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A2341CA
Distrito Militar de Dieron, Condominio Draconis
26 de mayo de 3027
La voz de Patrick Kell resonó en el útero de acero del Valkyrie de Daniel Allard.
—Así están las cosas, señoras y caballeros. Dado que se acercan las fuerzas de Kurita, vamos a saltar lejos de aquí antes de que lleguen. Permítanme recalcarles que el propulsor Kearny-Fuchida está totalmente cargado, pese a no haber desplegado el colector solar. Todos los informes indican una eficacia del ciento por ciento.
Sólo por su tono de voz, ya sé que no miente. Si hubiera problemas, no lo diría. Aunque todos los equipos habían sido comprobados, ningún instrumento podía medir daños producidos a nivel «molecular». Dan sabía que Patrick creía en su tono confiado, y eso lo animó. Lo que tú digas siempre es válido, Patrick.
El comandante en jefe de los Demonios de Kell prosiguió su informe emitido por vídeo:
—En cuanto entremos en el sistema Styx, lanzaremos la Nuada. Esperamos que el recibimiento sea amistoso y acordado por radio antes de la llegada de la Nuada. Sin embargo, guardamos un as en la manga si las cosas se ponen feas: la Nuada desembarcará sus dos lanzas reforzadas en un pequeño hangar de atraque de la cara oscura del planetoide. Se halla en el lado opuesto de la entrada principal del hangar, pero tiene enlace directo con éste.
»Nuestra ala aérea se desplegará para cubrir a la Cu. El capitán Vandermeer nos mantendrá en su punto pirata y comenzaremos a utilizar nuestros motores para recargar el propulsor, tal como hemos hecho aquí. Si todo va viento en popa, acercaremos a la Cu y absorberemos potencia directamente del planetoide.
La imagen del Kell arrugó el entrecejo.
—No voy a engañaros: todo este asunto es peligroso. Podría ser el fin de los Demonios de Kell, si sufrimos aquí una avería en el propulsor o si alguien prevé nuestra llegada a Styx. Sin embargo, nos saldremos con la nuestra, y eso sacará de sus casillas a Takashi Kurita más que un sushi de mala calidad. No hay nadie en la Esfera Interior que se lo merezca más que él. Suerte a todos.
Y a ti, Patrick. Yo no me quedaría atrás ni por toda la cerveza de la Liga de Mundos Libres. Dan accionó varios interruptores de su consola de mandos. El ordenador de a bordo ejecutó miles de comprobaciones en cuestión de segundos y presentó los resultados en la pantalla que anteriormente había ocupado Patrick Kell. Dan abrió una línea de comunicación.
—Jefe Alfa al ciento por ciento —dijo.
—Lo mismo digo, mi capitán —informó Austin Brand.
—Alfa Tres en verde —anunció Meg.
—Alfa Cuatro, a tope —intervino Eddie Baker.
Dan sonrió para sí.
—¿Cómo te va, «Gato»?
—Todos los sistemas funcionan. —«Gato», que habitualmente pilotaba un Marauder, se apresuró a rectificar su afirmación—: La máquina está preparada, pero creo que se me va a secar la mano izquierda por falta de actividad.
—¡Ya lo creo! —respondió Dan, y pasó a la frecuencia de órdenes de la radio—. Salome, lanza Alfa operativa.
—Bien. Beta también está en verde. Tú serás el Jefe Táctico en este descenso, Dan. Mi Wolverine y el Catapult de Mike te servirán de apoyo, porque tú eres el experto en táctica con ’Mechs ligeros. Cuando nos necesites, avísanos.
—Recibido. —Dan consultó el cronómetro de su consola. Conmutó el dial de la radio a frecuencia de combate para todo el equipo de asalto—. Cuenta atrás de diez segundos. Agarraos fuerte, porque entraremos en el sistema casi de inmediato.
