NICARCO

En el libro XI hay muchos epigramas de un autor que probablemente es del s. I d. J. C. y que se llama Nicarco. Hay cuatro, de todos modos, que parecen helenísticos (sobre 526, en que se imita a Leónidas, y 528 hay dudas) y puede verse además el 523 de Dioscórides.

525 (IX 330)

La figura itifálica de Pan, guardiana de una fuente junto con otras de unas ninfas (cf., por ejemplo, el 87 de Leónidas, 188 de Damóstrato y 384 de Teócrito), amenaza a los viandantes si no se portan bien. Al final una broma para el caso de que a los malhechores les guste el castigo. Al lematista le parece que en el epigrama hay muchas tonterías.

Junto al agua caudal de esta fuente a mí, Pan, el de patas

de cabra, con las ninfas Simón me ha colocado.

Y la causa hela aquí: está a tu alcance el beber cuanto quieras

de la fuente y meter en ella vasijas,

mas no puedes lavarte los pies con el don cristalino

de las ninfas so pena de sufrir mis ataques.

Y, si no, que prestarte tendrás sin excusa ninguna

a que yo te penetre; tal es de Pan la norma.

Ahora bien, si de intento lo hicieres porque ello te agrade,

hay también otro método: romperte la cabeza.

526 (VI 285)

El lematista no está seguro de que pertenezca a Nicarco. Una tejedora, sobre cuyo nombre cf. el 523 de Dioscórides, persona consagrada por tanto a Atenea, quema, no se sabe si a la puerta de su casa o a la de un templo de Cipris, los enseres (cf. 125-126 y 161 de Leónidas) de su oficio, en que se ha fatigado, para dedicarse a la prostitución, de que son emblema las alegres guirnaldas de los banquetes, que tanto aparecerán en adelante, y la péctide, sobre la cual cf. el 385 de Teócrito.

Nicáreta, sierva que fue de Atenea, aplicada

a la lanzadera y a tejer sin reposo,

para Cipris quemó en una pira el cestillo a la puerta

con las bobinas y otros enseres así hablando:

«Adiós, menester miserable de pobres mujeres

que su flor juvenil sólo consumir sabes».

Y la niña eligió las guirnaldas, la péctide, el dulce

vivir entre fiestas y cortejos diciendo:

«Cipris, el diezmo de cada ganancia he de darte;

a cambio de este oficio proporcióname el otro».

527 (VII 159)

Pausamas (I 44, 6) cita, en el camino de Mégara (cf. el 285 de Calimaco) a Corinto, la tumba de un flautista samio llamado Teléfanes (sobre la flauta doble, cf. el 519 de Dioscórides) que erigió Cleopatra, no la citada en el 236 de Asclepíades, sino la primera mujer de Filipo II (cf. intr. a Filitas) Se trata, pues, de alguien que vivió en el siglo IV. También hablan de él Demóstenes (XXI 17) y Ateneo (351 e), y Plutarco (Mor. 1138 a) menciona a un flautista de Mégara que debe de ser el mismo. Si tenemos aquí un verdadero epitafio (cf. el 368 de Teócrito), no será un epigrama helenístico y es dudoso que corresponda al mismo Nicarco de los poemas anteriores. Nótese la primera alusión al mítico Orfeo, cuya música (sobre la cítara, ct. el 387 de Teócrito) atraía a árboles y fieras, levantaba las piedras y aplacaba a los elementos y al que se consideraba como inventor del hexámetro y fundador de ritos místicos de tipo más o menos dionisíaco: y también a Néstor, el elocuente héroe de la Ilíada.

Orfeo a su cítara debe el honor de que goza,

Néstor a la elocuencia de su palabra dulce,

Homero el divino a Sus versos con arte ensamblados;

Teléfanes, aquí sepultado, a sus flautas.

528 (VI 31)

No sabemos qué ofrenda este labrador a Pan (caracterizado como en el 385 de Teócrito), Dioniso y Deméter (cf. el 503 de Dioscórides), a quienes pide por su orden (cf. el 181 de Leónidas) las tres clases de productos que ellos patrocinan. El lema lo da como anónimo o quizá de Nicarco.

A Pan el caprino y Dioniso el que da buenos frutos

y a Deo, protectora de la tierra, esto ofrendo

y hermosos rebaños les pido y buen vino y opimas

cosechas de espigas a la hora de la siega.