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LUGAR

Como saben ustedes, Polly estuvo en una fiesta de despedida la última noche en que fue vista. Lo que ignoran aún es dónde tuvo lugar esa fiesta o quién la ofreció.

La fiesta se celebró en Slade Road, en las afueras de la población. La organizó un hombre llamado Tucker «Pig» Stephens. Pig era mayor que la mayoría de los asistentes a la fiesta. Estaba considerado un tipo con recursos para todo cuanto hiciera falta: recurrías a él en busca de hierba, de alcohol si aún no tenías edad para consumirlo o de solaz si estabas deprimido o necesitado de él.

Pig era propietario de una Harley-Davidson, que estaba trucada para que rugiera ferozmente cuando corría a toda velocidad por la autopista. La llamaba «el Demonio», y le había pintado en los lados el morro de un rorcual que parecía arrojar llamas cuando le daba la luz bajo determinado ángulo. Durante el invierno guardaba la moto en un garaje-almacén de alquiler de la I-64, porque desconfiaba por principio de todos sus amigos, la mayoría de los cuales eran miembros de un club local de moteros, llamado los Creeps, al que Pig pertenecía también.

Era respetado en ese círculo, y temido por los polis, que lo habían detenido muchas veces, y había pasado una larga temporada, cuando tenía veinte años, en la prisión estatal de Montoya, por allanamiento de morada. Su historial delictivo era largo, pero en los cinco últimos años había permanecido inactivo: todos cuantos lo conocían aseguraban que había iniciado una nueva página de su vida.

Pig había tomado a Polly bajo su tutela. La protegía. Consideraba a Mike su hermano pequeño y, a menudo, cuando veías a Pig en la ciudad, Mike estaba con él. Últimamente, sin embargo, las relaciones entre Pig y Mike se habían deteriorado. Hasta el punto de que le habían oído decir que, si Mike molestaba a Polly de nuevo, él, personalmente, «lo pondría en el lugar donde tenía que estar». La noche de la fiesta de despedida en honor de Polly los dos hombres estuvieron discutiendo en el patio de atrás, junto a la piscina. Era ya tarde y para entonces todo el mundo estaba bebido. Nadie podría decir con certeza cuál fue el motivo de su discusión, pero casi todos estaban seguros de que tuvo algo que ver con Polly. Pig, un hombre corpulento que pesaba más de ciento treinta kilos, apoyó su dedo índice en el pecho de Mike. Poco después, Polly dejó la fiesta. Algunas personas que se hallaban de pie en el porche trasero (Pig vivía en un dúplex, cuyo piso superior arrendaba a sus amigos, incluidos Mike y Polly durante unas semanas del pasado verano) vieron que Polly se marchaba poco después de la discusión. Según esos testigos, Pig la vio marchar. Puede que incluso la abrazara cariñosamente antes de entrar ella en su coche e irse a casa, donde el padre la estaba esperando.

Mary no sabía qué hacer con esta nueva información, aparte del hecho de que introducía en la ecuación un nuevo sospechoso: la vieja figura paterna, Pig. Podía imaginarlo. Pig, obeso y voluble, amable cuando se le requería y violento cuando tenía que serlo. ¿Qué le habría dicho a Mike junto a la piscina? ¿Que lo mataría si tocaba a Polly de nuevo? ¿Estaría Pig enamorado en secreto de Polly? ¿Habían tenido los dos una aventura, o incluso estarían enamorados? Y cuando Mike se enteró de ello, ¿habría pegado a Polly, obligándola a llamar a la policía?

Le quedaban aún por leer los pasados capítulos de Ciudad de cristal de Auster, y los que deberían preparar para la clase del día siguiente, pero no era capaz de centrar su atención en las palabras que leía. En la novela, Quinn llenaba las páginas de su cuaderno rojo con hechos y con observaciones, proyectos empíricos, emociones y sentimientos. Pero Mary no era tan afortunada como él: tenía muy poco a este respecto. Había visto en la transparencia la imagen de Polly, pero inexplicablemente había olvidado su rostro, y ahora iba a ser asesinada por Mike o por Pig, o tal vez, ¡no lo permitiera Dios! , por su propio padre. ¿Qué pensaría Leonard Williams de esta negligencia, de este olvido suyo?

De repente se encontró dormida y soñando. En su sueño, Mary vio entrar a Williams en una habitación mal iluminada, en cuyo centro había un proyector por encima de las cabezas. Lo encendió. No había nada en la primera transparencia: solo una pared amarilla. Nada tampoco en la segunda. Comenzó a pasar los papeles uno a uno. Estaban todos en blanco, vacíos, y lo único que proyectaban eran cuadrados amarillentos en la pared desnuda. El profesor Williams estaba muy furioso ahora. Tenía el rostro rojo, crispado, con las venas del cuello hinchadas. Mary se vio allí de pronto, se vio sentada en una silla junto al proyector. Iba vestida de largo, como para una actuación o presentación de lo que fuese. Ocultaba el rostro entre las manos mientras Williams iba pasando una transparencia en blanco tras otra. Y entonces pudo notar que la observaba, sentir el calor de su mirada en ella. Williams la tenía ahora totalmente controlada. Ejercía sobre ella autoridad e influencia. Dijo algo, pero su voz fue cercenada, enmudecida. Incluso sin sonido, era penoso verlo y Mary sintió que el corazón se le encogía por él. De pronto, sin embargo, comenzó a acercarse a ella, caminando incluso a través de la luz del proyector. Estaba furioso, tan furioso...

