CAPÍTULO 5

−¡GUAU! ¡Qué pasada!

Esa fue la reacción de Alex al ver nuestra nueva casa en el 400 de Midshipman Lane en New Burg, Nebraska.

Sinceramente, todos tuvimos más o menos la misma reacción.

No era una mansión, pero era…, bueno, ¡guau, qué pasada! Era la casa en la que viviría un ejecutivo de nivel medio de una empresa de altas tecnologías y no un tipo que metía tubos de dentífrico y libros de álgebra en una caja. La casa, de ladrillo blanco, era baja y larga (muy larga), con un garaje para tres coches para nuestro Acura de alquiler.

El interior era tan impresionante como el exterior. Todo −desde el sofá gris oscuro de diez plazas en forma de U hasta la araña de cristal y bronce del comedor− era de una gran calidad, siguiendo la última moda de Los Ángeles. Como señaló Megan, la decoración era la que habríamos elegido si nos la hubiéramos podido permitir. Todos empezamos a inspeccionar la casa en diferentes direcciones.

−Jacob, ven aquí. Tienes que ver esto −gritó Megan desde la cocina.

Cuando me reuní con ella, ya había abierto una enorme despensa.

−Sí −dije−. En un correo electrónico nos decían que nos dejarían algunos productos básicos.

−¿Básicos? Fíjate. Aquí están todas las marcas que compramos. No solo la crema de cacahuete Jif, los cereales Frosted Flakes y el atún Bumble Bee, sino también la mermelada de grosella Wilkin and Sons y el preparado para tortitas Arrowhead Mills.

En un armario del salón había vodka Grey Goose y whisky J&B.

Mientras echábamos un vistazo a la barra del bar, apareció Lindsay en la puerta del comedor. Parecía un poco confusa.

−Fijaos en esto −dijo, mostrándonos al pingüino Peabody, el peluche que le habíamos regalado cuando cumplió un año.

−¡Eh, es Peabody! −exclamé−. ¿No dijiste que lo habías olvidado en el avión?

−Así es −respondió Lindsay−. Pero es el mismo, ¿lo veis? Tiene el rasgón en el collar y la mancha de chocolate en el pecho. ¡Es mi Peabody! Me estaba esperando en la cama de mi nueva habitación.

Lindsay parecía nerviosa. Me disponía a examinar el pingüino más de cerca cuando oí la voz de Alex procedente de la cocina.

−Eh, papá. Hay un grupo de gente en la parte de atrás.