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Agosto 8 de 1936

Querido Estrada: Recibí la suya. Muy contento de que no se acuerde de su pierna. Hoy debieron salir por encomienda los dos violines (lapacho y timbó) que me prestó su dueño, pero el frío me invalida para todo, pues llevo tres días malos. Ayer en todo el día tuvimos 8 grados de máxima, con viento y cielo encapotado de nieve. Ahora, 8:05 a.m., con pleno Sol tras bruta helada, apenas 3 grados afuera. Es demasiado, cuando el viejo corazón y la salud andan mal.

Si hoy calienta, mejoraré de ambas cosas.

Usted tiene dos cartas mías que no le habían llegado cuando vino su última. Me dispongo a contestar a ésta el martes próximo. Verá, con los violines que despacharé el mismo martes, el ingenio de su constructor.

Muy bien por Temperley; es algo —y mucho— como Ud. dice. Mándeme, cuando lo sepa, el nombre de los viejos árboles esos.

Fuerte abrazo para el matrimonio.

H. QUIROGA