Siguiendo su propio consejo, Dan bajó las manos de las palancas de mando a los brazos de la silla cuando el reloj indicó que faltaban tres segundos para el salto. Oyó el conocido, mas no por ello menos inquietante, rumor del propulsor K-F al ponerse en funcionamiento. ¿Qué ha sido eso? ¿Va algo mal? Las preguntas le laceraban el cerebro mientras intentaba comparar sus sentimientos con sus semiolvidados recuerdos de todos los demás saltos que había efectuado en su vida.
Las luces se encendieron y giraron como siempre, pero en vez del mosaico de suaves y fluidos tonos pastel, unas duras y cristalinas dagas de colores intensos le hirieron los ojos. Relucientes fragmentos de realidad arañaron su conciencia como ortigas. Sintió cómo se clavaban, lo desgarraban y se hacían pedazos, y gritó de dolor. Giraron en un torbellino y desaparecieron como polvo mágico.
Dan abrió bruscamente los ojos. Sintió el empujón y la vibración de la Nuada al desacoplarse de la Cucamulus. Flotó en su asiento durante una fracción de segundo, pero el correaje de sujeción lo retuvo. Notó bajo los pies un fuerte temblor; luego, la gravedad inducida por el impulso del motor de la Nuada lo devolvió con violencia a la silla de mando.
De manera casi instantánea, la voz de Patrick Kell resonó en su neurocasco.
—Malas noticias, Dan. Hay dos Naves de Salto kuritanas en el punto de cénit. Una Nave de Descenso se halla en un vector de regreso hacia las de Salto, pero un rastreador muestra restos de una estela de iones hacia el planetoide. La nave debe de estar en la cara que da a la estrella.
—Recibido, Patrick. Gracias. —Dan abrió la frecuencia de combate—. Levantad las cabezas, chicos. Cuando toquemos tierra firme nos espera un comité de bienvenida. —Accionó un interruptor—. ¿Capitán Helmer? Dan Allard al habla. ¿Qué datos has recibido del planetoide?
El capitán Thomas Helmer, de la Nuada Argetlan, respondió con cautela. Dan casi podía verlo, escrutando una pantalla de sensores mientras seleccionaba las palabras más precisas. Sin embargo, no había indicios de miedo ni de nerviosismo en su tono de voz.
—La superficie está plagada de profundos valles y cañones. Hay metal suficiente para dejar inservibles los rastreadores magnéticos. Como nos acercamos por la cara oscura, los rastreadores de infrarrojo deberían funcionar, pero no recibo nada desde esta distancia.
—Lo comprendo. ¿Has localizado nuestro objetivo?
—Afirmativo. De hecho, tiene un faro de orientación activado. ¡Espera! ¿Qué es eso? —Dan oyó que Helmer daba una orden en tono brusco a alguien del puente de mando—. Te envío retazos de imágenes, Dan.
Dan contempló cómo aparecían representaciones topográficas generadas por ordenador en un monitor auxiliar. Una rejilla de líneas verdes adoptó la forma de ondulantes colinas y quebradas montañas. A lo lejos, parpadeando de vez en cuando entre dos picos muy escarpados, Dan vio el rectángulo amarillo que simbolizaba su punto de descenso. El ordenador añadió cinco asteriscos amarillos que avanzaban directamente hacia el hangar.
—¿Qué son esas señales?
Helmer emitió un suave carraspeo.
—No estoy seguro. Los indicadores les calculan una masa de treinta y cinco toneladas, más o menos. Es probable que sean Panthers.
—No nos han visto, ¿verdad?
Helmer se echó a reír.
—No, pero las cosas no serían muy distintas en caso contrario.
—No te entiendo —respondió Dan.
—No hay ningún satélite de comunicaciones, Dan.
Están en la cara oculta. Hasta que lleguen a las instalaciones mineras, no podrán comunicarse con la Nave de Descenso ni con nadie más.
Dan asintió.
—Ya veo. Será mejor que nos los carguemos. ¿Te importaría dejarnos en el suelo?
—Será un placer. Velocidad a 2,5 G. Doce minutos para el descenso, Dan. Buena caza.
