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Agosto 19 de 1936

Querido Estrada: Recibo ayer la suya del 14. Despaché violines conjuntamente con última carta, dirigidos a su casa. Deben de estar ya en su poder. No olvide que el más chico es de TIMBO y el otro de LAPACHO. Esto en cuanto a las dos tapas, lo esencial. No creo que suenen como Dios manda. Tengo más fe al de lapacho, pese a la madera dura. Me parece más tónico el sonido. Parece una viola.

—Me interesan todos los estudios biológicos. Siendo ciencia, cualquier cosa. Tampoco leo mucha literatura, si no es relatos de interés punzante, tipo Wallace. Leo a éste cuanto pesco de él. Pero en verdad no leo sino cuando ando incapaz de trabajar. Como arte, releo uno que otro gran autor, a veces. Yo estoy en una edad, como decía el otro, en que no se lee; se relee.

Bien por su Dostoievski. Sabe Ud. que es uno de mis dioses. El hombre que ha visto con más profundidad los subsuelos del alma. Descuello en toda su obra a El idiota y Los poseídos (Besi). Releí no hace mucho la primera de estas novelas y Crimen y castigo, con deseo de confrontar mis impresiones dispares sobre ambos libros. Como en mi primera juventud (creo haber sido el primero, tal vez en Sudamérica, que se empapó en Dostoievski. En «Historia de un amor turbio» se nota fuertemente su influencia (1907).

—Nada me dijo de cedro ni de jacarandá, referente a la quinta de Lomas. Me llama la atención la utilidad de la segunda de aquellas esencias en la guitarra; lo ignoraba.

En cuanto a la influencia de la Luna en el corte de las maderas, compañero, se han hecho estudios muy completos. Tanto como en la influencia de la Luna sobre el tiempo, no se ha llegado a nada concreto, si no es esto: que el cambio de Luna favorece naturalmente un cambio de tiempo, y que la madera cortada en Luna nueva o llena, tiene más savia, por lo cual se pudre (maderas muy blandas) más fácilmente. Muy leve y relativo esto. Sobre el primer fenómeno: en Montpellier (ando duro para la ortografía) se llevan estadísticas desde 1850 y tantos sobre los días de lluvia en tal cual Luna, y nada dan de concreto, salvo lo que anoté. Dícese también que los pescados ídem en Luna llena se pudren a las tres horas, ni una menos.

En cuanto a que la calidad de la fibra puede imperar sobre su dureza, me parece muy bien. Mas es de temer que la cohesión cohiba mucho la vibratilidad. Realmente, creo que el uso del jacarandá (madera de las más duras que hay) en las guitarras tiene por motivo el aspecto decorativo: madera muy oscura, luciente, etc. En mi tiempo las buenas guitarras eran de madera muy clara —abeto o aliso, seguramente—.

En una anterior me anotó algo sobre posibilidad de infiltrar azúcar o no sé qué en las maderas musicales. Me parece muy bien, tal vez por aquello de Dostoievski: «2 + 2 son cuatro, está muy bien. Pero 2 + 2 son 5, ¡qué diablo!, no está tampoco mal».

Por esta línea es por donde se llega a las si mas del alma, y de todo. Y para concluir esto, otra vez con el gran ruso. Dijo una vez éste: «Si se me demostrara irrefutablemente que el Cristo está fuera de la Verdad, yo estaría con el Cristo y no con la Verdad».

Evidentemente, Ud. sabe mucho más que yo de violinismo y Cía. Pero yo puedo sede útil como contrapeso en sus posibles excesos. Para algo tengo una mente un poco material. Ya hablaremos, compañero.

En suma, me agrada infinitamente esta charla técnica. Por algo y para algo no somos literatos pourris, ¡vive Cristo! Éstas son las mil cosas de la vida que templan al hombre, si lo es.

España. — Me interesa muchísimo. Por encima de las mezquindades y sangrienta rebusca de privilegios que incuban en todo aquello, hay algo innegable que me arrastra. Y ello es que de un lado está la buena causa, y del otro, la mala. Cuando las papas queman, un liberal es ya un compañero. No quiero nada de militares, mi grande fobia, y tampoco de curas. Luego las muchachas ésas, apasionadas a tal punto. ¿Ve Ud. bien en el campo de fuego unas cuantas mujeres tendidas muertas a balazos y bayonetazos por hombres? ¡Mujeres, sin mayores fuerzas, agujereadas como hombres en un campo de batalla! Me angustia esto —o me angustió en el momento en que lo vi claro.

Querido Estrada: Mi hija me debe respuesta a alguna consulta sobre hospedaje, y Payró es reciente padre de familia. ¿Con qué elementos cuenta Ud. para hospedarme? Me refiero naturalmente como cama, pues los pocos días que esté en pie comeré a salto de mata. Infórmeme sobre esto.

Mi mujer jura y perjura que el único día feliz de su estadía en ésa será aquel en que vaya con la nena a esperarme abordo. Lo que no acaecerá.

Cariños a la cuñada y un gran abrazo

H. Q.