La hora de la
libertad
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Allá, por 1895, se levantó en el Parque Duarte de Montecristi, Santo Domingo, una torre-kiosco-reloj, que recordaba un poco, en miniatura, la famosa Torre Eiffel de París.
Al verla Martí, le dijo al joven patriota Juan E. Bory, copista del histórico Manifiesto de Montecristi, que lo acompañaba:
—¡Este reloj marcará muy pronto la hora de la libertad de Cuba!