Despertó a la temprana luz gris del día. Brown estaba en silencio y supo, por el color de la luz que se filtraba por los postigos, que todavía era demasiado pronto para levantarse de la cama. Pero no podía volver a dormirse. Había tenido un sueño inquieto y notaba rígido todo su cuerpo cuando intentó ponerse en pie. El suelo estaba frío. Por fin se había presentado el otoño fuera, y pronto iba a tener que encender el calentador para ducharse.

Como cada mañana, revisó su buzón de correo electrónico.

Había algo que no estaba allí la noche anterior. Se lo habían enviado solo minutos después de la pista relativa a Pig, pero ella había omitido comprobar si le habían entrado nuevos mensajes mientras leía aquel. Este otro llevaba por título simplemente «Pruebas», y Mary, recordando cautelosamente la imagen del ahorcado, pulsó con el ratón sobre él.

El mensaje tenía dos archivos adjuntos. Mary pulsó sobre el primero y apareció en la pantalla la imagen de un coche rojo junto a una carretera. «El Honda Civic de Polly en Stribbling Road», supuso.

Pulsó sobre el segundo archivo y se cargó en su pantalla otra fotografía. Parecía lo que podría haber sido una fiesta en una de las casas de las fraternidades. El primer plano estaba crudamente iluminado por el flash. Era una vista ampliada de la foto que Williams les había mostrado en la transparencia ese día, la de Mike sentado en un sofá. Allí estaba Mike de nuevo, con los ojos rojos y el pelo revuelto.

Sentada junto a él, rodeando con el brazo los hombros despellejados de Mike, estaba Summer McCoy.

Mary se quedó estupefacta.

¡Qué demonios! ¿Qué posibilidades había de aquello? A Summer no le gustaban las fiestas de las fraternidades. Y aquel Mike definitivamente no era su tipo. Sin embargo... , allí estaba, rodeándolo con el brazo, con la cara bronceada por el sol y un vaso en la mano derecha. ¿Conocía Summer a Williams? Tal vez la foto hubiera sido tomada simplemente al azar, o Williams la hubiera arrancado de algún anuario y decidido usarla.

Pero... ¿qué posibilidades existían de que la chica de la foto fuera realmente Summer?

Mary remitió el mensaje a su mejor amiga.

A: smccoy@winchester.edu

De: mbutler@winchester.edu

Asunto: cosa rara

¿Conoces a este tipo?

/adjunto

Mary

Mary esperó. Sabía que debería estar leyendo Ciudad de cristal, pero su mente chirriaba. Cerró los ojos y se restregó la frente con los dedos, intentando...

En aquel momento su ordenador indicó con un ping la recepción de un mensaje entrante.

A: mbutler@winchester.edu

De: smcco@winchester.edu

Cc: admin 2654@winchester.edu

Asunto: Re: cosa rara

****ADVERTENCIA ADMINISTRATIVA****filtertapspace/winches-tersevlistaccidentaladministrat/firewall/parse/messageblock ****ADVERTENCIA ADMINISTRATIVA ****haga el favor de no seguir enviando estos mensajes, que rebasan lo permitido en la normativa escolar ****ADVERTENCIA ADMINISTRATIVA ****///¡no responda a este mensaje! ///

¿Qué demonios era la «normativa escolar»? Mary pensó que tal vez hubiera escrito mal el nombre de Summer, así que probó a reenviar el mismo mensaje. Y de nuevo esperó. Como no llegaba el ping, reinició su pantalla... , todavía nada. Se puso en pie y caminó por la habitación. Le apetecía estirar las piernas. Tendría que hacer algunos ejercicios de yoga mañana. Quizá Summer querría...

Sonó su teléfono.

—¿Summer? —preguntó Mary.

—¿Es usted Mary Butler? —preguntó una voz brusca, áspera, al otro lado del hilo.

—Sí.

—Pare ya —dijo una voz de hombre.

—Que pare ¿qué?

—Lo sabe de sobra. Pare. Pare de enviar esos e-mails.

—No sé quién es usted...

—Vamos, Mary. Estamos aquí en el edificio Gray, revisando todos los e-mails que se envían. Con toda la mierda que se piratea en este centro, nos pagan veinte pavos a la hora por pasarnos aquí toda la noche. Pero lo que está haciendo usted es...

—¿Qué es lo que estoy haciendo?

—Me refiero a esa foto... Una cosa son las fotos pornográficas, y otra... cosas como esa. Tiene usted suerte de que no la hayamos enviado de inmediato a la policía del campus... O al decano Orman. Es sencillamente repugnante. Estoy seguro de que a usted le parece una broma. Usted y sus chicas se lo toman a risa, pero nosotros tenemos que hacer nuestro trabajo.

—Me la envió mi profesor —le alegó al hombre—. Yo no sabía... No sabía...

—Escuche. No tengo tiempo para esto. Si no quiere que le sean retirados sus privilegios de internet, yo borraría esa foto de inmediato. Elimínela de su disco duro. Buenas noches. —Y colgó.

Mary buscó de nuevo el archivo original, y pulsó sobre él. En esta ocasión no se cargó la foto. Todo lo que apareció en su pantalla fueron líneas continuas de indescifrable código.