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LE pedí a Tomás que me dejara usar el ordenador de su casa para buscar un apartamento en el Sur. Al final reservé en un hotel de Playa del Inglés, un Riu que acababan de reformar y que tenía ofertas.

Tomás no me preguntó, pero me ocupé de dejarle claro que me apetecía irme para el Sur el mismo sábado a mediodía y no volver hasta el domingo por la noche. Le enseñé las fotos del hotel que había en Internet y parecieron gustarle. Se lo pensó un momento y después me dijo que no tenía por qué esperar a mediodía.

—Cógete el sábado libre y así te puedes ir desde por la mañana y aprovechar.

Me negué un par de veces, pero insistió.

—Estamos a final de mes. Van a venir a comprar cuatro gatos. Píllate el día sin problema, de verdad. Llevas cuatro meses sin darte una alegría, carajo. Te lo tienes ganado.

Tenía razón. Me lo había ganado.