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Solaris VII (El Mundo del Juego)

Rahneshire, Mancomunidad de Lira

20 de febrero de 3027

Justin Xiang alargó la mano derecha para ajustar el volumen de su micrófono exterior. Los aplausos de la multitud para Billy Wolfson y su Hermes II no lo sorprendieron, pero sí su vibrante insistencia. Anhelan que sea el ganador. La fuerte ovación le desgarró el cerebro como si fuera papel de lija y amenazó con dar rienda suelta al nerviosismo que había conseguido dominar anteriormente con una serie de ejercicios de tai chi chuan.

Jamás he combatido ante un público, pensó Justin y, sin querer, una carcajada resonó en su neurocasco. Ésta es la menor de tus preocupaciones —se recordó—. Tampoco has luchado nunca sin tu brazo izquierdo.

Miró de reojo su miembro sintético. El cable de cinta, liberado de su compartimiento en la muñeca, se había ajustado perfectamente en el apoyabrazos y Justin había cerrado los dedos de la mano metálica alrededor de la palanca de mando. No quería que el brazo se cayera y soltara el cable en pleno combate. Lo comprobó todo una y otra vez y verificó su habilidad para controlar el brazo izquierdo del Vindicator. La mano y el láser ligero del ’Mech funcionaban con normalidad, tal como indicaban las luces de prueba que parpadeaban en su consola de mandos. También comprobó que el control de misiles MLA estaba operativo. Aunque despegaban del torso del Vindicator, los controles estaban también en la palanca izquierda.

La mano «buena» de Justin controlaba las armas principales del ’Mech. El CPP, que ocupaba todo el antebrazo derecho del Vindicator, y el láser medio montado en la cabeza de la máquina eran controlados por la mano derecha. El control de la palanca de mandos dirigía el sistema de puntería y los botones disparaban las armas de la misma manera como Justin lo recordaba de sus prácticas en el simulador de Sakhara.

Justin observó cómo el Hermes II de Wolfson entraba en la arena. Ligeramente a la derecha y un poco por encima de la cintura del ’Mech, Justin vio las enormes fauces de un cañón automático. Recordó cómo el cañón del Rifleman había convertido en chatarra su Valkyrie en el duelo de Kittery y sintió un repentino escalofrío.

En un esfuerzo por recobrar la serenidad, Justin se concentró en el ’Mech humanoide que debía destruir. Sabía que llevaba un láser medio en el antebrazo derecho. Aunque era un arma formidable, no le preocupaba. Ése lanzallamas, en cambio…

Aquélla arma formaba el inacabado brazo izquierdo del ’Mech. Seis bombonas de combustible, cada una del tamaño de un aerocoche pequeño, envolvían un cilindro estrecho. Se abría en un morro que guardaba un cierto parecido con el de los antiguos trabucos y medía casi un metro de diámetro. Pese a los repetidos intentos por que estuviera pintado, el morro sólo estaba recubierto de la capa de carbono habitualmente asociada a un lanzallamas.

Justin asintió cuando el Hermes, de colores azul y gris, se detuvo y levantó la mano derecha para saludar al público. Aquél lanzallamas podía achicharrarlo en el interior del Vindicator, obligándolo a saltar. Aunque, en realidad, el fuego no podía dañar su ’Mech, sí podía poner fin de manera prematura al combate y privarlo de la victoria. No puedo permitirme el lujo de perder.

La voz del presentador irrumpió en los pensamientos de Justin.

—¡Y, de la cuadra Teng, tenemos un Vindicator!

Justin hizo entrar en la arena al Vindicator con paso lento y deliberado. Fueron unos Vindicators los que hicieron retroceder una vez a Casa Davion en Tikonov. ¡Qué apropiado es que ahora utilice uno para poner en aprietos a la Federación de Soles! Justin levantó el brazo izquierdo del ’Mech para saludar a la muchedumbre invisible apiñada detrás de las acristaladas paredes. Aunque no oyó los aplausos con que habían recibido a Wolfson, contuvo su irritación. Son los vencedores quienes se merecen los elogios, no los combatientes.

La voz del presentador, vibrante de emoción, volvió a resonar en la arena y en el neurocasco de Justin.

—Acaban de comunicarnos que el barón Von Summer invita al vencedor a acudir a su palco privado después de la batalla —le oyó decir Justin.

El Hermes de Wolfson se volvió hacia el palco de Lestrade y saludó. El ’Mech de Justin lo imitó a continuación, aunque su piloto realizó el gesto de forma refleja. Lo sabe. Debe de saber que el combate esta amañado. —Justin se rio para sus adentros—. Le espera una buena sorpresa a Billy Wolfson.

—¡Que empiece el juego!

