Prólogo
Prólogo
Sede del Primer Circuito de ComStar
Isla de Hilton Head, América del Norte, Tierra
1 de junio de 3022
Myndo Waterly, la capiscolesa de Dieron, intentó colarse en silencio en los aposentos del Primus. Su andar era tan ligero que consiguió llegar a la altura del símbolo de la estrella de oro grabado en el suelo sin que nada más que un susurro de sus ropajes de seda anunciase su llegada. Inspiró profundamente, se detuvo y se bajó la capucha de su manto rojo, dejando al descubierto sus rubios cabellos. En la fracción de segundo que precisó para recordar el inicio de su argumentación, el Primus desbarató por completo toda su estrategia.
El Primus Julián Tiepolo, que permanecía inmóvil y vuelto de espaldas, exclamó de súbito:
—La Paz de Blake sea contigo, capiscolesa de Dieron.
¿Cómo ha podido saber que estaba aquí? ¡Éste hombre no es normal!, pensó Myndo, momentáneamente desconcertada.
—Y Su sabiduría contigo, Primus.
Aunque trató de reprimirlo, un temblor nervioso en su tono de voz atenuó la osadía de su respuesta. Tragó saliva y aguardó a que el líder de ComStar, alto y enjuto como un cadáver, se volviese hacia ella. Había estado mirando a través de una de las grandes ventanas ovales que permitían que el brillante sol de la tarde iluminara la estancia. Su nariz aquilina y sus penetrantes ojos castaños siempre le habían recordado un halcón a Myndo, pero aquel día reaccionó de forma diferente ante su huesuda delgadez y su calvicie. Más bien parece un buitre, pensó.
Tiepolo bajó despacio por la corta escalera que unía la ventana con el área principal de su estancia para audiencias privadas.
—Hay un matiz crítico en tu saludo, capiscolesa. Pero prefiero no disputar contigo, pues esa clase de juegos te hacen perder pronto la paciencia. —La mirada de Tiepolo se desvió hacia la pared situada detrás de la capiscolesa, en la que se proyectaba un gigantesco mapa estelar desde el suelo hasta el techo—. Nunca deja de asombrarme que, dada tu escasa complacencia en la dialéctica, seas capaz de negociar con el Condominio Draconis.
Myndo Waterly se envaró y devolvió con expresión fiera la torva mirada del Primus.
—Más que las palabras y el honor, la Casa Kurita respeta la acción y la sabiduría.
Tiepolo se humedeció los labios y asintió lentamente con la cabeza.
—Vuelves a lanzarme reproches. —Echó atrás la mano derecha para señalar hacia la ventana—. Como no estás abajo, presenciando la firma del tratado entre Hanse Davion y Katrina Steiner, ¿debo suponer que es ése el asunto que deseas discutir conmigo?
Myndo asintió con un breve movimiento de cabeza.
—Has dado la orden de que vuelva a Dieron de inmediato. ¿Es sólo porque quieres librarte de mí, ya que disiento de tu criterio respecto a esa alianza?
—Capiscolesa de Dieron, ya has expresado con mucha claridad tus preocupaciones en los comunicados que me has enviado y a lo largo de las sesiones del Primer Circuito a las que ambos acudimos aquí, en la Tierra.
Myndo se irguió hasta alcanzar su altura máxima.
—Dices eso como si hubieras prestado atención a mis argumentos e incluso los hubieses sometido a la debida consideración.
—Eso he hecho, capiscolesa.
—No, Primus. Sabes que no es cierto, y ahora me echas porque no estoy de acuerdo contigo. —Apuntó a la ventana con un dedo—. Allá abajo, en el patio, estamos permitiendo que Hanse Davion y Katrina Steiner firmen un tratado que destruirá para siempre el equilibrio de poder entre los Estados Sucesores. Con un vínculo tan estrecho entre la Federación de Soles de Davion y la Mancomunidad de Lira de Steiner, ComStar perderá toda esperanza de mantener la estabilidad. Ése pedazo de papel destruirá todo aquello por lo que hemos trabajado.
El Primus Julián Tiepolo tabaleó sobre su enjuta barbilla con el dedo índice de su diestra.
—¿Ah, sí? Sugieres que el tratado destruirá el equilibrio de poder entre las cinco Grandes Casas, pero yo lo dudo. Los Dragones de Wolf abandonarán la Mancomunidad de Lira para ponerse al servicio de tu Casa Kurita.
—¡Ja! —La ronca risa de Myndo Waterly restalló como un disparo en la abovedada cámara de madera—. ¿Cómo te atreves a utilizar una información que yo te he facilitado, para refutar mis argumentos?
La expresión de Tiepolo no reveló la menor turbación.
—¡Ah!, fuiste tú quien proporcionó la información sobre esa unidad mercenaria. Entonces debes de saber también que los Demonios de Kell han aceptado un nuevo contrato por el cual, en principio, volverán a estar bajo las órdenes de la Federación de Soles, aunque nuestros analistas han predicho que acabarán por ponerse de nuevo al servicio de Katrina Steiner y la Mancomunidad. Por ahora, no obstante, la Mancomunidad de Lira no podrá disponer de sus dos unidades mercenarias más capacitadas.
