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¡Adiós, inhóspito, asqueroso, traidor hogar!
¡Adiós, inhóspito, asqueroso, traidor hogar! ¡Adiós, frías paredes irremisibles, madera de patíbulo, feroz hogar! ¡Adiós, aire viciado, recuerdo viciado, viciado hogar! ¡Adiós, persianas como párpados muertos, escaleras que no llevan a ninguna felicidad, inclemente hogar! He terminado mi inventario, gracias a la ayuda que me prestaron, por cierto, mis mejores amigas, y me voy sin pena, incluso alegremente y, aunque no lo digo, sin intención de volver jamás a verte.
De nuestra casa he borrado todos tus recuerdos, Eliacim, y si hubiera tenido valor, hijo mío, nuestra casa, a estas horas, estaría ardiendo con unas llamas inmensas y temblorosas. Pero me faltó tiempo, Eliacim, y también valor, ya te digo.