Russ.

Entonces, les privaría a ambos de la propiedad y se la otorgaría al municipio de Buthbury, bajo la condición de no vender un solo metro cuadrado de tierra ni permitir una sola edificación en el interior de los límites de estas tierras. Hombre de Dios, si aquí construyen casas, hoteles o algo parecido, profanarán este paisaje horriblemente... Será como blasfemar de Dios dentro de una iglesia, ¿comprende?

Moodson asintió gravemente.

Le entiendo a la perfección contestó. Entonces, usted cree que hay intereses económicos en el pleito.

En estos casos, siempre hay dinero de por medio contestó el pastor Quizá la señorita Bridget sea en esto más honesta que el otro, pero, en el fondo, asunto de dinero, sí, señor. Pero los dos lo llevan muy en secreto, sea lo que sea.

A fin de cuentas, tienen derecho a ello.

La señorita Bridget pondría más interés en que se respetase el paisaje, si llegase a vender. Fijaría condiciones, supongo, o algo por el estilo, pero, en definitiva, vendería. No es que se muera de hambre, pero, vamos, tampoco sus asuntos financieros marchan muy bien, ¿comprende?

Moodson se dijo que Paxton parecía una fuente inagotable de información.

¿Es soltera?

Claro, aunque puede que acabe casándose con su abogado.

Usted se refiere, sin duda, a Barnand.

Sí, el mismo. Es un tipo muy listo y capaz de levantar una piedra y encontrar un billete de cinco libras. Aunque, desde luego, bastante mujeriego. Ella lo sabe y quizá por eso mismo no acaba de decidirse a ser su mujer.

En Buthbury, creo, no hay demasiadas oportunidades a ese respecto sonrió el joven.

Oh, es que Barnand viaja con frecuencia, y eso sin contar con las «atracciones» de Edith la Calva.

He oído hablar de ese local. Cualquier rato iré a tomar una copa allí.

Podrá hacer algo más, si es su deseo. En fin, eso es cosa de cada cual y yo no me voy a poner a censurar la conducta de nadie, mientras no perjudiquen a los demás.

Claro convino Moodson. Amigo Russ, se me está ocurriendo una cosa dijo de repente.

El pastor le miró inquisitivamente. Antes de que pudiera hacerle una pregunta, Moodson había saltado ya al otro lado de la cerca y se arrimaba al borde del pozo.

No sea imprudente recomendó Paxton, Los bordes son muy inseguros. Si pierde pie, no parará hasta el fondo.

Russ, creía haberle oído decir que este pozo no tenía fondo exclamó Moodson jovialmente.

Algún día terminaría su descenso respondió el pastor con acento malicioso.

A lo mejor, el pozo sigue y sigue, hasta asomar por el otro lado de la Tierra. Si me cayera, atravesaría el planeta y saldría al espacio, ¿verdad?

Tiene usted un humor excelente, pero no se confíe.

Moodson se inclinó un poco. Ciertamente, el fondo de aquel monstruoso pozo resultaba absolutamente invisible, aunque le pareció divisar ciertos débiles chispazos, de variables