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Solaris VII (El Mundo del Juego)

Rahneshire, Mancomunidad de Lira

5 de mayo de 3027

—Está mintiendo, Gray —dijo Justin.

El traductor capelense se volvió con brusquedad para mirar al MechWarrior. Justin había entrado sigilosamente en aquel apartamento de Cathay a través de una ventana abierta de la parte posterior. Con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta de lona gris, hizo un ademán con la cabeza al anciano capelense que estaba sentado entre el traductor y Gray Noton.

—El viejo dice que no recuerda dónde se escondió el cargamento de municiones —reveló.

Noton agarró al traductor por la guerrera.

—¿Pensabas volver más tarde a venderme la información, Shih? —Volvió a sentarlo de un empujón en la silla, que se volcó y arrojó al suelo al hombre—. Justin, dile al viejo que le daré quince billetes C si me dice dónde ocultó la munición su unidad, y otros quince si la información resulta ser cierta.

Justin se acercó al anciano y se arrodilló a sus pies. Sonrió afectuosamente al viejo capelense, y, con voz pausada y armoniosa, tradujo la propuesta de Gray.

El anciano, último veterano superviviente de una fracasada ofensiva de Liao contra Casa Marik que había tenido lugar medio siglo atrás, consideró la propuesta y asintió. De forma meticulosa y precisa, explicó a Justin la localización exacta del alijo de armas. Al ir recordándolo, añadía detalles sobre trampas explosivas puestas por sus compatriotas antes de ser transportados fuera del planeta. Cada vez que el anciano callaba para reavivar sus recuerdos, Justin traducía fielmente a Noton lo que le había dicho.

Noton, satisfecho, se incorporó y dio al anciano un boleto de apuestas de color plateado. Justin se sintió molesto, pero Noton le aclaró:

—Es la apuesta de tu último combate, Justin. Ganaste, ¿recuerdas?

Justin pareció contrariado también por eso. Tal vez gané el combate, pero también perdí. Hizo un gesto de asentimiento.

—Sí, lo recuerdo —masculló. Se volvió y miró fijamente al traductor capelense—. Si molestas a este hombre, o si alguien le roba el dinero, vendré en tu busca con Yen-lo-wang.

Wo dong. Lo he entendido.

Justin le hizo una indicación para que se fuera. El traductor se puso apresuradamente en pie y salió del desvencijado apartamento. Noton y Justin hicieron una respetuosa reverencia al anciano, que dijo algo más cuando salían por la puerta. Justin le contestó y se reunió con Noton en el pasillo a oscuras.

—¿Qué te ha dicho, Justin? —le preguntó Noton, que se puso junto a la pared para dejar pasar a tres niños pequeños, que iban corriendo y gritando por el corredor.

Justin sonrió cuando los niños pasaron a su lado.

—Nos ha invitado a volver siempre que te sientas aún más generoso.

—¿Y qué le has contestado?

—Le he dicho: «Ése hombre tiene la cartera grande, pero no blando el cerebro».

Noton se echó a reír. Ambos salieron del bloque de pisos y volvieron por la calle adoquinada en la que Noton había aparcado el Tifón. Dos jóvenes miembros de un tong se apartaron del coche y saludaron a Justin. Noton metió la mano en el bolsillo para pagarles por vigilarle el aerocoche, pero la mano de acero de Justin le apretó el brazo, conteniéndolo.

—No lo hagas, Gray. Lo han vigilado por Yen-lo-wang y por el respeto con que hemos tratado al anciano. —Justin devolvió el saludo a los jóvenes—. Darles dinero te desprestigiaría a sus ojos.

Noton no dijo nada hasta que hubieron subido al vehículo y las puertas hubieron descendido hasta cerrarse.

—Sabes muchas cosas sobre las costumbres capelenses, pero no puede tratarse sólo de tu origen. Yo soy medio Marik y medio Steiner, pero no sé prácticamente nada de las costumbres en el imperio de Marik.

Justin se arrellanó en el asiento de felpa del Tifón.

—Mi padre y yo nos marchamos de la Confederación cuando tenía cinco años, pero ya entonces hablaba inglés y capelense sin el menor acento. Aunque mis padres se habían divorciado, mis abuelos capelenses seguían considerándome como un miembro de la familia. Los visité en dos ocasiones, cuando mi padre tuvo que pronunciar alguna conferencia. Incluso después de graduarme en Sakhara, fui destinado a la frontera con Liao. He disfrutado de múltiples ocasiones para pulir mis conocimientos sobre su cultura.

Noton asintió con gesto pensativo.

—Escucha, Justin, ya sabes que trabajo como agente de información. —Señaló la casa del anciano con el pulgar—. Encontrar a alguien que sepa algo de un alijo de perditécnica es una pura cuestión de suerte. Casi todo el resto tengo que hacerlo con la cabeza, y eso implica llegar a acuerdos y, por lo general, hay que tener buenas dotes de organizador. Es la clase de trabajo para el que tú también servirías.

Justin asintió ligeramente, pero no dijo nada.

