CAPÍTULO 17
AL DÍA SIGUIENTE, Megan, Lindsay, Alex y yo estábamos sentados en una sala grande y cómoda.
−Lindsay, empecemos contigo. Dime dos cosas que cambiarías de tus padres si pudieras.
Las paredes estaban recubiertas de madera oscura. El mobiliario era el típico de la consulta de un psiquiatra: una silla Eames, un sofá de tweed marrón y negro con una silla de tweed a juego y, por supuesto, una mesita con una caja de clínex.
−Jacob, ¿dejarías de acudir a la iglesia un domingo para ir a un partido de béisbol de la Major League?
El entrevistador, Justin, era un tipo delgado con el característico buen aspecto de un presentador de un concurso de televisión. No habría sabido decir si era realmente psiquiatra.
−Megan, ¿eres donante de órganos?
Justin nos dijo que se trataba de una sesión para conocerse. Lo hacían con todos los nuevos empleados y sus familias. Justin nos dijo algo que repetiría en bastantes ocasiones durante las tres horas siguientes.
−No hay respuestas correctas ni incorrectas.
Sí, claro.
−Lindsay, ¿qué es lo que más echas de menos de Nueva York?
−La locura.
−Megan, ¿crees que el trece es el número de la mala suerte?
Megan dijo que no era supersticiosa.
−Entonces, sigamos con el tema. ¿Vivirías en un apartamento que estuviera en la planta trece?
−Bueno, como he dicho, no soy supersticiosa, por lo que me imagino que sí.
−Insistamos en el asunto. Has dicho «me imagino que sí». ¿Significa eso que no estás segura?
Megan dijo que estaba segura.
−Alex, la misma pregunta. ¿Planta trece?
Alex estaba preparado:
−Vivo donde viven mis padres.
−Buena respuesta, muchacho.
Puesto que Justin no tenía ni papel ni lápices para tomar notas, solo pude llegar a la conclusión de que nos estaban grabando o viéndonos en directo. ¿Había hecho tantas veces esta entrevista que se lo sabía todo de memoria? ¿O improvisaba sobre la marcha? ¿O era una mezcla de ambas cosas?
−Jacob, en la heladería solo tienen tres sabores: pistacho, crema de pacana y crema de cacahuete con chocolate. ¿Cuál elegirías?
Decidí mostrarme ante él como un hombre tradicional.
−Crema de pacana −respondí.
Justin puso una expresión solemne.
−Pero eres alérgico a las pacanas, Jacob.
Le dije que pensé que era una pregunta teórica.
−No. Es una pregunta personal. Esta entrevista es personal. Continuemos.
−Pero di por sentado que…
−Por favor, Jacob. Continuemos.
Y continuamos. La siguiente pregunta fue para Lindsay.
−Si dispusieras de una semana para visitar un único lugar en el mundo, ¿cuál sería ese lugar?
«Por favor, cariño, no digas Nueva York», pensé. Pero no tenía por qué preocuparme.
−La luna −contestó Lindsay.
−Interesante… Dime, Megan, ¿aún sigues en contacto con algún amigo de la escuela primaria?
−Megan, cuéntame algo sobre tu marido que ninguna otra persona de esta habitación conozca.
−Alex, ¿cuál era tu juguete favorito cuando eras pequeño?
−Jacob, dime dos cosas de tu mujer que te parezcan extremadamente irritantes.
−Megan, ¿cuál es tu peso ideal?
−Alex, ¿te importa que una persona sea gay o lesbiana?
−Jacob, si durante el resto de tu vida solo pudieras llevar una camiseta de un color, ¿de qué color sería?
Y así sucesivamente: equipos de deporte, trabajo, religión, sexo, animales, comida, educación, el futuro, el pasado y, finalmente, la Tienda.
−¿La Tienda es perfecta?
−Casi −dijo Megan.
−La verdad es que no lo sé −dijo Alex.
−Supongo que sí −dijo Lindsay.
−Y tú, Jacob, ¿crees que la Tienda es perfecta?
−No hay nada en el mundo que sea perfecto.