Myndo meneó la cabeza con violencia.
—Sabes tan bien como yo que todo esto no tiene nada que ver con las tropas, sean mercenarios de primera categoría o esas nuevas unidades poco preparadas que espera crear el príncipe Davion. La Mancomunidad de Lira es peligrosa, y tú les has permitido aliarse con el más avanzado de los Estados Sucesores.
Tiepolo asintió con parsimonia.
—¡Ah!, ya entiendo cuál es la razón última de tu desazón. Te preocupa que, por primera vez en los doscientos cuarenta años transcurridos desde que el bendito Jerome Blake aceptara la misión de restablecer las comunicaciones entre las estrellas, yo haya permitido un acontecimiento que pone en peligro el cumplimiento de aquella misión sagrada. ¿Te he comprendido bien?
Myndo afirmó enérgicamente:
—La Mancomunidad de Lira nos considera una simple organización de mensajeros con grandes pretensiones. Ésos malditos codiciosos mercaderes liranos creen que no somos más que otra empresa en busca de beneficios. No se dan cuenta de lo exiguos que son éstos, y mucho menos entienden que nos preocupe más nuestra misión que nuestras ganancias. No hay manera de hacer comprender lo espiritual a aquellos que sólo ven con sus ojos y conciben la riqueza únicamente en su sentido material.
—Ésa es una verdad que reconocimos hace tiempo, capiscolesa de Dieron.
—Sí, Primus, la hemos reconocido y, en una de las últimas sesiones del Concilio, decidimos aislar a la Mancomunidad de Lira. Queríamos silenciar su opinión sobre nosotros para que no infectara los puntos de vista de las demás Casas. Pero en los dieciséis meses de negociaciones de este tratado entre Davion y Steiner, parece como si aquella resolución hubiese sido anulada. Has permitido que se unan dos almas gemelas y la consecuencia de ello será el caos más absoluto.
Tiepolo entornó sus oscuros ojos, que relampagueaban de ira.
—Mi querida capiscolesa, parece que quieres insinuar que Casa Davion es, en cierto modo, peor aún que Casa Steiner…
Myndo no estaba menos encolerizada que el Primus, pero se esforzaba por mantener la calma.
—En incontables ocasiones te he explicado mis reservas sobre Casa Davion, Primus. La obsesión del príncipe Hanse Davion por hacerse con tecnología de la antigua Liga Estelar —a la que los impuros han dado la curiosa denominación de perditécnica—, lo llevará a un conflicto abierto con nosotros. Y, dados los recientes avances realizados por el Instituto de Ciencias de Nueva Avalon (ICNA), creo que ese conflicto llegará más bien pronto. Quintus Allard y la División de Contraespionaje del Ministerio de Inteligencia, Información y Operaciones de Davion (MIIO) nos causarán muchas dificultades para poder colocar cerca del Príncipe a nuestros agentes de ROM. Y, si me permites que te lo recuerde, Primus, incluso tú admitiste que es posible adivinar desde lejos cuáles serán las iniciativas del Príncipe.
El Primus Julián Tiepolo dejó que una sonrisa distendiera sus labios pálidos y finos.
—Ciertamente, el Zorro es un enigma.
—Tú lo llamas un enigma, ¡pero yo veo a Hanse Davion como una daga apoyada contra la garganta de ComStar! No puedes negar que las cláusulas confidenciales del tratado te han sorprendido incluso a ti.
El Primus asintió.
—Es cierto. Nunca pensé que Hanse Davion pediría, u obtendría, la mano de Melissa Arthur Steiner. Podría ser un acontecimiento impresionante.
Myndo hizo una mueca de desdén.
—No es ese matrimonio lo que me da miedo de la alianza entre las Casas Steiner y Davion. No, lo que te pido que consideres es la combinación del desprecio que la Mancomunidad de Lira siente hacia nosotros y los conocimientos técnicos de Casa Davion. Los intercambios culturales e intelectuales exigidos en este tratado podrían dar lugar a un servicio que rivalizase con el nuestro.
—Quizá, capiscolesa, quizás… —Una mano esquelética desdeñó todas aquellas objeciones—. Yo no veo la situación de los Estados Sucesores del mismo modo que tú.
—Ya lo sé —replicó Myndo Waterly en tono grave y sereno—. De hecho, estoy dispuesta a pedir al Primer Circuito que te desposea de la Primacía por esa razón.
El Primus Julián Tiepolo se quedó paralizado y escrutó meticulosamente a su subordinada, pero ella no pestañeó ante su acerada mirada. Un silencio glacial cayó sobre la estancia mientras el Primus clasificaba y organizaba sus pensamientos. Finalmente, rompió la tensión con un leve movimiento de cabeza.
—Muy bien, capiscolesa de Dieron, me obligas a revelarte algunos de mis pensamientos. Lo hago con reluctancia, y sólo porque noto en ti una auténtica preocupación por el plan del bendito Blake, y no por un deseo de alcanzar el poder.
Myndo asintió con gesto ceremonioso.
—Sólo deseo que se cumpla la voluntad de Blake.