Dan observó cómo el Panther de «Gato» Wilson bajaba al planeta a toda velocidad. Los retrorreactores del Valkyrie proyectaron sendas llamaradas de las suelas de ambos pies y del paquete de cohetes de la espalda del ’Mech. Los chorros de iones frenaron el descenso del Valkyrie, lo elevaron y lo proyectaron en un arco hacia adelante. El Panther de «Gato», que utilizaba unos reactores similares en sus patas, flotaba a su lado y lo seguía hacia la batalla.
El Catapult de Fitzhugh lanzó dos descargas de MLA al Panther kuritano que iba a la cabeza de la formación. Cinco misiles arrancaron parte del blindaje de la cabeza del Panther y otros cinco le destrozaron la pata izquierda. Ocho misiles más impactaron en el brazo derecho y destruyeron toda la coraza que lo cubría, pero no consiguieron inutilizarlo.
El Panther levantó su CPP y disparó contra el Catapult. Cuando el rayo del CPP laceró la pata derecha de aquel ’Mech con aspecto de ave, fundió la coraza y regó de metal líquido la superficie del planetoide.
El Catapult respondió al Panther con sus cuatro láseres medios. Dos rayos láser de color escarlata abrieron sendas incisiones burbujeantes en el torso del ’Mech. El blindaje del brazo izquierdo saltó en pedazos cuando un tercer rayo quemó su superficie. El cuarto haz chisporroteó en el deteriorado brazo derecho del Panther, fundió los restos de la armadura y corroyó vorazmente la destrozada extremidad. Entre un estallido de chispas, las bobinas de carga del CPP quedaron calcinadas.
El Wolverine de Salome descendió en la retaguardia de la lanza kuritana. Apuntó a un Panther que estaba siguiendo la pista del Wasp de Meg Lang y desencadenó sobre él toda la furia de su ’Mech. El lanzamisiles del hombro vomitó una andanada completa de MCA y cuatro de ellos dieron en el blanco. Dos misiles destrozaron el blindaje del brazo y pata izquierdos del Panther. Otros dos, como si estuvieran buscando los puntos débiles del Panther, despedazaron la fina protección que cubría el centro y el lado izquierdo de la espalda.
Comprendiendo demasiado tarde que estaba en situación desesperada, el piloto del Panther activó sus retrorreactores. Al levantarse sobre una columna de iones, el fuego del cañón automático de Salome penetró en el deteriorado blindaje del costado izquierdo del torso del ’Mech. Al mismo tiempo, el láser medio del Wolverine fundió la protección de la columna vertebral del Panther. Fragmentos de armadura al rojo vivo llovieron sobre el suelo y un fogonazo de calor brotó de la silueta infrarroja del ’Mech en las pantallas de combate de Dan.
—Meg, va uno hacia ti por la derecha.
Dan observó cómo reaccionaba. Meg activó sus retrorreactores y levantó las rodillas de su Wasp. El ’Mech giró violentamente y se arqueó hacia atrás, mientras los rayos de CPP y las ráfagas de MCA disparados por dos Panthers volaban lejos de su objetivo, que había logrado esquivarlos.
Debajo del Wasp, el Panther de Austin Brand siguió al ’Mech gemelo que Salome ya había dejado malparado. El CPP de la mano derecha del Panther de Brand descargó un rayo de energía azul celeste y el afuste ce MCA montado encima del corazón del ’Mech disparó su andanada de cuatro misiles. Tres de éstos alcanzaron el blanco y reventaron la coraza del pecho y de la pata derecha del Panther enemigo. El rayo del CPP impacto en pleno pecho del otro Panther e hizo saltar casi todas las planchas de la armadura en una explosión de color turquesa.
El CPP de «Gato» Wilson disparó su munición. Inundó la superficie del planetoide de luces cerúleas e impacto en el pecho de un tercer Panther. El blindaje del ’Mech hirvió, se resquebrajó y cayó en forma de brillantes placas. El cuarteto de MCA de «Gato» dio en el mismo Panther. Destrozaron la coraza de ambos lados del torso y abrieron un gran orificio en la protección de la pata derecha. Tambaleándose, el Panther se volvió para responder a «Gato» con su propia ráfaga de MCA.
—¡Apártate, «Gato»!