De inmediato, el Hermes disparó una ráfaga de fuego de cañón automático que laceró al Vindicator y abrió pequeñas brechas en la coraza del torso. Justin lanzó su ’Mech a la derecha e hincó la rodilla, mientras el láser del Hermes partía el aire y se reflejaba en las ventanas que rodeaban la arena.

Justin abrió el compartimiento de MLA del pecho del Vindicator y lanzó una andanada de cinco misiles contra el Hermes. Wolfson se apresuró a desplazar su ’Mech a la izquierda, manteniendo el CPP fuera de la línea de tiro y esquivando todos los misiles salvo uno. El que acertó hizo saltar parte de la armadura de la pata izquierda del Hermes, mientras que los demás explotaban contra la pantalla protectora.

¡Concéntrate, Justin! ¡No puedes permitirte desperdiciar ningún disparo! Echó un rápido vistazo a la prótesis para asegurarse de que el cable no se había soltado. Wolf son cree que este combate está amañado. ¡Utiliza esto en su contra!

Los disparos de réplica de Wolfson, de cañón automático y de láser medio, impactaron en el pecho del Vindicator. Las descargas del cañón automático se estrellaron contra la coraza del ’Mech de Justin haciendo saltar muescas de metal. El láser, orientado hacia el mismo punto, cauterizó las heridas causadas por el cañón automático y fundió el metal, formando terribles cicatrices en la plancha. El Hermes siguió atacando mientras se aproximaba a su contrincante.

Justin continuó desviando el Vindicator a la derecha. Luego se detuvo, giró sobre su pie izquierdo y apuntó al Hermes con el CPP. El dedo índice de su mano derecha apretó el gatillo del CPP y el dedo corazón accionó el del láser medio. Los monitores de calor de la carlinga subieron de la zona verde a la roja, pero Justin hizo caso omiso de las intensas protestas del ordenador por el exceso de calor. El Hermes siguió acercándose y entró de lleno en su zona de fuego.

El láser dibujó una línea intermitente entre los ojos del Hermes, que dio un respingo cuando Wolfson reaccionó ante la cegadora luz escarlata. El rayo en sí apenas fundió la capa exterior de la escotilla del piloto, pero distrajo a Wolfson, impidiéndole pensar que debía girar y hacer frente al ataque del Vindicator.

Un latigazo azul de pura energía restalló hacia el Hermes. El rayo del CPP golpeó al ’Mech en el brazo izquierdo y destrozó la coraza del lanzallamas con la facilidad de un ciclón arrancando tejas de un tejado. El rayo acarició al Hermes durante menos de tres terribles segundos, pero bastó para casi toda la protección de la temible arma del ’Mech. De improviso, el lanzallamas se convirtió en una bomba sujeta al costado del Hermes y el rápido giro que hizo Wolfson demostró que había comprendido que, al fin y al cabo, el combate no estaba amañado.

Cuando el Vindicator de Justin avanzó hacia el Her-mes, Wolfson alzó el brazo derecho del ’Mech y disparó un rayo láser para detenerlo. El rayo rubí de energía hizo bullir la coraza del torso del Vindicator, pero no logró penetrar en sus mecanismos. Como no sirvió para frenar al Vindicator, Wolfson hizo correr a su ’Mech por la arena.

Justin activó sus retrorreactores de salto y lanzó una andanada de ML A, apuntándolos deliberadamente lejos del Hermes, a su derecha. Los misiles estallaron en una línea de geiseres llameantes que impidieron el paso al Hermes. Entretanto, el Vindicator volaba sobre él, casi rozando el techo enrejado de la arena. Justin aterrizó a la izquierda del Hermes. No tienes ningún sitio adonde huir ni donde esconderte, Wolfson.

Justin tenía el rostro bañado en sudor y los labios salados. Enfrente, el Hermes giró. Su láser medio disparó un rayo rojo de energía, mientras que el cañón automático retumbaba con un staccato de acompañamiento a la lluvia de metal que escupía. Las balas del cañón acribillaron la armadura de la pata izquierda del Vindicator y la salpicaron de dentadas abolladuras. El láser perforó la coraza central del torso del Vindicator y quemó lo que quedaba de ella. Había penetrado una cantidad suficiente de fuego láser en la coraza para incendiar el corazón del ’Mech.

Justin lanzó una maldición al ver que una luz roja se encendía en su tablero de mandos. Los últimos restos de energía del láser habían dañado el giroestabilizador del ’Mech, lo que lo obligaría a concentrarse más en cada pequeño movimiento si no quería perder el equilibrio y desplomarse. Golpeó el control de sobrecalentamiento y bufó de rabia. Se acabó.

