Introducción

Introducción

Diez mil años de guerra organizada han culminado en ese compendio de armas y armadura, movilidad y fuerza, llamado BattleMech.

El ’Mech típico tiene una altura de diez a doce metros y una forma vagamente humanoide: es un gigante acorazado, propio de los mitos y leyendas, hecho realidad. El más ligero pesa 20 toneladas; el más pesado, 75 o más. Incluso el ’Mech más pequeño está erizado de láseres, cañones de partículas, afustes de misiles de largo y corto alcance, cañones automáticos o ametralladoras. Cuando camina, un ’Mech anuncia de forma estruendosa la muerte de cualquier ejército desprotegido que sea lo bastante insensato para tratar de mantener sus posiciones combatiendo, y es un enemigo formidable incluso para unidades convencionales profusamente blindadas.

La concepción tradicional de la táctica militar mantiene que la mejor manera de luchar contra un ’Mech es enviando a otro ’Mech, preferiblemente mayor y más fuerte y con un blindaje más resistente. Si ambos monstruos mecánicos son de nivel similar pueden estar atacándose durante horas, aguardando a que el oponente cometa un error fatal: ese fallo inevitable y decisivo, mecánico o humano; ese despiste fugaz, en la guardia o en la táctica, que deje abierta la posibilidad de un golpe mortal.

Éste mismo tipo de equilibrio militar existe entre las cinco Casas principales de los Estados Sucesores de comienzos del siglo XXXI. Éstos cinco Estados guerrean entre sí por el control del Universo conocido: la «Esfera Interior». Por una parte se encuentran la Confederación de Capela, de la Casa Liao; la Liga de Mundos Libres, de la Casa Marik; y el Condominio Draconis, de la Casa Kurita. A ellos se enfrenta la inestable alianza establecida entre la Federación de Soles, de la Casa Davion, y la Mancomunidad de Lira, de la Casa Steiner. Alrededor de estos gigantes hormiguean otras fuerzas menores: casas, potencias, alianzas, coaliciones, comerciantes y Reyes Bandidos. Los Señores Sucesores intentan atraer a su causa, sobornar o forzar la colaboración de estos poderes secundarios siempre que pueden.

Sin embargo, tras varios siglos de guerra, ninguna Casa ha logrado una victoria clara ni ha revelado tener ningún punto excesivamente débil. La guerra continúa y los gigantes luchan entre las ruinas de lo que una vez fue una orgullosa civilización galáctica. Las fuerzas militares, como 'Mechs de idéntico nivel, parecen demasiado equilibradas para que alguna de ellas alcance la ventaja decisiva.

De todas formas, las potencias en guerra conocen una máxima de la guerra tan vieja como la guerra misma: lo que no puede ganarse con la fuerza de las armas, puede lograrse mediante la astucia, el engaño o un puñal hundido en la espalda del enemigo.

Nicolai Aristobulus

El equilibrio del terror

(Historia de las Guerras de Sucesión)