manos y tiró de los explosivos hacia abajo con todas sus fuerzas.

Un horrible alarido sonó instantáneamente. El paquete de cartuchos descendió velozmente hacia abajo, precediendo en unos pocos metros a la sombra oscura que caía de lo alto. Moodson, aunque asombrado, conservó sin embargo la suficiente presencia de ánimo para abrazar a la muchacha y empujarla hacia el fondo de la cueva.

La explosión se produjo instantes después y tuvo efectos parecidos a los de un gigantesco cañón disparado desde abajo.

Hubo un fuerte temblor de tierra. Cayeron rocas del techo, aunque no sufrieron daños apreciables. Abajo, en el fondo del pozo, se produjeron una serie de horribles crujidos, que indicaban un hundimiento parcial en alguna parte.

Poco a poco, volvió el silencio. Moodson se puso en pie y ayudó a la muchacha a levantarse del suelo.

¿Estás bien? preguntó.

Bridget asintió en silencio. No podía hablar.

El humo de la explosión ascendió, cada vez menos denso, y pasó por delante de la cueva. Al cabo de unos momentos, Moodson se acercó al borde y miró hacia abajo.

¡Mira, Bridget! gritó, enormemente asombrado por el extraño fenómeno que se percibía a unos cien metros de profundidad.

El fondo del pozo brillaba con un extraño resplandor rojo, como si fuese vidrio pintado de dicho color. Bridget se sentía estupefacta.

Tony... eso parece la entrada del infierno... Quizá tenían razón los que aseguraban que este pozo no tenía fondo... porque acabar en el infierno es como no tener fondo, ¿no crees?

Moodson no contestó por el momento. Había levantado la vista al cielo y sonrió al verlo enrojecido por el fulgor del ocaso.

El color de! cielo se reflejaba en el agua que había ahora allá abajo. Moodson comprendió que la explosión había producido un hundimiento del suelo, en el fondo del pozo, y el agua había penetrado hasta allí.

Si sus suposiciones eran ciertas, Bridget podía salir muy perjudicada, se dijo.

Lo siento, pero si pensabas en la plata... sospecho que se ha perdido, aunque tal vez, con medios apropiados, se pueda extraer...

Ella hizo un enérgico gesto con la cabeza.

No bajaré más a este pozo ni permitiré que nadie descienda. En cuanto el juez dicte sentencia, ordenaré cegarlo definitivamente y no como quería Dohane.

—Dohane pretendía sacar también la plata, puesto que asimismo había estado en el archivo del municipio. La torre que pensaba levantar, ocultaría a la vista los trabajos de extracción, que deseaba mantener en secreto.

—Estaba arruinado.

—Sí. No pensaba vender las tierras para edificar; calculaba que ganaría más con la plata. Pero...

—Eso importa poco ya ahora —le interrumpió Bridget—. En lo que de mí depende, prefiero las ovejas, Tony. ¿Y tú?

—Bueno, acabaré de reponerme y tendré que volver a Londres, a mi bufete. Bridget, dime, ¿necesitarás estar aquí todo el tiempo, para cuidar de los rebaños?