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Esa calva calavera que llevamos dentro, aunque procuremos no recordarlo
Siempre fui educada en la idea de que las calaveras están secas como las carrascas del monte a las que mata el rayo.
Y mi soberbia fue castigada por Dios condenándome a tenerte presente, hijo mío, con la calavera convertida en cámara nupcial de las medusas.
Pero tampoco me consuela esta idea, Eliacim, tú tienes una madre muy poco resignada.