Está bien. De todos modos, voy a pedirle un favor.

Si está en mis manos...

¡No se meta en un asunto que no le concierne en absoluto! dijo Dohane casi a gritos.

Moodson no se inmutó al escuchar aquel violento apóstrofe.

Perdone la curiosidad, amigo mío, pero si usted me pidiera un consejo legal y yo se lo diera, ¿diría también lo mismo?

Dohane se quedó cortado.

No es lo mismo...

No es lo mismo, ¿qué, señor Dohane?

Bueno, quise decir que...

¿Tiene usted abogado que represente sus intereses en este litigio?

¡Naturalmente! Está en Penzance y allí voy a verle cuando lo necesito.

Entonces, acuda a visitarle una vez más y hágale una pregunta muy sencilla. Pregúntele si es ilegal que su oponente en este pleito consulte a un experto para la mejor defensa de sus intereses.

Ah, le ha consultado Bridget... Moodson decidió mentir un poco.

No, no, pero si me pidiera un consejo legal, yo se lo daría con mucho gusto y de manera desinteresada, además. Soy forastero y, estrictamente hablando, me considero neutral en este pleito. ¿Algo más, señor Dohane?

El visitante se mordió los labios un instante. Pareció como si fuese a decir algo, pero se limitó a hacer una breve inclinación de cabeza, después de lo cual dio media vuelta y se marchó a grandes zancadas.

Zoé asomó la cabeza momentos después, sonriendo maliciosamente.

Echaba humo, ¿eh?

Ardía contestó el joven.

Hubo un momento en que creí le iba a pegar con ese bastón...

No se habría atrevido a tanto, señora Hicks.

Se ve que no lo conoce bien. No hubiera sido usted el primero en recibir unos cuantos bastonazos de ese miserable individuo.

Usted no parece tenerle demasiada simpatía, ¿verdad? Zoé hizo una mueca.

No mucha contestó. Con permiso, señor...

La sirvienta desapareció. Moodson quedó junto a la chimenea, con el vaso todavía en la mano.

De pronto a través de la ventana, divisó a Bridget, ocupada en podar unos rosales en el jardín. Un impulso irresistible le hizo dirigirse hacia la puerta inmediatamente.

 

* * *

 

Tengo que hacerle una proposición dijo el joven, tras unos breves saludos de cortesía.

Ella alzó los ojos, sorprendida.