Noble
comprensión
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En cierta ocasión el propietario de un restaurante cubano de Nueva York ofreció un almuerzo en honor de Martí. Aunque la comida era frugal, el dueño pidió prestada una magnífica vajilla que incluía hasta enjuagatorios.
Al final de la fiesta, uno de los comensales al encontrar un pedazo de limón en su enjuagatorio y no estando acostumbrado a tal práctica, pensó que se trataba de una limonada y se la bebió. Sus vecinos comenzaron a sonreírse, pero Martí, percibiendo la ofuscación del hombre, con toda seriedad alzó su enjuagatorio y se bebió el contenido.