Unos misiles surgieron del Vindicator, dibujaron un arco en el aire e impactaron en el costado derecho del Hermes. Explotaron en unas brillantes bolas de fuego de color anaranjado y el Hermes se tambaleó al soltársele las placas de la coraza. Antes de que pudiera recuperarse, el latigazo azul del CPP de Justin profundizó la herida recién abierta. El rayo de partículas evaporó en una nube de gas metálico los restos de armadura que los misiles no habían destruido. Chorros de escoria fundida resbalaban por la parte frontal del Hermes, pero el rayo no había logrado penetrar en sus estructuras internas.

El láser del Vindicator se encendió y perforó el brazo izquierdo de su contrincante. Evaporó los restos de la armadura y estropeó los mecanismos del lanzallamas. Luego se deslizó hacia el pecho y calcinó el actuador del hombro. El brazo izquierdo, encasquillado ligeramente hacia adelante, empezó a incendiarse y a gotear combustible del lanzallamas.

Justin abrió un canal de transmisión privado con su oponente.

—Wolfson, tu lanzallamas pierde combustible. Tienes que saltar.

Casi pudo sentir el miedo de su adversario a través de la comunicación por radio, pero las palabras de Wolfson lo desmintieron.

—No puedo. Tengo una fianza de cien mil créditos contra mi rendición. No me los quitarás.

Justin meneó la cabeza. Unas gotas de sudor resbalaban por el visor de su neurocasco.

—¡Maldito idiota! No los quiero. ¡Sal de ahí!

—¡Vete al infierno, cabrón capelense!

El Hermes levantó el brazo derecho. Tanto el láser como el cañón automático se activaron. Wolfson quería intentar la hazaña de intercambiar disparos con un ’Mech con más armas que el suyo. El láser hizo saltar muescas de la protección del CPP del Vindicator y el cañón automático destruyó la coraza de la pata derecha, pero ninguno de aquellos disparos causó los desperfectos suficientes para derribar el ’Mech.

Una nueva andanada de misiles de Justin lanzó tres cargas explosivas contra la pata derecha del Hermes y levantó planchas retorcidas de armadura de su cadera. El láser quemó aquella misma zona, amputando pedazos de coraza aún mayores. El ataque no logró inutilizar la pata, pero aquello perdió toda importancia cuando se activó el CPP.

Su rayo azul claro perforó la armadura fundida del pectoral derecho del Hermes. Mientras el rayo artificial consumía el ’Mech, una llamarada azul prendió en la boca de su cañón automático y una sorda explosión levantó una columna de humo negro del agujero abierto en su pecho. Centelleaban las chispas en la aceitosa neblina. Parecía como si el Hermes fuese a doblarse sobre sí mismo.

De súbito, Wolfson irguió su máquina y atacó. El Hermes arremetió hacia adelante y aceleró a 97 km/h, haciendo honor a su nombre.[3]Wolfson extendió su brazo derecho del ’Mech y se abalanzó sobre su adversario. El láser se activó en el último segundo, pero el rayo salió disparado muy lejos del blanco.

El Vindicator se agachó por debajo del brazo extendido del Hermes y hundió su puño izquierdo en el flanco de su contrincante. El símil gigantesco de la mano metálica de Justin aplastó unos circuitos internos y, al retirarla, arrancó cables y la cadena de municiones del cañón automático. Justin apuntó apresuradamente su láser mediano que cercenó aún más pedazos de armadura de la cadera derecha del Hermes.

Wolfson giró su ’Mech sobre su pie derecho y trató de darle una patada al Vindicator con la pata izquierda. Falló porque el puñetazo del Vindicator había aplastado parte del sistema giroscopico. El Hermes sólo consiguió caer al suelo. Cayó sobre su hombro izquierdo, y el impacto reventó los tanques de combustibles del lanzallamas. Mientras el ’Mech herido se tumbaba de espaldas, el viscoso líquido le recubrió el torso.

El láser ligero del brazo izquierdo del Vindicator mordió como una víbora. El chorro de chispeante energía incendió el combustible del lanzallamas y levantó una enorme llamarada de color blanco lechoso que lamió el techo de la arena. El fuego crepitaba en los oídos de Justin, pero no hizo nada por acallar los gritos y los aplausos de los espectadores.

La placa facial del Hermes salió disparada. Wolfson oprimió el botón de eyección y la silla saltó de la cabeza de su ’Mech y voló dando vueltas en medio de aquel infierno. De manera casi instantánea, los giróscopos de la silla activaron los cohetes de escape y lanzaron la silla de Wolfson, chamuscada y humeante, lejos de la zona de peligro, a los pies del Vindicator.

El ’Mech se agachó sobre el piloto expulsado de su máquina. Wolfson se debatió para librarse de la silla, pero el Vindicator puso la mano sobre ella y los encerró en una jaula hecha de dedos. Justin, desde el interior de su carlinga, alargó la mano derecha y orientó el micrófono direccional hacia Wolfson,

—La próxima vez que me llames «cabrón», pequeñajo, será mejor que me venzas, porque de lo contrario te mataré.