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En el otro lado del campus, Dennis Flaherty se hallaba en su habitación de la casa de los Taus aguardando que sonara el teléfono. Estaba pensando en Elizabeth, como hacía a menudo, y preguntándose cómo había llegado tan lejos. En la cama que había a su lado estaba la bolsa negra de basura. Tenía problemas para abrirla. El final estaba cerca y resultaba difícil terminar con el asunto, aunque sabía que tenía que hacerlo si quería seguir con su vida... y si quería encontrar un camino para volver a Elizabeth.
Sonó el teléfono.
—¿Está listo? —preguntó la voz en el otro extremo de la línea.
—Sí —dijo Dennis.
El hombre colgó y Dennis se sentó en el crepitante silencio. Se preguntó si no habría otra manera de hacerlo. Otra forma de acabar con aquello.
Pero no servía de nada. Sabía que pronto estaría preparado para irse.
Y, por primera vez hasta donde abarcaba su memoria, se santiguó.
Después abrió la bolsa de basura y sacó lo que había dentro.