El MechWarrior rodó con su Panther mientras los MCA volaban hacia él. Dos estallaron en el brazo derecho y destruyeron parte del blindaje entre terribles explosiones. El otro misil que dio en el blanco deterioró la coraza del pecho del Panther.
El tono de voz confiado de «Gato» se oyó con claridad.
—Gracias por el aviso. Es todo tuyo.
Dan centró los retículos dorados de sus sistemas de armas en el tercer Panther y apretó los gatillos. El láser medio que llevaba montado en el brazo derecho de su ’Mech, arrancó pedazos de armadura del ya dañado costado derecho del pecho del Panther.
Seis de los MLA del Valkyrie cayeron sobre el Panther como moscas sobre una herida abierta, con efectos devastadores. Los misiles explotaron en el debilitado blindaje del torso y penetraron en el interior del ’Mech. Una explosión desató una oleada de calor abrasador en el pecho del Panther cuando los misiles destrozaron la protección del reactor de fusión.
El Jenner de Baker aterrizó en cuclillas frente a un Panther intacto. Los ’Mechs intercambiaron sendas andanadas de MCA, pero, dado que el Jenner era más bajo, los MCA del Panther pasaron volando por encima de él y explotaron en una yerma ladera. La mitad de los MCA del Jenner dieron en el blanco y destruyeron parcialmente el blindaje del torso del Panther.
Cuatro rayos láser surgieron de las alas del Jenner. Uno agravó los daños en la coraza del torso del ’Mech kuritano, mientras que otro dibujó una línea irregular de fuego a lo largo del blindaje de la pata izquierda del Panther. Los dos últimos haces, al impactar en el brazo izquierdo, lo despojaron de toda la coraza y dejaron al descubierto las fibras de miómero.
El Panther de Kurita levantó el brazo derecho y disparó su CPP. El rayo azul se encorvó y retorció al lacerar el pecho del Jenner. Trozos de armadura fundida saltaron despedidos del Jenner sobre chorros de vapor. Cuando se desvaneció la nube de escombros, el pecho del Jenner quedó desguarnecido y vulnerable.
El Panther de Bethany Connor se revolvió y apuntó al Panther kuritano que estaba atacando al Jenner de Baker. Su CPP chisporroteó fuego azul en línea recta hacia el pecho herido del Panther enemigo y logró perforar los restos del blindaje como si fuera papel El rayo lo fundió por completo e incendió los MCA almacenados en el pecho del ’Mech.
Los MCA explotaron en un tableteo de brillantes fogonazos. Como de una fuente de fuego, del torso del ’Mech brotaron sucesivos estallidos de luz. Un par de brillantes detonaciones arrojó el desmantelado brazo izquierdo lejos del Panther de Connor. Se alzaron llamaradas en el corazón del ’Mech kuritano, que crecieron en una serie de explosiones que el Panther ya no pudo seguir conteniendo. Con un último resplandor de fuego del color del platino, lo bastante intenso para saturar por unos momentos el rastreador de Dan, el ’Mech se desintegró.
Diane McWiliams y Mary Lasker rodearon al último Panther y concentraron su fuego sobre él. Los rayos de sus CPP destrozaron la pata derecha del ’Mech y el blindaje que lo protegía se fundió como la cera. Los músculos se rompieron y los huesos de titanio se pusieron al rojo antes de disolverse en una lluvia de gotas diminutas.
Cuando el Panther kuritano se tambaleó y empezó a caer, las andanadas de MCA disparadas por los Panthers capturados por los Demonios de Kell acabaron de destruirlo. Las explosiones brotaron de su pecho como un collar de flores de fuego, doblaron la enorme máquina y la derribaron al suelo.
Los Panthers de Kurita comenzaron a retirarse.
—Tenemos que detenerlos, Demonios de Kell.
Dan odió el sonido de su voz al dar aquella orden, pero sabía que no tenía otra elección. Si alcanzan un lugar desde donde puedan emitir por radio, estamos perdidos.
