decidió romper el hielo.

Discúlpeme, señorita Courtney, pero, sin querer, he oído cientos comentarios acerca de un litigio que sostiene usted con un tal Dohane.

Bridget se puso seria instantáneamente.

Sí, es cierto, aunque, comprenderá, no voy a comentar el asunto con desconocidos... Perdone la rudeza de mi expresión; aunque cada uno sepamos quién es el otro, en la práctica somos desconocidos mutuamente.

Tiene usted toda la razón, y yo no quería entrometerme en sus asuntos privados por nada del mundo. Pero quizá le interese saber que Donahue ha contratado a un constructor para que levante una cerca de cinco metros de altura en torno al pozo.

Bridget se quedó con la boca abierta.

¿Es cierto lo que está diciendo? Moodson se puso una mano en el pecho.

Como suele decirse, no citaré las fuentes de mi información, pero le garantizo que es la pura verdad respondió.

Ella fue a decir algo, pero, en el mismo momento, «Shank» abandonó su actitud apacible y ajena a cuanto le rodeaba y se irguió, enseñando los dientes a la vez que emitía un gruñido amenazador. Impresionado, Moodson dio un paso atrás.

En aquel instante se oyó una alegre voz al otro lado del seto.

¡ Bridget, encanto, princesa de las hadas, reina de la náyades! ¿Dónde estás, monumento de hermosura, Monna Lisa de nuestros días, Venus de Botticelli del siglo XX?

¿No quieres asomarte para que mis ojos cieguen con tu deslumbradora belleza?

Moodson se sintió estupefacto al escuchar aquella pomposa sarta de frases que el recién llegado dirigía a la muchacha. Ella se volvió y rió alegremente.

Siempre serás el mismo, Richard Barnand exclamó. ¿Cuándo aprenderás a hablar como las personas normales?

Un hombre deja de ser normal en cuanto te ve a ti, preciosa contestó el sujeto. De pronto, arrugó el ceño. Cuidado con «Shank», Bridget; no sé por qué, pero tu perro no me tiene la menor simpatía.

No temas, Richard; ahora mismo lo ataré dijo la muchacha.

Desde el lugar en que se encontraba, Moodson pudo ver a un hombre de unos treinta y cinco años, fornido, de rostro rubicundo y buena estatura, aunque no era tan alto como él. Después de que Bridget hubo atado a «Shank» con una cadena, la agarró familiarmente por un brazo y la empujó hacia la casa.

Vamos adentro, hermosa. Tienes que premiarme con un buen trago las excelentes noticias que te traigo acerca de Seaside Plain...

Moodson supuso que el nombre designaba el lugar donde se hallaba el famoso pozo sin fondo, tal vez Barnand era el abogado que defendía los intereses de la joven, se dijo.

Regresó a la casa. La voz de Zoé sonaba en la puerta delantera.

Hacía tiempo que no te echaba el ojo encima, Peggy. ¿Cómo te encuentras?

Bien, sólo que muy disgustada, porque anda por ahí un cerdo con dos pies que no quiere cumplir sus compromisos.

No acaba de pagarte, ¿eh?

Siempre me está dando largas... pero como esto se prolongue, voy a pedir al juez