ARTEMÓN

Los dos epigramas conservados están transmitidos en el lema a su nombre, pero también como posiblemente anónimos. En ambos aparece un tal Equedemo, del que en 596 se dice que es ateniense; y, efectivamente, en esta ciudad se daba aquel nombre.

595 (XII 124)

Equedemo se ha aparecido en sueños al poeta haciendo alternativamente gestos hostiles y amistosos y llevando en la mano una aljaba y un gallo. Aquélla evidentemente simboliza agresividad: éste quizás amistad. Ello profetiza un enamoramiento con todos sus típicos males: fuego que quema, agujas que punzan, abejas que pican. Pero el recién enamorado no ha podido menos de ponerse a la puerta de Equedemo para aprovechar el momento en que la entreabría a hurtadillas (probablemente con coquetería, porque sabía que el otro estaba al acecho) y besarle, aunque algo nervioso.

Cuando Equedemo a hurtadillas su puerta entreabría,

a hurtadillas un beso di al mozo delicioso

con miedo, que en sueños le vi con aljaba en la mano

y, tras darme un gallo, se marchó, sonrisas

alternando y visajes no amigos. ¡Con fuego y agujas

y un enjambre de abejas a dar hemos venido!

596 (XII 55)

Comparación de Equedemo, respecto a su patria Atenas (cf. el 508 de Dioscórides), con Apolo, el hijo de Leto (cf. el 395 de Mnasalces), respecto a Delos, sobre la cual no se ve por qué habla de un cuello, pues es isla no grande (cf. el 378 de Teócrito) y sin penínsulas, ni de un oráculo, porque, si lo hubo allí (cf. el himno homérico III 81), no podía compararse en fama con el de Delfos. El Atica domina en amor como antaño en la guerra.

Tú, Letoida, posees el cuello marino de Delos,

gran hijo de Zeus que oráculos a todos

das, y Equedemo a Cecropia, para ella un segundo

Febo que su flor a Eros de hermosos rizos debe.

Y Atenas, su patria, que antaño en el mar dominara

y en la tierra, a la Hélade subyuga hoy con su encanto.