El Catapult de Fitzhugh lanzó dos ráfagas más de MLA contra el primer Panther que había atacado. Más de una veintena de misiles martillearon al ’Mech y lo envolvieron en un manto de fuego. El brazo derecho saltó por los aires tras una serie de espantosas detonaciones. Varios proyectiles arrancaron la poca armadura que aún cubría la cabeza del Panther. Aún más MLA eliminaron los últimos fragmentos de coraza que protegían el pecho del ’Mech y reventaron el sistema giroscópico y el afuste de MCA. La máquina destrozada cayó, dando vueltas, sobre la superficie del planeta.
El Panther kuritano que Salome atacó en primer lugar, giró en pleno vuelo para enfrentarse a su Wolverine. Ambos ’Mechs intercambiaron andanadas de MCA como dos pistoleros en un duelo. Tres misiles lanzados por el Panther explotaron en el flanco izquierdo del Wolverine, pero, aunque arrancaron parte del blindaje, los daños fueron insignificantes.
Cuatro de los MCA disparados desde los afustes del hombro del Wolverine describieron una parábola e impactaron en su objetivo volante. Uno explotó dentro de los confines del pecho del Panther enemigo, mientras que los otros tres amputaron la coraza del costado izquierdo del pecho, la pata izquierda y el brazo derecho. El último misil, aunque sólo causó daños superficiales, estalló en el CPP del brazo derecho del Panther. La explosión desvió la temible arma de su blanco, de manera que el rayo azul que había disparado pasó sobre la cabeza del Wolverine sin tocarlo.
El disparo de réplica de Salome acertó con una eficacia brutal. La ráfaga del cañón automático impacto en la cabeza del Panther, y se la empujó hacia atrás como un boxeador que hubiese recibido un puñetazo. El Mech de Kurita empezó a girar lentamente y el láser medio del Wolverine, que llevaba montado en la cabeza, le perforó el torso. Un humo aceitoso surgió del Panther mientras el láser fundía el blindaje de protección del motor de fusión.
El rayo de energía destruyó también el giroestabilizador del Panther. La destrucción del giróscopo acentuó su movimiento giratorio ya iniciado y el 'Mech quedó fuera de control. Impulsado por los retrorreactores, voló en espiral mientras el piloto pugnaba por controlarlo y fue a chocar contra la vertiente de una montaña en medio de una brillante explosión.
«Gato» y Brand pillaron el tercer Panther en un terrorífico fuego cruzado de CPP. Ambos rayos de energía de color turquesa desgarraron el ’Mech como escalpelos. El rayo de «Gato» arrancó todo el blindaje del brazo derecho del Panther. El humeante caparazón de la máquina, desprendiendo metal vaporizado, cayó a la ocre superficie del planeta.
Sin prestar atención a los daños causados por el ataque de «Gato», Brand empaló al Panther enemigo con la centella artificial de su CPP. Chisporroteó sobre el motor de fusión y escindió la protección como si fuera una cáscara de nuez. Una llamarada floreció en el estómago del Panther y explotó hacia afuera. La explosión partió el ’Mech en dos y engulló vorazmente la mitad superior antes de que la bola de plasma se desvaneciera en un fogonazo dorado.
—Dan, ¿qué diablos están haciendo? —El tono apremiante de Meg Lang llenó de temor a Dan—. Los otros dos pilotos han activado sus mecanismos de eyección, ¡están volando las carlingas!
Dan pulsó el botón de ampliación de imagen y luz estelar en su rastreador delantero. Enfocó la cara del Panther cojo. Se estremeció y estuvo a punto de vomitar. ¿Por qué lo hacen? ¡Maldito sentido del honor kuritano! ¡Qué desperdicio!
El piloto kuritano había abierto la escotilla al vacío exterior sin protegerse con un traje herméticamente cerrado. Dan apenas distinguió la sangre que brotaba de la nariz del guerrero a través del visor de su neurocasco. Echó un vistazo a sus rastreadores, que le indicaban que el cuerpo del guerrero se enfriaba rápidamente. Dan tragó saliva.
—Han muerto. Sigamos adelante. Más nos vale que no nos pillen en campo abierto si su Nave de Descenso vuelve para averiguar qué es lo que les ha ocurrido.