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El marinero desembarcado
¡Qué triste el marinero desembarcado, Eliacim, el marinero que perdió una pierna en tierra firme, atropellado por el tren!
El marinero desembarcado que perdió su pierna en tierra firme, Eliacim, atropellado por el camión, se llama Eusebius W. Clownish; tiene una tía monja en South Dakota; es de raza negra, aunque, según afirma, tuvo un abuelo mallorquín; tatúa calaveras y barcos veleros en muy buenas condiciones; amaestra loros por pura afición; canta, con los ojos cerrados, sentimentales melodías de su país, y es capaz, al decir de quienes lo conocen mejor que yo, de leer a Cervantes en su lengua original.
El otro día, Eliacim, pude hablar un largo rato con Eusebius W. Clownish, el marinero desembarcado, que vino a casa a ofrecérseme, por si quería hacerme un tatuaje, un ancla, una flor, que es propio de señoras, una palmera, unas iniciales. Aunque hubo un instante, hijo mío, en que pensé tatuarme el vientre con las letras E. A. C. enlazadas, preferí resistir porque no me pareció, bien mirado, que tuviera ninguna utilidad.
—Buen marinero, ¿cómo perdió usted la pierna?
—¡Ay, señora, quién lo supiera! Hay quien dice que fue el tren, señora, que va siempre por su vía; hay quien dice, señora, que fue el camión, que a veces, sobre todo en las calles estrechas, monta la acera…
A mí, hijo mío, el marinero desembarcado me llena de pavor.
Yo no podía imaginarme que hubiera nadie en el mundo tan triste como Eusebius W. Clownish, el marinero desembarcado que perdió una pierna en tierra firme, y le preparé una taza de té caliente.
—¿Un poco de cake?
—Sí, gracias, señora.
Al marinero desembarcado le di cake y medio, Eliacim.
—¿Más té?
—Sí, gracias, señora.
Al marinero desembarcado llegué a servirle veintitantas tazas de té, Eliacim.
—¿Un cigarrillo?
—Sí, gracias, señora.
El marinero desembarcado me fumó todos los cigarrillos que tenía en casa, Eliacim.
—¿Ginebra?
—No, gracias, señora, no bebo.
Al marinero desembarcado que perdió una pierna en tierra firme, Eliacim, me pareció verlo, durante unos momentos, algo menos triste quizá.