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Styx
Distrito Militar de Dieron, Condominio Draconis
25 de mayo de 3027
Tras un gesto de ánimo con la cabeza de Yorinaga Kurita, el Sho-sa Tarukito Niiro caminó hasta el frente de la sala de actos, construida en el estilo de un anfiteatro, de la Nave de Descenso Shori, clase Overlord. Iba vestido sólo con un chaleco refrigerante, pantalones cortos y una cinta en la cabeza; se sentía un tanto avergonzado por llevar aquella indumentaria, pero todos los demás presentes en la sala llevaban ropas semejantes a las suyas. El Sho-sa carraspeó mientras se apagaban las luces y aumentaba en intensidad la representación holográfica de la base de Styx.
—Esto, como todos saben, es el planetoide hacia el cual nos dirigimos en estos momentos. —Activó un puntero láser y tocó el nivel superior de la base con su punta blanca—. Como siempre, hemos designado los niveles según el alfabeto militar: Ishi, Roji, Hat a, Torii, Chi y Wa. Los guerreros FIS han entrado en la base por la galería del nivel Roji y el pequeño hangar de atraque del nivel Chi. Han encontrado una tenaz resistencia en estos niveles, pero están haciendo retroceder a los defensores.
Tarukito movió el puntero hacia un panel de la pared, sensible a la luz. De forma instantánea, la proyección generada por ordenador de la base de Styx se expandió. Los niveles superiores e inferiores a los Torii y Chi se evaporaron. Los niveles ampliados ocuparon el espacio utilizado por el modelo anterior y aún más. Cuando la estructura dejó de crecer, el ordenador añadió una imagen de gráfico de vectores de la Bifrost y la Silver Eagle en los lugares donde estaban ubicados en el hangar de naves. El puntero de Tarukito acarició la Silver Eagle.
—Se cree que la persona que buscamos estará a bordo de la Silver Eagle. La nave no va armada y debería rendirse sin combatir. ComStar ha informado a la compañía propietaria, Monopole, de que la nave está confiscada hasta que pueda explicarse su salto ilegal al Condominio.
Movió el punto de luz del puntero al centro de mando de la base, en el nivel Torii.
—Ésta es la oficina central de la base. Como pueden ver en el diagrama, desde ella se domina el área de los hangares. Las tropas de las FIS que han penetrado en la base creen que la defensa del planetoide se coordina desde ese punto.
El puntero se desplazó al hangar de atraque más pequeño, situado en el otro extremo de Styx.
—Las tropas de las FIS que entraron por este hangar por el nivel Chi tienen la misión de neutralizar el centro de mando. Los que bajen del nivel Roji esperan aislar la Silver Eagle y atrapar a la prisionera.
Tarukito asintió sabiamente, mientras unas roncas risas tronaban entre el público sumido en las sombras.
—Sé que no pretenden faltar al respeto a nuestros hermanos de las FIS, pero estarán de acuerdo conmigo en que la neutralización de una base tan grande no puede dejarse en manos de un puñado de soldados de salto.
Tarukito se volvió de nuevo hacia el diagrama y utilizó el puntero para recuperar el modelo anterior.
—Nuestro objetivo consiste en capturar la Silver Eagle, no sólo a una cierta persona. Para este fin, bajaremos hacia la abertura del hangar. —Indicó un punto de la superficie del planetoide, al norte de la entrada del hangar, y agregó—: La Shori aterrizará aquí y aguardará nuestro regreso. Hai, Tai-i, ¿cuál es tu pregunta?
El punto blanco del puntero tembló sobre el chaleco refrigerante que llevaba puesto el Tai-i Kagetora Asai.
—Sumimasen, Tarukito-san. Deseo saber la fuerza estimada de los ’Mechs a los que nos vamos a enfrentar.
En las palabras del guerrero no se traslucía el menor indicio de miedo; su pregunta era una simple petición de información relevante.
Tarukito asintió con gesto solemne.
—Una buena pregunta. Por lo que sabemos, de acuerdo a los informes que seguimos interceptando a las tropas FIS que combaten allí, el enemigo no dispone de ’Mechs en el planetoide. Los Panthers que utilizaremos deberían bastar para encargarnos de las fuerzas que debamos afrontar. —Sonrió y se volvió hacia el lugar donde permanecían sentados Yorinaga y Narimasa—. El Tai-sa Kurita-sama y el Chu-sa Asano descenderían con sus ’Mechs, un Warhammer y un Crusader, y utilizarán equipos de salto para caer sobre la base con nosotros.
Otro Tai-i, Norihide Kiso, que se encontraba detrás de Kagetora, se puso en pie.
—Perdóneme, Tarukito-san, pero debo formular una pregunta. ¿Por qué vamos a descender, si las FIS ya han tomado la base? Se ha rumoreado que su adelanto en doce horas se produjo por culpa de un retraso en los canales FIS que nos transmitieron el alerta. ¿No nos encontraremos en una situación embarazosa si aparecemos después de que ellos hayan realizado nuestra misión?
