No hay quien no tenga algo bueno
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De niño sufrió privaciones; de adolescente, los horrores del presidio político, la deportación de su amada tierra natal; de hombre, las angustias de la incomprensión, los desengaños y hasta la hostilidad de muchos, en su incansable lucha por plasmar la nueva revolución redentora. Conoció a fondo las entrañas humanas. Los cardos y las orugas.

Pero, sin embargo, el jardinero de la rosa blanca, cuando se encontraba rodeado de seres amados, sostenía convencido:

—No hay quien no tenga algo bueno, falta saberlo descubrir.