—Sí, capiscolesa de Dieron, te creo. —El Primus Tiepolo señaló el enorme mapa estelar proyectado en la pared—. ¡Político! —siseó. Cumpliendo aquella orden hablada, un ordenador sobreimpresionó un mapa político sobre el plano estelar—. Tienes razón, capiscolesa, al presentir que las Casas Steiner y Davion son las más peligrosas para ComStar. Mi decisión, a pesar de los excelentes argumentos que tú y otros capiscoles presentasteis durante las sesiones del Concilio, fue permitir que ambas Casas se uniesen. Creo que una fuerte alianza entre ellas fortalecerá la oposición de las demás Casas.
Myndo frunció el entrecejo.
—La oposición no es tan fuerte, Primus. —Señaló una franja estrecha que se extendía hacia la parte inferior del mapa estelar y añadió—: Está claro que Casa Liao no es una amenaza para nadie. Casa Marik, situada entre Liao y Steiner, está recuperándose todavía de la guerra civil que sufrió hace seis años. Mientras tanto, el apoyo financiero de Davion a los rebeldes sigue manteniendo en posición precaria a Marik.
El Primus meneó la cabeza con parsimonia, como un profesor que estuviese a punto de corregir a uno de sus alumnos.
—Es posible que la Confederación Capelense de Liao ocupe una región relativamente pequeña, pero es rica en mundos. Y, aunque las fuerzas de Liao no son lo bastante fuertes como para atacar a la Federación de Soles, sí lo son para repeler las incursiones de Davion. Aparte de las continuas escaramuzas en las fronteras y algún planeta ganado o perdido por cada bando, no veremos ninguna variación de importancia en ese frente en el resto de nuestra vida.
El Primus señaló luego el área purpúrea que representaba la Liga de Mundos Libres de Casa Marik.
—Janos Marik ha recobrado el control de su reino. No olvidemos que su hijo Thomas está a nuestro servicio. —Tiepolo volvió su atención hacia la zona roja situada sobre la Federación de Soles y a la derecha de la Mancomunidad lirana—. Aún más importante es tu Condominio Draconis. Con sus temidos regimientos Espada de Luz, y ahora también los Dragones de Wolf, debería tener de sobra para mantener en jaque a Davion.
Myndo meneó lentamente la cabeza.
—Es posible, y pronto podremos comprobarlo: en cuanto Davion emprenda la campaña de Galtor. Sin embargo, me temo que ninguna de las demás Casas podría resistir sola a las fuerzas combinadas de la Federación de Soles y la Mancomunidad de Lira.
—Eso es más cierto de lo que tú misma crees, capiscolesa. Por eso te he ordenado que regreses a Dieron. Tú coordinarás los encuentros entre Takashi Kurita, Janos Marik y Maximilian Liao. Las demás Casas no estarán solas, Myndo: permanecerán unidas… —El Primus Tiepolo levantó una mano para acallar cualquier comentario—. Deberías saber que Maximilian Liao intenta repetir el éxito que obtuvo al lanzar a Antón Marik contra Janos en abierta guerra civil. Está jugando con el deseo de Michael Hasek-Davion de gobernar la Federación de Soles en lugar de su cuñado, y ya ha proporcionado al duque Michael buenas razones para que niegue a Hanse sus tropas de la Marca Capelense en la campaña de Galtor.
Myndo sonrió sin querer.
—Y explotarás el deseo de Frederick Steiner de reemplazar a su prima Katrina…
El Primus asintió.
—La situación política actual en los Estados Sucesores depende del mantenimiento del equilibrio. Si un Señor Sucesor cree disponer del poder suficiente para conquistar a uno de sus vecinos, la Humanidad se verá inmersa de nuevo en el infierno de la guerra. También debemos recordar que ComStar es el fiel de la balanza. Si atisbamos que la unión de las Casas Steiner y Davion se convierte en una amenaza para nosotros, ten por seguro que las aplastaremos a ambas y estableceremos un nuevo equilibrio.
—Ya entiendo, Primus —dijo Myndo con la cabeza inclinada, inmersa en sus pensamientos—. Es cierto que las fuerzas están igualadas. Los elementos precisos para controlar a Davion y a Steiner están en su lugar. Si esos dos reinos no estuvieran regidos por unos líderes tan dinámicos, la amenaza que representan quedaría muy disminuida. Pero ¿cómo podemos desatar las fuerzas internas y externas necesarias? ¿Qué las pondría en movimiento?
Tiepolo se permitió una sonrisa triste.
—Todos los Señores Sucesores: Takashi Kurita, Janos Marik, Maximilian Liao, Katrina Steiner y Hanse Davion, sueñan con llegar a ser el líder que reine sobre una nueva Liga Estelar. Todos tienen iguales pretensiones a ese trono, pero el matrimonio entre Hanse Davion y Melissa Steiner cambiará la relación de fuerzas. De repente, una Casa reivindicará con más fuerza que las demás su derecho a ocupar el viejo trono de la Liga Estelar. Hasta el día de la boda nos abstendremos de revelar la cláusula más confidencial de ese tratado, pero no dudaremos en utilizarla para preparar nuestros propios planes secretos…