—¿Algo interesante?
—Lo sabremos mañana, después de la excursión que pienso emprender... al interior del pozo.
Bridget se estremeció.
—No..., no tengo mucha confianza con usted todavía, pero... si la tuviera, le haría una pregunta, Tony.
Moodson rió jovialmente.
—Considere que nos conocemos desde hace un montón de años y haga esa pregunta, sea cual sea.
—Muy bien, allá va. ¿Está loco?
—No —contestó él, ahora muy serio.
—Ese pozo es enormemente hondo, Tony.
—Yo no he dicho que vaya a llegar hasta el fondo. Voy a penetrar en el pozo, que no es lo mismo.
—Entonces, no le comprendo, Tony.
—¿Por qué no aguarda a mañana y lo sabrá todo mejor que expresándolo con palabras? Bridget suavizó su expresión.
—Está bien. Quiere que le acompañe... ¿a qué hora?
—¿Le parece bien las nueve de la mañana?
—No hay inconveniente. Estaré dispuesta para esa hora. Ah, otra cosa. Tony.
—Diga, Bridget.
—Barnand me ha llamado hoy por teléfono. Dice que tiene todo listo y que mañana por la tarde traerá los documentos.
—Perfectamente. Espero poder darle mi opinión lo antes posible.
—Gracias. Tony, usted vino a Buthbury, esperando descansar, pero parece como si los problemas le persiguieran hasta aquí.
—No son demasiado complicados. El caso anterior sí lo era y me llevó más tiempo del esperado.
Ella le contempló con admiración.
—Debe de ser usted el as de los abogados —dijo de buen humor—. ¿Era realmente tan complicado el caso que tanto le perjudicó la salud?
—Bastante, mucho más enrevesado de lo que parecía a primera vista, pero lo peor de todo fue que tuve que hacer infinidad de pesquisas para encontrar documentos y testigos que no aparecían por ninguna parte... Algo horroroso, créame.
—Sí, me lo imagino aunque, de todas formas, cuando terminó, también obtendría su compensación.
—Lo mejor de todo fue que gané el caso y que mi cliente era una pobre mujer, que no tenía dinero para pagar a una firma de abogados famosos.
—Entonces... lo hizo gratuitamente...
—Ella ha recobrado lo que le fue despojado y algún día me pagará —sonrió Moodson—
. Para mí, repito, lo más importante fue ganar, y no por orgullo profesional, sino porque, desde el primer momento, supe que mi cliente tenía razón y conseguí probarlo.
Miró fijamente a la muchacha y, como final, agregó:
—También me gustaría saber que la razón está de su parte, Bridget.