HEGESIPO
No hay datos sobre él. Imita a Leónidas (420 si es genuino), Calimaco (421), Mnasalces (414-415); todo esto nos situaría hacia el año 250. La alusión a racimos, probablemente de vid, en Meleagro (776, 25) nos choca (cf. intr. a Pánfilo).
414 (VI 124)
Cf. el 396 de Mnasalces.
Aquí estoy bajo el techo de Palas, guerrera valiente,
el escudo que en su hombro mortal llevara antaño
Timanor; muchas veces de polvo manchéme en la brega;
de la muerte siempre salvé a quien me portaba.
415 (VI 178)
El arma que habla, posiblemente un escudo, quiere descansar, ofrendada por su dueño retirado. Imitación del 395 de Mnasalces, pero con la particularidad de que los himnos y coros cuadran mejor en un santuario de Artemis que de Heracles.
Si aceptas el arma que Arquéstrato, Heracles, te ofrenda,
podré envejecer, oyendo himnos y coros,
apoyada en algún reluciente pilar de tu atrio.
Basta ya de Enialio con su contienda odiosa.
416 (VI 266)
Sobre la imagen de Ártemis (cf. el 44 de Ánite) dedicada por la hacendosa muchacha Hageloquea, a quien la diosa se ha mostrado en sueños.
Hageloquea, que, virgen aún, con su padre
Damáreto vive, la imagen conserva
de esta Ártemis que anda en los trivios y fue a aparecerse
junto a su telar cual luz encendida.
417 (VII 446)
Un epitafio: Hermíone (cf. el 148 de Leónidas) estaba muy cerca de Argos; el lema dice que Zoilo murió en esta población; cabe que fuese sepultado en ella, y entonces la alusión a un país extraño es exagerada, o que muriera en otro lugar y su familia aportara tierra de Hermíone a la tumba. Obsérvese al final el luto de los hijos como en el 407 de Mnasalces.
Extranjero era Zoilo, hermioneo, y aquí sepultado
fue en país extraño con argiva tierra
que echaron sobre él sollozando su esposa de airosa
cintura y sus hijos de rapados cabellos.
418 (VII 545)
Descripción quizá de un relieve (cf. el 334 de Calimaco) en que se ve a Hermes conduciendo a los muertos al Hades. En Platón (Gorg. 524 a, cf. Resp. 614 c), los jueces del infierno, Minos (cf. el 96 de Leónidas), Radamantis y Éaco (cf. el 87 del mismo), administran justicia en una encrucijada de donde parte un camino para el Tártaro y otro para las islas de los Bienaventurados; en Virg. Aen. VI 540-543, el camino de la derecha conduce al Elisio y el de la izquierda al Tártaro, donde está Radamantis a cargo de los condenados. Aquí se han juzgado ya las almas; el divino juez espera en el Hades a los buenos; Aristónoo, persona honesta, se halla entre ellos. Es irónico que Hades, al que se llamaba el conductor de pueblos, deba esperar esta conducción por parte de Hermes.
Dicen que está a la derecha el camino que sigue
Hermes con los buenos hacia Radamantis;
por allí a casa de Hades, aquel que a los pueblos conduce,
Aristónoo, el hijo de Queréstrato, fuese.
419 (XIII 12)
Epitafio de Abderión, natural de la ciudad tracia de Abdera, hombre por lo visto de buen carácter, cuyos restos maltratados por el mar, después de su naufragio, fueron a parar a la isla de Sérifos, del mar Egeo, de donde unos amigos (aunque el texto habla de próxenos, es dudoso que se trate de algo como lo citado en el 271 de Posidipo) enviaron las cenizas a su tierra natal.
Maldito aquel día y maldita la noche sin luna
y el terrible estruendo de la mar ventosa
que la nave volcó por la cual Abderión el melifluo
suplicó a los dioses sin que éstos le oyeran.
Y así lacerado quedó y le llevaron las olas
a la áspera Sérifos, donde unos piadosos
amigos al fuego le dieron y luego a su patria
Abdera le enviaron en áurea urna.
420 (VII 276)
Imitación del 149 de Leónidas (cf. intr.) en poema de mal gusto y que hay quien rechaza para este autor, en parte porque es su único epigrama elegiaco que tiene más de cuatro versos. En una red (cf. el 136 de Leónidas) fueron cogidos unos peces y la mitad de un hombre comido; y, suponiendo que la pesca se había alimentado de restos humanos, los captores no quisieron venderla y enterraron el cadáver con los pescados; así todo el náufrago recibió sepultura.
A un hombre ya a medias comido, penoso despojo
de un barco, unos rederos de la mar sacaron
y, rehuyendo el ilícito lucro, enterraron los peces
junto al cadáver mismo con un poco de arena.
Ya tienes, ¡oh, Tierra!, a este náufrago entero, pues cubres
a los que devoraron la carne que le falta.
421 (VII 320)
Imitación del 325-326 de Calimaco relativa al misántropo Timón. Según Plutarco (Vita Ant. 70), su tumba se hallaba en uno de los dos demos áticos llamados Halas, sobre un escollo que la erosión de las aguas había hecho inaccesible; en Aristófanes (Lys. 807) se le presenta (cf. el 102 de Leónidas) rodeado de espinos. Timón desea que no le dirijan la palabra griega de saludo, alégrate, sino que le digan gime.
Cardos y espinos agudos circundan mi tumba
por doquier; te herirás los pies si te acercas.
Yo aquí vivo, Timón el misántropo. Pasa de prisa
y no me desees sino muchos gemidos.