gente sabe por qué están aquí.

−A partir de mañana estará disponible la versión auténtica, integral y real de 2020. La gente que quiera saber la verdad sobre la Tienda puede encontrarla en un nuevo sitio web llamado VerdadEscrita.com. Podrá descargarse dentro de veinticuatro horas. Pero si no podéis esperar veinticuatro horas, también estará disponible en cualquier librería independiente del país que aún no haya sido devorada por la Tienda. Y si es necesario, estaré en la parte trasera de un camión en Times Square vendiendo ejemplares a todo aquel que quiera leer el libro.

Algunas risas. Y más silencio.

−Sé que tenéis muchas preguntas…

De repente, un montón de manos levantadas y gritos de «Señor Brandeis»… «Jacob»… «Señor Brandeis»…

Levanto las manos y hablo con voz fuerte frente al micrófono. La reverberación retumba por toda la sala.

−Estaré encantado de contaros con todo detalle cómo hemos conseguido llegar hasta aquí, pero deberá ser en otra ocasión. Sin embargo, sí puedo daros una respuesta general ahora mismo: he contado con personas excepcionales (amigos, familiares) que han sido cómplices secretos del plan desde el principio. Todos nos comportamos de manera que la Tienda creyera que estábamos escribiendo cierta clase de libro, aunque en realidad estábamos escribiendo el que ahora se va a publicar.

»Mis fantásticos hijos, Lindsay y Alex, grababan continuamente vídeos de mi maravillosa esposa, Megan, y de mí discutiendo acaloradamente sobre mi proyecto, y luego los mandaban a la Tienda. Así pues, la Tienda estaba convencida de que los chicos colaboraban, aunque lo que hacían en realidad era verificar que la Tienda nos grababa con sus propias cámaras de vigilancia. Lo único que la Tienda no sabía era que todo consistía en una gran representación, una farsa minuciosamente planeada y… una interpretación realmente impactante. La Tienda se creyó la historia que le vendimos: un padre demente estaba escribiendo un libro, y su esposa y sus hijos eran tan fieles a la Tienda que… bueno, ya me habéis entendido.

»En cuanto al resto de la gente que nos ha ayudado en el proyecto…, aparecen en el libro. Basta con decir que Megan y yo reclutamos a algunos de nuestros vecinos (Marie, Bud y Bette) para que formaran parte del plan. Incluso el supuestamente despreciable jefe de Megan tenía algunos asuntos pendientes con la dirección de la Tienda, de modo que también colaboró en el montaje.

»No tardaré mucho en abandonar el estrado. Soy escritor, no actor. Sin embargo, sí quiero referirme a dos personas increíbles que han estado entre bastidores, dos mujeres que se han esforzado tanto como yo para que este libro sea una realidad.

»Sí, yo he escrito el libro, el libro real, el auténtico 2020, pero nada de todo esto habría sido posible sin el inquebrantable apoyo y la extraordinaria astucia de la editora más importante y honesta del mundo, Anne Gutman.

Extiendo la mano izquierda hacia atrás y Anne se acerca a los micrófonos. Su tono de voz es decidido y fuerte. Como solía decir mi madre, «basta con escucharla para saber que es inteligente».

−Jacob Brandeis ha escrito un brillante libro de investigación en condiciones básicamente bélicas. Yo he sido un canal, una fan, una ciudadana. Me siento orgullosa de haber participado en este proyecto.

Anne y yo nos damos un abrazo y −¡oh, mierda, los ojos se me llenan de lágrimas!− la sustituyo ante el micrófono.

−Yo… Yo… a veces he sido muy arrogante… y odioso con ella, y aun así, ella nunca se ha rendido… Hace diecinueve años… hice la mejor elección. Os presento a Megan.

Se acerca al estrado. Está preciosa. Estilo neoyorquino de la cabeza a los pies: pantalones de vestir negros, blusa negra y el pelo peinado hacia atrás, recogido con un pañuelo blanco. Mientras nos besamos −puedo decir sinceramente que es un beso apasionado−, Alex y Lindsay se acercan a nosotros.

−Os quiero −les digo una y otra vez a los tres. Los abrazo tan fuerte que pienso que puedo hacer que exploten.

−¡Bien! −grita Alex−. ¡Abrazo familiar!

Creo que ninguno de los cuatro quiere que este abrazo termine. Megan inclina la cabeza hacia atrás y me mira fijamente a los ojos. Luego dice:

−Solo quería decirte una cosa.

−¿Qué?

Las lágrimas resbalan por sus mejillas.

−Relájate y disfruta.