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Los olores que nos despiertan los malos instintos
Los olores que nos despiertan los malos instintos, Eliacim, los olores que nos despiertan los más ruines y delicados instintos, hijo mío, suelen ser, con frecuencia, los mejores olores, los oficialmente mejores olores: la rosa, el jazmín, la violeta. Cuando tú eras niño, Eliacim, yo te perfumaba siempre con rosa, con jazmín o con violeta, según lo que quisiera imaginarme que conseguía de ti. La rosa la usaba para encanallar tu mirada, hijo mío; el jazmín, para disfrazarte de despechado amante; la violeta, para no saber nunca que te habrías de negar, con tu obstinada reiteración, a las más insobornables sonrisas de tu madre.
Los olores que nos despiertan los malos instintos, Eliacim, están disueltos en el mundo, flotando sobre el mundo, esperando a quien los quiera oler.
Los hombres y las mujeres que han olido mucho, hijo mío, los olores que nos despiertan los malos instintos, suelen tener una gran paz posada, igual que un pajarito, en el mirar.