Con los desatinos
de España
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Cuando Martí visitó a Máximo Gómez, en Santo Domingo, en 1892, para invitarlo a que lo ayudara en sus nuevos empeños de independizar a Cuba, el “Chino Viejo”, recordando las vicisitudes y divisiones de la guerra de los Diez Años y los inútiles preparativos posteriores para organizar una nueva revolución, exclamó descreído:
—¡Pero es un sueño!
—¡Realizable! —le respondió Martí sin perder su entusiasmo.
—¡Imposible! —mantiene el dominicano con desaliento, agregando con cierta tristeza—: Acuérdese del Zanjón.
—Es preciso hacer otra tentativa ... No son los mismos tiempos ... —arguye el cubano.
—¿Y con qué elementos contamos? —insiste Gómez, preocupado.
—¡Con los desatinos de España! —replica Martí en tono vibrante y convencido.