Tarukito contempló a Norihide por un segundo, pero el Chu-sa Narimasa Asano acalló cualquier respuesta que pudiera haberle dado. Narimasa rodeó la mesa hasta un lugar donde el ordenador verde y azul podía iluminarlo. Aunque sonreía afablemente, nadie se sintió tranquilo al verlo.
—Ése rumor que han oído no es totalmente cierto —comenzó—. Sí, se produjo una cierta demora al transmitir el mensaje a Nashira. Así se consiguió que el contingente de las FIS de Dieron se adelantaran a atacar ese objetivo. ¿Acaso no pueden tener ese honor? ¿Acaso su organización no rasgó el velo del engaño que nos informaba de la ubicación de la base y la identidad de la persona que buscamos? ¿Podemos echarles en cara que hayan reclamado el derecho de capturar el premio que habían localizado?
Narimasa meneó lentamente la cabeza y Tarukito se sintió avergonzado por albergar resentimientos contra las fuerzas FIS. Narimasa soltó una risita.
—Naturalmente, todos nos irritamos por la actitud del Taishi…, mas no porque no sintiéramos una devoción absoluta por el Dragón, sino porque el Taishi no nos consideraba dignos de la responsabilidad que habíamos asumido. No debemos dejar que nuestros sentimientos hacia el difunto Shinzei Abe deformen nuestro concepto del resto de las FIS. —Narimasa hizo un ademán hacia el holograma—. Deben recordar que fue el Coordinador en persona quien nos ordenó acudir a la batalla. No podía decir a Subhash Indrahar que creía que las FIS no podían conquistar la base, ¿verdad? Habría sido una humillación. No, se limitó a sugerir que deberíamos tener la ocasión de ayudar a las FIS a ocupar la base.
Narimasa se volvió y señaló con un movimiento de cabeza a Yorinaga.
—Tampoco Yorinaga-sama podía permitir que nuestra llegada avergonzase a las FIS. Si hubiésemos llegado demasiado pronto, podríamos haberlas privado de su victoria. Con esta idea en su mente, Yorinaga-sama retrasó en dos horas nuestra partida de Nashira para que las FIS tuvieran tiempo más que suficiente para vencer ellas solas en esta batalla.
Tarukito se volvió para disimular la sonrisa que empezaba a tensarle los labios. Cuando Narimasa regresó a su puesto al lado de Yorinaga, Tarukito ya había recuperado la compostura. Se encaró con los soldados de la Genyosha allí reunidos y dirigió su atención al modelo de la base.
—El Sho-sa Nobuyori Kinoshita y yo estaremos al frente del ataque principal. Además de nuestras lanzas, dispondremos de las lanzas del Tai-i Kagetora Asai y del Tai-i Norihide Kiso. El Tai-i Masonori Shoni y su lanza tendrán el honor de entrar en la base por el pequeño hangar del nivel Chi. De este modo atraparemos a los defensores entre nuestras superiores fuerzas y los aplastaremos.
Con los brazos en jarras, Tarukito escudriñó a su público de un lado a otro antes de añadir un último comentario de precaución.
—Sin embargo, debemos procurar no caer en el exceso de confianza, pues este ataque podría no resultar tan sencillo como parece. Tengan en cuenta que la gravedad del planetoide será solamente una novena parte de la de Nashira. No olviden nunca que el hombre estúpido es su propio peor enemigo, pues se derrota a sí mismo. —Tarukito empleó el puntero para encender las luces de la sala—. Rompan filas. Preséntense en sus 'Mechs y prepárense para un descenso general a combate.
Mientras se dispersaban los guerreros, un mensajero se abrió paso entre la marejada de cuerpos y presentó una hoja de papel amarillo a Yorinaga. El comandante de la Genyosha la leyó con atención. Luego despidió al mensajero con una solemne reverencia y volvió a leer el mensaje. Se lo pasó a Narimasa mientras Tarukito se unía a ellos.
Narimasa hizo un gesto de disgusto mientras leía. Entregó el papel a Tarukito con renuencia.
—Lo siento, Tarukito-san. Su plan no tenía ningún punto débil.
Tarukito tomó la hoja de papel con dedos temblorosos. Lo leyó una vez y lo releyó. Sintió un sabor amargo en la garganta que estuvo a punto de ahogarlo, pero tragó saliva y se esforzó por ignorar el fuego que había empezado a arder en su estómago. ¡Malditos sean! ¡Han echado a perder mi plan de ataque!
Se revolvió y contempló la silueta roja que ardía en el nivel Torii. Volvió a mirar el mensaje. ¿Es traición esperar que este mensaje sea falso? ¿Pueden estar realmente tan cerca de tomar el centro de mando? Se giró de nuevo hacia sus superiores.
—¿Creen que es posible?
Narimasa y Yorinaga intercambiaron una mirada que los hizo parecer viejos a ambos. Narimasa asintió.
—Creo que los informes de las FIS son sinceros.
—Pero ¿creen que van a tomar el centro de mando en la próxima hora? —les preguntó, levantando el mensaje con la mano.
Narimasa se encogió de hombros.
—Vamos con nuestros ’Mechs. Hasta que no hayamos saltado, no averiguaremos la respuesta a esa pregunta.