—Ya debes de haber llegado a la conclusión de que mantengo contactos con las redes de inteligencia que hay en este planeta. Todos están aquí: la Maskirovka, el CIL, las FIS y el MIIO. —Noton se echó a reír—. Creo que incluso Marik tiene gente, aunque el último contingente se dividió y se mataron entre ellos durante su última guerra civil. —Se volvió hacia Justin—. Vivo muy bien gracias a mi trabajo. Podría disponer de alguien de tu talento para coordinar los negocios en mi lugar. —Entró con el Tifón en el garaje subterráneo del edificio en el que tenía una oficina—. Me gustaría que pensaras en la posibilidad de convertirte en mi socio.

Ambos bajaron del vehículo. Noton indicó con un ademán a Justin la escalera mecánica que conducía al nivel de la superficie. Una vez allí, sacó una llave magnética y abrió la puerta trasera. Justin entró delante de Noton en la habitación, que estaba a oscuras y abarrotada de armarios y estanterías. El único espacio libre, una puerta en la pared opuesta a la salida, conducía al despacho de Noton.

Justin siguió a Noton al despacho y se sentó pesadamente en una silla a invitación de su acompañante.

—¿Qué quieres de mí? —le preguntó por fin.

Noton se arrellanó en su silla y juntó los dedos.

—No te pediría que traicionaras a tu padre…

Justin escupió en el suelo.

—¡Al infierno con mi padre y con toda la Federación de Soles! ¿Qué clase de padre pondría a una puta en la cama de su propio hijo para espiarlo?

—Bien —dijo Noton, incapaz de impedir que la satisfacción se reflejara en su rostro—. En pocas palabras, Justin, así es como son las cosas: Marik, Liao y Kurita pagarán una millonada por la información que les facilitemos respecto a Steiner o Davion. Además, ciertos personajes al servicio de Steiner y de Davion también pagarán bien por la información que obtengamos sobre ellos.

Justin lo miró preocupado.

—¿Quieres decir que Michael Hasek-Davion quiere información sobre Hanse?

Noton sonrió.

—Eso no es inconcebible, pero no era exactamente lo que tenía en mente. Algunos elementos de Steiner trabajan sobre otros elementos de Steiner. —Noton se volvió y sacó un archivo de un montón que tenía sobre el escritorio—. En enero, el barón Enrico Lestrade me pidió que interviniera en el desvío de una Nave de Descenso de su rumbo previsto. La misma noche de febrero en que combatiste aquí por vez primera, me pagó el primer plazo y yo envié información preliminar a las personas que tenía que avisar. —Noton abrió el archivo—. Hace menos de una semana, recibí un itinerario de Lestrade. Como es un estúpido, también incluyó la lista de pasajeros. He suministrado esta información a mis hombres para que estén preparados cerca de Fomalhaut para secuestrar la nave. Capturarán a la persona que buscan los jefes de Lestrade —es decir, los duques Frederick Steiner y Aldo Lestrade—, y éstos proseguirán su propio juego para alcanzar el poder a partir de ese punto.

Justin asintió lentamente.

—Me parece un negocio estupendo, Gray. Ya entiendo lo que querías decir cuando hablabas de organización. ¿Qué sacas de un trato como éste?

Noton se echó a reír.

—Normalmente, gano cien mil billetes C limpios, pero Lestrade me pagó con un boleto de apuesta del combate de Fuh Teng contra Billy Wolfson. —El agente de información frunció el entrecejo—. Me costaste mucho dinero, Justin, pero no soy un hombre rencoroso.

Justin sonrió.

—Yo tampoco —mintió también. Entornó los ojos y añadió—: ¿Por qué no le pides más dinero a Lestrade?

—No es bueno para los negocios —respondió Noton—. Sin embargo, me ha compensando de sobra. La lista de pasajeros costará lo mismo, al menos, a otros clientes.

Justin extendió la mano para recoger la carpeta mientras Noton seguía hablando.

—He recibido solicitudes de información sobre otros de vez en cuando, y un par de los nombres aparecen en esa lista. Mis hombres entregarán la nave a quien pague más, y yo seré quien decida quién será el comprador. En cuanto circule esa lista, comenzará la subasta.

Justin sintió un sobresalto al ver en la lista el nombre del teniente Andrew Redburn. El MechWarrior sonrió con despreocupación y dijo:

—Mmmm… Veo aquí a algunos tipos por los que podría obtenerse un espléndido rescate.

Noton asintió.

—Eso le dije a Lestrade aun antes de ver la lista. Sus jefes protestaron por el precio, que sobrepasaba su presupuesto.

Justin se incorporó y se desperezó. Echó un segundo vistazo a la lista de pasajeros, cerró la carpeta y se la devolvió a Noton.

—Entonces, ¿has recibido otras ofertas?

Noton consultó su cronómetro.

—Bueno, Tsen Shang llegará dentro de una hora. Me ofrecerá diez mil, pero yo le sacaré veinticinco mil. Más tarde le indicaré la posición de la nave. —Sonrió a Justin—. ¿Qué te parece? ¿Somos socios?

Justin sonrió y alargó a Noton su mano humana.

—Hasta que la muerte nos separe.